Capítulo 8

Francisco llegó al juego sintiéndose el dueño, sin Julián, no solo el juego era suyo, sino también el país. Llego tarde, no quería esperar a que terminaran la subastas, no después del fracaso y el enfrentamiento que había tenido en la última subasta contra Julián.

Llego al salón, era noche de zorras o al menos esa era la temática de la velada, había chicas por doquier que fungía la tarea de meseras, pero su uniforme consistía en una cola de zorro anal y un vibrador que podía notarse sobre el clítoris de cada chica y los cuales tenían mandos que cualquier caballero podía solicitar para su satisfacción.

Francisco caminó por el lugar admirado por la belleza de las chicas, si de algo podía enorgullecerse el juego era poder conseguir a las mujeres más sensuales del país y por supuesto, sus servicios eran bien remunerados. Con el ánimo que llevaba encima, extendió la palma de la mano para golpear el trasero de una de las chicas, por supuesto eso pasó desapercibido para la chica, ella al igual que las demás chicas que trabajaban estaban acostumbradas a ese tipo de tratos, después de todo esos hombres eran los más ricos del país, por lo que no tenía caso enfadarse, así que la chica solo sonrió.

Francisco caminó hasta una mesa donde se encontraban algunos rostros conocidos, eran aliados de Julián que conocían muy bien sobre la rivalidad que había entre ambos caballeros, por lo que Francisco no era muy bien bienvenido entre aquel grupo.

—¡Vaya, vaya, vaya, pero a quien tenemos aquí!—manifestó Francisco con una sonrisa perversa que dejo perplejo aquel grupo. Francisco nunca se les había acercado, por supuesto, cuando estaba Julián a su lado, se divertían a espaldas de Francisco, se burlaban de él, de su inferioridad, pero sin Julián presente, Francisco se animó acercarse a ellos.

—¿Alguien olvido llamar al exterminador?—susurro uno de los hombres refiriéndose a Francisco como una plaga o al menos ese siempre era uno de los chistes que solía contar Julián.

El grupo rio por lo bajo, pero a pesar de ello a Francisco no le importo, sabia que tipo de hombres eran ellos y lo que querían para que lo aceptaran.

— Por supuesto—respondió Francisco respondiendo al insulto que acababan de susurrar, pero que al fin y al cabo había escuchado—fui yo quien lo llamo, así que no se preocupen, ya no hay ninguna plaga que nos moleste.

Uno de los hombres de aspecto canoso, pero bien parecido frunció el ceño sin entender a que se refería. Francisco notó su duda, por lo que se atrevió a sentarse a su lado, toma una copa vacía y servirse un poco de whiskey que disponían los caballeros.

—Veo que no entienden a lo que me refiero—exteriorizo un tanto decepcionado de no poder arrasar también con esos hombres, pero igual su desinformación podía traerle muchos beneficios—pero eso me tranquiliza, al menos sé que a ustedes también los engaño.

—Diputado Ramírez—dijo un senador que estaba frente a él, molesto por su atrevimiento—¿Acaso no sabe que es de mala educación sentarse en una mesa sin haber sido invitado?

—¿Acaso no sabe que es ilegal tener conexiones con el narcotráfico?—refuto Francisco refiriéndose al secreto de Julián, sabia que hablar precisamente ahí podía traer consecuencias graves, pero esperaba que esas consecuencias fueran específicamente para Julián y no para él—podría perder su empleo, ser investigado e incluso ser juzgado o peor aún, encarcelado.

—¿Acaso perdió sus cabales Ramírez?—impugno el caballero de cabello plateado—¿Está acusándonos  falsamente de tener conectes con algún grupo criminal? Si ese es el caso, más vale que se abstenga a las consecuencias de sus estupideces.

—¿Estupideces dice?—cuestiono Francisco con cierta ironía en su tono de voz—creo que ustedes son los estúpidos, por dejarse engañar por un hombre tan peligroso.

—¿Qué diablos hablas...?

Aquel hombre se quedó en silencio al ver una fotografía que Francisco dejo caer sobre la mesa a la vista de todos en donde se podía reconocer el rostro y el cuerpo de Julián, en compañía de la mano derecha del narco más buscado del país y por si fuera poco, llevaba en las manos un arma como si supiera usarla y además de eso, sangre en la ropa.

—¿Qué mierdas es esto?—refutaron los hombres de Julián levantándose de la mesa, Francisco sonrió al ver su reacción.

—Es el hombre al que tanto admiran y respetan, al que le confiaron sus negocios y por supuesto les engaño y oculto su verdadero nombre, así como su origen e incluso el nombre de su padre—manifestó Ramírez con cierta presunción, le gustaba mucho el poder y nada de lo que había hecho en años anteriores, incluso antes de Julián, le había dado la satisfacción que estaba sintiendo en ese momento.

—¿Así que este es tu último recurso Ramírez? ¿Adulterar una fotografía de Julián para hacerlo quedar mal?

Francisco soltó una carcajada burlándose de la estupidez que estaba presenciando, supuso mientras reía que, Julián había tenido que hacerles muchos favores para tener su aprecio a cambio al igual que su lealtad por lo que no podían ver la verdad aunque estaba frente a sus narices.

—¿De verdad crees que es falsa esta fotografía?—replico Francisco para después tomar todo el contenido de su copa de un solo trago, aquel grupo solo lo miro son desdén y perturbados por el comportamiento de Ramírez—bien, crean lo que quieran, yo quise advertirles y decirles que para mañana descubrirán que Julián Cazares nunca existió y el hombre con el que estuvieron conviviendo todos estos años era el hijo de un narcotraficante que les hizo la vida un tanto complicada y que ahora empeorara cuando los conecte con el cartel Xibalba, pero por si las dudas quieren confirmar todo lo que les he dicho pueden llamar a Julián, sin embargo, créanme cuando les digo que él ya no tendrá la cara para aparecerse por aquí y mucho menos para responderles una llamada, seguro a esta hora ya debe estar saliendo del país.

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