9. Bajo tierra.

Al llegar a la casa de Kimberly, lo primero que noto es que es muy hogareña. Es de dos plantas y tiene un pequeño jardín delante. Es muy bonita, es como esas casas pequeñas que parecen de muñecas pero definitivamente no se compara con la mía.

Toco a la puerta y me abre su madre. He hablado un par de veces con ella, sin embargo, no me cae nada bien, ella es quién tiene a Kimberly así de estúpida y retraída.

—Hola... —se detiene buscando en su mente mi nombre.

—Sharon, me llamo Sharon —le digo rodando los ojos. Es imposible que alguien olvide mi nombre.

—Lo siento, ¿buscas a Kim?

—¿A quién más en est

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