5

Pablo soñaba a menudo con su mujer. Soñaba que Erika se acercaba a la cama, se sentaba en el borde y le soplaba sobre los párpados.

Entonces se despertaba y el cosquilleo que sentía sobre los ojos era el de las lágrimas. Unas veces ya resbalaban por sus mejillas, otras estaban quietas, sujetas entre sus pestañas.

Desde que había dejado la colonia, aquella noche, no había un solo día en el que no pensara en Erika.

Raúl, al igual que el resto de los niños, había cumplido los diecisiete y conocía la historia de los híbridos de la colonia, de los otros niños dispersos en distintas ciudades, con distintas familias adoptivas, pero no conocía su verdadera identidad.

Pablo había ido retrasando esa información. Nunca quiso que creciese como el hijo del hombre sin dedos que condenó a su propia madre además de a una gran parte d

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo