VIII Castigos que dejan marcas
—Amo, a las nueve treinta tiene usted programado un juego de golf. Le prepararé el desayuno rápido para que llegue a tiempo.

Vlad seguía en la cama luego del ataque nocturno que había sufrido por parte de su sirvienta delincuente, cuyo prontuario no dejaba de crecer. Y se volvía cada vez más oscuro.

—Cancélalo, no estoy de humor.

Ella se lo quedó mirando con esa expresión de pobreza sináptica que tenía a veces.

Vlad le tendió su teléfono.

—Llámalo y cancélalo. Dile que no estoy de humor.

Ella hizo lo ordenado.

En el campo de golf, Evan golpeó la mesa.

—Ese infame. Avisarme a última hora, ya estoy acá. Ni siquiera se molesta en inventar una mejor excusa. ¿Está ahí?

—Dile que no quiero hablar con él —le dijo Vlad a Sam.

Ella volvió a obedecer. No iba a gastar energías en cuestionar al tirano.

—¿Ah, sí? Dile que se joda —reclamó Evan.

Sam miró a su jefe, tan tranquilo y sonriente viéndola hacer el trabajo sucio por él. Cubrió el micrófono del teléfono.

—Evan dice: "Que se joda,
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo