CAPÍTULO 2 RELATOS DE LIZA  LOS DEMONIOS SI EXISTEN 

Aquella nota me dejó pensando por unos minutos más sin embargo la hora y mí prisa eliminó  por el momento aquella frase de la  memoria haciéndome correr a la escuela. Ya era el  último año de escuela por eso tenía grandes planes y un sueño hermoso para mi futuro para él que  trabajaba tan ferozmente día a día.

Luego de la escuela  empiezo mi jornada laboral,  a eso de las 11:00  de la noche la dueña del establecimiento me indicó que si deseaba podía irme, por un segundo lo pensé mí corazón estaba algo agitado quizás un presentimiento de  algo a ocurrir  me indicaba que  fuera a casa, pero simplemente ignore aquello y pedí quedarme, era noche de fiesta y las propinas eran el plato fuerte, así que proseguí con mis labores. 

  –Nada es pequeño e insignificante en esta vida. 

Escuché a un viejo que discutía con su esposa mientras sacaba la b****a, se veían muy lindos incluso discutiendo y por un segundo pensé.

–Debería irme, no sé ¿Por qué? pero quiero irme.

Incluso ante mi deseo llegaron las palabras de mi abuela.  

–Serás la mejor doctora del mundo.

Sonreí y  volví al establecimiento, la noche fue bastante transcurrida por parejas y grupos de personas que disfrutaban de la comida y bebida del lugar  hasta entrada  la madrugada la misma que trajo consigo una leve llovizna ya empezaba aquella época.

–Por lo menos no hay truenos.

Dijo la dueña del establecimiento, palabras que quizás no debió decir porque dos minutos después el cielo era iluminado por los relámpagos, por lo que todos los presentes  no pudimos  evitar reírnos de aquello. 

–Vayan con cuidado.

Expresó una vez más mientras nos despedía en la puerta del pequeño local. La noche fué de locos y  realmente estaba cansada por lo que quería ir directo a casa, pués además había empezado a llover más fuerte.

–Increíble me bañara la primera lluvia del año.

Susurre entre gruñidos, mientras miraba al rededor, debido a eso las calles se veían solas dejando a la oscuridad reinar, sólo la luz de los fugaces relámpagos alumbraban por unos segundos, apresure el paso, tenía frio y hambre, pero pude notar desde lejos venir un chico quien vestía  de negro, traía una chaqueta la cuál poseía una capota lo que me  imposibilito ver su rostro, pero lo que si note al pasar a su  lado fue su contextura  y altura, ´´es alto y grueso´´ pensé para seguir mí camino. 

Sin embargo no había dado más de cinco pasos cuando  una mano grande rodeo mí cintura  y cubrió mi boca alzándose cómo si yo no pesara y sus pasos se dirigieron a un callejón, recuerdo haber mordido su mano obligándolo a soltarme e inmediatamente intente correr aunque mí cuerpo temblaba la idea de ser lastimada  por el me aterrorizaba,  más aún así fue imposible escapar, él logró agarrar mí cabello envolviéndolo en su mano, lo jaló haciéndome retroceder, allí di un grito tan fuerte quizás con toda mi fuerza, pidiendo ayuda con la esperanza que alguien me escuchara, pero lo siguiente que sentí fue un fuerte golpe en mi rostro.

Él me había estrellado contra la pared y una de mis manos quedó atrapada entre mí cuerpo y el frío y sucio muro, mis lágrimas salían para mezclarse con la fría lluvia que nos mojaba,  sentía  cómo soltaba mí cabello, pero apoyo su brazo en mí espalda e hizo  presión para evitar que yo me moviera, pero no me iba a rendir así no más y entre forcejeó  tratando de zafarme, pero él astuto o ya experto hombre  aprovechó eso para meter su pierna entre  las mías  ahora me tenía a su favor y su mano libre fue directo a mi intimidad y empezó a frotar su dedo índice sobre esta por encima de mi ropa.

–¡Para por favor detente!

Suplique con una voz llena de agonía y miedo no quería que me tocara y no podía defenderme, pero mis suplicas fueron tiradas por a la b****a y el frote en mí intimidad se hizo más fuerte llegando a lastimarme, de repente apretó mi vagina con toda su mano, e inclinó su rostro para empezar a pasar su caliente lengua por mí cuello, dejando mordidas a su paso como si marcara una propiedad suya , aquella mano que sostenía en mí espalda, subió a mí cabeza y entrelazar sus dedos con mis cabellos una vez más para jalar haciendo que me inclinara hacia atrás un poco, quise ver su rostro, pero la fuerte lluvia que caía sobre mí hizo cerrar muy fuerte mis ojos impidiendo ver aquel rostro, no sé cómo, pero logró bajar mí pantalón, aquellos dedos se escabullen por mis bragas y penetraron mí virginal vagina de la forma más tosca y brusca, el dolor invadió mi vientre e intente inclinarme, pero él me sostenía tan fuerte impidiendo que lo hiciera, a esa altura no podía gritar, sentía que me quedaba sin aire y el agua que cae en mi rostro me ahogaba, con mi mano libre intentaba alejar aquella mano del hombre de mi intimidad. En aquel momento pensé en mi abuelo.

–¡Ayúdame!! 

Dije esta vez muy lento o quizás en mi mente. 

–¡Detente me duele, duele!. 

Gritaba suplicante, aunque él no me escuchara, ni mi boca se abriera, así que le supliqué innumerables veces, quizás esperaba que él se detuviera o que alguien llegara. El seguía pegado a mi cuello y  lo único que escuchaba era aquella fuerte respiración, el aire caliente que salía de su boca  y se estrellaba contra mí cuello y su lengua acompañada de esos dientes enterrándose en mí piel  que marcaban mí cuerpo, la lluvia caer y los truenos resonar, por un instante su mano dejo mí ya adolorida vagina. Sólo por unos segundos, pero después de ellos sentí aquel grueso y grande miembro erecto moverse circularmente y recorrer mí trasero  hasta entrar por mis piernas abiertas para rozarse contra mí vagina.

Mí cuerpo se estremeció y quizás la excitación hizo que me soltara un poco dejando así espacio para inclinar mí cabeza mientras volví a rogar esta vez con más fuerza,  lloraba, pero pude escuchar un gemido agitado y sus manos apretaron mi cabello, me hizo inclinarme sobre el frío y mojado pavimento dónde, aún permanecía de espalda a él, subió sobre mí creo que para inmovilizarme con su peso, una de sus mano se posó entre mí cuerpo y el pavimento para tocar a merced la vagina y la otra agarraba una de mis piernas manteniendo las abiertas  pude sentir como empezaba a moverse y su miembro se estrellaba contra mi vagina y trasero intentando entrar tan desesperadamente

Mis manos estaban presas entre  mí cuerpo y el suelo, intente mover la cadera, pero fué lo peor que pude hacer pues aquello sólo hizo que él miembro de ese hombre  se acomodará entre mis labios vaginales, lo que él aprovechó y de una estocada logró meter sólo la punta dentro de mí, allí quedé sin aliento y una corriente recorrió mí vientre, deje salir un grito, y por primera vez escuche al hombre reír, su cuerpo se inclinó y dio una segunda estocada metiéndola por completo, un gemido agudo se escuchó en  ese instante deje de pelear, no tenía fuerzas, él supo que había ganado por lo que sentí cómo se incorporó y con mayor libertad  colocó sus manos en mí cadera y comenzó a moverse acelerando estos al ritmo que sus gemidos se hacían más roncos,  estremeciéndose con cada embestida para aquel entonces sólo podía llorar aferrada a el piso  rogando que aquello terminara.

No sé cuánto tiempo pasó, pero escuche al masculino  reír y caer sobre mí cuerpo , estuvo allí unos minutos, pensé que aquello había acabado, pero pronto se acomodó y me volteo, él volvió a moverse, quería verlo ¿Quién era? Pero la lluvia y la oscuridad estaban a su favor.

Aquél sujeto levanto mis piernas y sin compasión alguna volvió a penetrarme, empezó a moverse frenéticamente su mano derecha se apoderó de mí cuello apretando este casi dejándome sin aliento mientras que la otra mano disfrutaba apretando mis senos, jalando mis pezones y retorciendo estos a su merced, en ese momento sólo podía dejarme no tenía fuerzas, llegué a pensar… –Quizás muera aquí, quizás sea mejor morir–

Aquel hombre inclinó su cabeza y tomó mis senos entre sus labios mordió estos  y chupo a par dejando un camino de marcas, habían momentos en que el agarre a mi cuello se soltaba sólo un poco dejándome tomar cómo pudiera una pizca de aire, pero volvía a ser más fuerte hasta que me tomó con las dos manos por el cuello, sus movimientos bruscos lastimaban mí vientre, él se inclinó un poco más lo escuche gruñir cómo si fuera un gran animal salvaje  hasta que sus manos me soltaron y él cayó sobre mí pecho por unos segundos, su risa retumbaba en mis oídos y su respiración golpeaba mí pezón derecho, pronto se levantó, acomodo su ropa y se fué, recuerdo sólo ver la figura alejarse mientras estaba tendida sin fuerza en el suelo, recuerdo recoger mis piernas y abrazar estas sin dejar de llorar .

Creo que perdí la conciencia pues lo que pasó después fue muy confuso, no recuerdo mucho o con claridad, pero la voz de mi abuela sí está clara en mi memoria,  ráfagas de personas, un sonido repetitivo, creo que era la patrulla o la ambulancia hacen parte de estos sonidos.

Mí conciencia volvió al abrir los ojos y darme de cuenta que estaba en el hospital,  mí cuerpo adolorido y mí abuela a un lado con sus ojos hinchados de tanto llorar, quise consolarla, pero no sabía cómo y solo sonríe un poco quería llorar, pero tenía que ser fuerte.

Más sin embargo aquel segundo de nosotras lo cortaron dos hombres, quienes se identificaron como policías, los mire de arriba abajo y pude ver un sobre en sus manos, querían obtener mi declaración, mí abuela se negó a que fuera interrogada, pero accedí quizás porque quería que aquel sujeto pagará o quizás porque quería saber lo que me había pasado.

Les conté lo poco que recordaba, pero las preguntas que  me hacían eran las mismas que yo me hacía ¿me conocía? ¿Por qué yo? ¿Quién es? ¿Qué le hice? ¿Existe Dios?

–¿Qué es eso? 

Pregunté sobre el sobre, recuerdo que desde que entraron mi vista no se apartaban de él, dudaron un momento, pero pronto me hicieron saber que eran fotos del lugar dónde me hallaron, pedí verlas pero el más joven se negó a dejarme, más el anciano de pelo blanco le arrebató el sobre y me lo dio, dijo que yo tenía derecho, ahora creo que me arrepiento de ver aquellas fotos.

Estaba tirada desnuda, ensangrentada, con marcas en mí cuerpo, mí ropa rasgada,  las deje a un lado y empecé a ver mi cuerpo, busqué esas marcas en mí  una y otra vez como si quisiera corroborar que esa si era yo.

Les intente ayudar quería justicia por mí, pero un mes después la investigación cerró, alegaron que no había más pruebas que no perderían su tiempo conmigo que siguiera mi vida, estaba enojada tanto que quería matarlos a todos.

Pero…  “la vida no siempre nos da lo que deseamos, porque no siempre lo que deseamos es lo que necesitamos”

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