CAPITULO 2

ARIEL

Me levanto dispuesta a salir, con vergüenza por mis palabras y con lagrimas en los ojos, soy una tonta por dejarme llevar, sacar mis problemas en el momento menos indicado y lamento defraudar a mi hermana.

—Espera Ariel—dice cuando tomo el pomo de la puerta—no le he dicho que se valla, o que su entrevista a terminado.

—Pero con lo que acabo de decirle…

—Tome asiento por favor—no quiero girarme, tengo vergüenza de mi misma, porque debo parecer una patética—Ariel.

Se me eriza la piel cuando pronuncia mi nombre.

—Ariel—insiste—no me gusta repetir las cosas.

—Lo siento Michael si le parezco patética, pero simplemente me deje llevar—hablo de espalda—no debía decirle estas cosas y usted pensara que soy una desequilibrada mental y…

—Pase por lo mismo que tu—tiemblo cuando lo siento detrás de mi hablándome, su cuerpo está muy cerca al mío y el calor que desprende me envuelve—cuando perdí a mi esposa en el parto de mi hijo, quise morirme con ella, pero mis dos chiquitos me salvaron la vida y sin ellos no se que hubiese sido de mi.

Me toma del brazo girándome, pero miro a mis pies, me avergüenza míralo a los ojos. Me toma del mentón obligadome a mirarlo y parezco una niña a su lado, es demasiado alto, sus casi dos metros contra los 1,60 que mido me dejan como una muñeca a su lado.

—¿Has hablado con alguien de tu intento de asesinato? —su mirada azul es tan hermosa.

—Solo a ti Michael—sonríe sin soltarme—no debi…

—Me alegra que me lo confesaras Ariel—asiento—ahora siéntate que tenemos que hablar de tus deberes y responsabilidades, me imagino que tu hermana ma o menos te explico lo que tenias que hacer.

—Solo un poco, no entro en detalles como hubiese querido

Observo su cuerpo mientras se dirige a su mesa y debo darme un golpe mental para no quedarme viéndolo como estúpida, el rubio se sienta en reparando mi aspecto mientras lento me dirijo a la silla.

El vestido rojo se ajusta a mi figura llamando su atención y siempre me he avergonzado de tener senos tan grandes, ser talla 38b y siento que la abertura en v del vestido los pronuncia aun mas.

—El trabajo es simple y es hacerme la vida más fácil, también deberás ayudar en la casa con mis hijos que son lo mas importante de mi vida, por eso te iras a vivir a mi casa, tendrás un suelto fijo, ayudaras a la empleada y mi itinerario personal ya que Abril, se encarga de toda la parte contable y administrativa.

—Señor, no le da miedo que una mujer depresiva como yo, este al lado de sus hijos.

—No—me dice—ellos no serán tu trabajo, mis hijos serán tu terapia porque además de manejar esta empresa soy Psicólogo y se como tratarte y los niños, los animales y las cosas, por lo general son la mejor medicina.

—Yo no quiero que usted sea mi Psicologo—le dejo claro.

—Es la única condición que tendrás para obtener este trabajo, de confió mis hijos y mi vida, pero bien dices estas mal Ariel y necesitas ayuda que yo estoy dispuesto a darte, pero para tu obtenerla debes darme algo a cambio.

—Esta bien, acepto entonces—sonríe—cuando empiezo.

—Hoy mismo—abro mis ojos—iremos a mi casa donde vas a instalarte, conocerás al personal y a mis prioridades.

—Michael pensé que…

—Tienes algo que hacer—pregunta—como por ejemplo cumplir la cita con el puente de donde piensas tirarte.

Arrigo mi entrecejo sin gustarme para nada sus palabras.

—No, no es eso.

—Perfecto—se levanta—andando que tengo muchas cosas que hacer—me entrega la Tablet y toma su chaqueta ya que usa trajes a la medida.

Me despido de Abril y abordamos su camioneta, todo aquí es de lujo y huele tanto a Michael que me siento un poco incomoda estando a su lado. Miro por la ventana respirando profundo para calmar mis pulsaciones y desde mi esposo no me sentía tan inquieta al lado de un hombre.

Teclea en su celular rápidamente mientras intento que mis pensamientos no me traicionen, me siento demasiado sofocada, inquieta angustiada y suelto el aire contenido llamando su atención.

—Cuando fue la primera vez que intestaste suicidarte—no lo miro.

—Enserio estas evaluándome en este momento.

—No me gusta repetir las cosas dos veces Ariel—su tono es calmado, pero maneja mucha fuerza en sus palabras.

—Antier—respondo sin más—la llamada de mi hermana impidió que jalara del gatillo.

—Es la primera vez que lo intentaste.

—Y ayer, pero me quede dormida.

Siento su mirada en mí, pero me niego a observarlo.

—¿Con que?

—Veneno para ratas.

—Eso solo te causara indigestión—sonrió—es bueno que sonrías de vez en cuando.

—Hay cosas que me parecen graciosas, pero a veces me siento sin vida en este mundo y que soy como una hoja al viento.

—Lo parecerás si no comes algo—miro mi cuerpo—estas muy delgada y pálida

—¿Estoy fea? —se me encoje la boca del estomago

—No he dicho eso, escucha mis palabras y no las malinterpretes.

—Michael—lo llamo preocupada.

—¿Y si no le gusto a tus hijos por verme pálida?

Lo miro esta vez, ando tan insegura de mi vida que esta pienso que unos niños podrían rechazarme.

—Pareceré salida de una película de muertos vivientes, o Morticia, o el cadáver de la novia—sigo —a mi me gustan mucho los niños y no quisiera que…

—Mis hijos están muy chicos—me interrumpe—Sofia tiene siete años y Matias tiene cinco, así que se acostumbraran, solo trátalos bien.

Comprendo ahora hace cuanto murió su esposa.

Las rejas de la mansión se abren y me quedo maravillada con la simple fachada, hay una fuente de delfín en medio de la zona verde y me ofrece la mano para salir del auto.

Su mano es muy sueve, me confunde las sensaciones que me hace sentir y el como mi cuerpo reacciona a su cercanía. Deja una mano en mi espalda baja, guiándome adentro y lo primero que hacen los niños es lanzársele encima cuando ven a su papa.

—Papi—llega la niña primero—papito—es el chiquito.

Los besa, alza y abraza al mismo tiempo demostrando su fuerza, asi pensé un futuro con mi esposo, pero es algo que nunca llegara a pasar y al parecer formar una familia no es mi destino.

—Niños les presento a Ariel—los pone frente a mi—ella estará también al cuidado de ustedes y será mi asistente.

—Tienes el nombre de la sirenita—dice la niña tiernamente comprimiéndome todo por dentro—es lindo.

—No mas que el tuyo—me agacho para estar a su altura—tienes el mismo nombre de la princesita Sofia—tienes los ojos del papa—y eres mas hermosa que ella convirtiéndote en una reina.

Me sonríe ampliamente y acaricio su mejilla con ternura, lo permite, no me rechaza y voy por el chiquito que se esconde de mi en las piernas del padre.

—Es tímido—me dice el papa cuando lo miro

—Hola Matias—le ofrezco mi mano—como estas.

—Bien—responde estando detrás del padre.

—Me das la mano para saludarme, mira que los niños buenos saludan como es debido—sale solo un poco, toma mi mano y de inmediato lo suelta.

—Tienes un nombre muy lindo—le digo para romper el hielo.

—Tú también.

—Te mostrare la casa.

Tomo a Sofia de la mano y el, carga a Matías para hacerme el recorrido, la mansión cuenta con Piscina y un campo de basquetbol y tenis, además de una cancha de soccer, las escaleras de caracol nos llevan a la segunda planta y mi habitación esta en la mitad de las alcobas de los niños, me presenta al personal que trabaja con el y la nana que ya está entrada en edad.

—Niños vayan con Esperanza—la niña no quiere soltarme—tengo que hablar con Ariel algo importante.

—Te quedaras—pregunta Sofia tiernamente.

—Eso espero reina—dejo un mechón detrás de su oreja—nos vemos prontamente.

Sigo Michael que me lleva a su despacho después de entregarle al niño a Esperanza y cierra la puerta yendo por los documentos que pone en la mesa.

—Ya te mostré todo Ariel, tus responsabilidades, mi casa, mis hijos, te ofrezco mi ayuda, solo faltas que firmes.

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