Capítulo 6

CHASTITY

EL silencio que le sigue es incómodo y me remuevo incómoda sobre mi asiento, tomo nota mental de no meterme con el Boss, y sinceramente no parece el tipo que quiera incluir en mi círculo social.

—Siento lo ocurrido —dice dirigiéndose a mí—. Algunas personas olvidan que ustedes no saben las reglas y normas de la Bratva, respondiendo a tus preguntas, no, mi esposa murió hace años en una cacería, y Edmon es mi único hijo y heredero, es el Underboss y algún día no muy lejano el Boss.

Giro a ver al mafioso de m****a y frunzo el ceño, desde que llegué no ha apartado la mirada de mí.

—Mmmm.

El desayuno trascurre lo más humanamente posible tranquilo, el Boss y mi padre se dirigen miradas llenas de complicidad, Viera la loca ahora me mira con ganas de sacarme los ojos, Lukyan parece entretenido con algo que lee en su móvil, y el mafioso… bueno, él me mira de vez en cuando como alguien inferior. Terminamos y me pongo de pie.

—Cariño, tengo que hablar con el Boss, ¿por qué no me esperas en…?

—Yo no tengo nada que hacer, puedo darte un recorrido por la fortaleza Lebedev —interviene Lukyan acercándose a nosotros—. Escuché que estudias medicina, podemos hablar del tema si te interesa, futura colega.

Una sonrisa juguetona curva sus labios y asiento gustosa, estar encerrada en cuatro paredes no me apetecía, Viera la loca sale hecha una furia y Edmon está a punto de seguirla seguramente para calmar su rabieta, pero su padre lo llama.

—Edmon, acompáñanos —ordena.

—Bien —contesta sin ánimos.

Mi padre me da un beso en la coronilla y observo como se marcha con el Boss y el Underboss.

—¿Y bien? ¿Quieres en el comedor? O prefieres parada…

—¿De qué hablas…?   

Acto seguido y sin verlo venir, me lanza una navaja que logro esquivar a tiempo, pasa rozando por mi oreja y esta se queda clavada sobre la madera de la puerta.

—Buenos reflejos.

—¿Así es como les das la bienvenida a las chicas? —enarco una ceja con incredulidad.

—No, suelo llevarlas a la cama, pero acabo de confirmar que Edmon está equivocado, no eres una niña, no eres malcriada y creo que hay más en ti que no nos has dicho, cualquier chica mimada hija de papi ya hubiera chillado por lo que acabo de hacer, o en su mala suerte estaría muerta de no haber tenido buenos reflejos como los tuyos —dice metiendo ambas manos en sus bolsillos—. Creo que serás una buena Koroleva.

—¿Koroleva?

—Ya lo entenderás… bien, vamos, te mostraré la fortaleza.

Dudo en seguirlo, pero me intriga, así que camino detrás de él, paso las siguientes dos horas viendo los calabozos, las mazmorras, el holocausto que tienen con los traidores, los jardines, el área de juegos en donde según las palabras del hombre que me guía, es usado cuando el Boss tiene visitas importantes y se apuestan terrenos, zonas y propiedades. Los jardines, la piscina que en esta época del año permanece llena y limpia, descubro que Lukyan es el mejor amigo del mafioso de m****a, que tienen la misma edad; 28 años a punto de cumplir 29, ambos son signo Leo, lo cual explica el comportamiento del Underboss.

También me entero que en una semana y pocos días se casará con Viera la loca, se conocen los tres desde niños y pronto será algo así como la leona de la jauría, descubro que Lukyan es médico y mujeriego. Reparo en las chicas que son sumisas y que tienen caderas en las manos que las diferencian del resto.

—Y este es el despacho del Boss, nunca entres sin su permiso…

La puerta se abre de golpe, el mafioso de m****a me mira con un odio tan nítido que me encoje por primera vez, pasa de nosotros ignorando a su amigo y por dentro mi padre me indica que entre.

—Bien, parece que me toca consolar a la bestia —Lukyan toma mi mano y me la besa como si estuviéramos en otro siglo—. Un placer conocerte, Koroleva.

“Qué m****a es Koroleva… ¿puta? ¿Esclava? ¿Ramera? ¿Malcriada?   

Se marcha y yo entro, el Boss está en su escritorio fumando un puro, tengo el impulso de quitárselo de la boca y decirle que eso le puede hacer daño a mi padre, pero me reprimo, cierro la puerta detrás en su lugar.

—Cariño —comienza mi padre—. Tenemos que hablar.

Me siento a su lado.

—¿Sucede algo malo?

El Boss me mira en silencio como lleva haciéndolo desde el desayuno.

—Tu padre me ha dicho que fuiste atacada en un antro hace dos noches —se inclina hacia delante soltando el humo en mi cara—. ¿Puedes decirme cómo eran esos hombres?

—No diría que vinieron por mí, mataron a mucha gente, llevaban pasamontañas la mayoría pero… —hago memoria—. Uno de ellos tenía un tatuaje de un león.

Omito el hecho de que sé que es de la Bratva, solo porque lo vi en una serie de televisión, maldito programa, quien iba a decir que me sirvió de algo develarme. El Boss vuelve a cruzar miradas con mi padre y asiente.

—Cariño, ¿harías lo que sea por mí, cierto? —escudriña mi rostro con detalle.

—Ya sabes la respuesta.

—¿Harías lo que sea para mantenernos a salvo? —inquiere con ansiosa actitud.

—Ok, me estás asustando, suéltalo ya.

Mi padre se remoja los labios y me da una respuesta que jamás creí imaginar ni en mis más locas pesadillas.

—Tendrás que casarte.

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