CAPÍTULO UNO

-LUNES 31 DE DICIEMBRE-

Recuerdo este día claramente; Eran las 8 de la mañana del último lunes del 2018. El año había terminado, y mis esperanzas con él. Había decidido que ese sería mi último día en este mundo; por lo que saqué los somníferos que había comprado tiempo atrás, dispuesta a tomarme la caja entera, para no despertar nunca más.

Nadie se daría cuenta de que esto era un suicidio, puesto que todo estaba planeado para ello, solamente una persona lo sabría, y yo estaba segura de que lo guardaría con ella.

Me puse a recordar cada momento de mi vida. Parecían tan lejanas esas tantas vacaciones en las que me sentía la niña más feliz del mundo. Me preguntaba cómo había sido posible que esa chica perfecta, sonriente, alegre a la que tantos habían amado, se había convertido en esta niña deprimida, suicida, negativa de la cual todos se habían apartado; ¿cómo? Me pregunto, ¿cómo me convertí en este monstruo que ahora tanto aborrecía? ¿cómo había llegado a este punto?, estas y miles de preguntas más, atacaron mi mente como una metralleta. Pensé en las personas que conocía, y supuse que después de ello, no había razón para no suicidarme… excepto tal vez una

De igual manera, todo iba en picada y era por eso que había decidido acabar con mi triste e insignificante existir. Así que me tomé cada pastilla, mientras escuchaba Demons con los auriculares, y guardaba mi celular en una pequeña bolsita que tenía colgada al hombro.

Tenía ganas de marcarle a mi padre y a mi hermano, quería escuchar sus voces una vez más… sin embargo no sería capaz de guardar la compostura en la llamada, por lo que desistí de ese intento de grito de auxilio.

Cerré los ojos, tratando de llevarme un recuerdo alegre, pero mi mente estaba totalmente ocupada por el terrible acto que estaba cometiendo…

-EN LA TARDE-

Me despertó un fuerte dolor estomacal y una terrible jaqueca. Intentaba recordar dónde estaba, pero simplemente no podía.

Me encontraba en una superficie incómoda, forrada con sábanas blancas, y un terrible olor antiséptico inundaba el lugar.

Intenté girarme, pero noté que estaba canalizada. Además de que tenía un gran ardor en la garganta. Eran aproximadamente las 3 de la tarde, lo sabía porque ya tenía hambre. Giré mi cabeza y noté que mi sudadera estaba remangada y claramente se podían observar las marcas de navaja en mi brazo que yo misma llevaba haciendo hacía unos meses, de las cuáles, nadie sabía… hasta ahora.

Terriblemente comencé a pensar con claridad: había intentado suicidarme y mi mamá llegó antes de lo previsto, su guardia había terminado más temprano de lo que ella me había dicho y cuando llegó a casa y me vio, me trajo al hospital donde ella trabajaba, para que pudiera ser atendida. ¿Qué no entendía que el traerme aquí no era lo mejor para mí?

Siempre que pensaba en esta posibilidad, me imaginaba que me llenaría de arrepentimiento y culpa, pero realmente no era así. Seguía pensando que había tomado una buena decisión, pero no la lleve a cabo correctamente. Tal vez si intentaba otra cosa…

Una voz externa interrumpió mi pensamiento. Era mi madre. Ya me imaginaba la plática que querría tener, en la cual, me cerraría en banda, como siempre que intentaba hablar de temas de los cuales, yo no tenía ganas de comunicarle nada.

Oí mi nombre, pronunciado por aquella voz. A lo que solo pude responder con un leve movimiento de cabeza. Se acercó a mí, diciéndome que todo saldría bien, que procuraría estar más para mí, diciendo que yo era lo único que tenía. Ja, si ella fue la que destruyó lo único que ambas teníamos, quien me separó de mi padre y hermano.

Le permití sentarse en la orilla de la cama y no protesté cuando comenzó a llenarme de mimos, como si estuviéramos en la casa, unos años antes y me hubiera hecho una lesión jugando con mi hermano.

Me dijo que habló con su jefe, y que éste comentó que me trasladarían a una habitación para mantenerme en observación, y que si todo marchaba correctamente podría irme a casa en un máximo lapso de 7 días, los cuales iniciaban mañana. También mencionó algo sobre ir a terapia, pero sinceramente no le presté mucha atención. Luego intentó hablar sobre mis marcas, y sobre la decisión que tomé, a lo que no respondí. Y aunque suene increíble, ella respetó mi silencio.  

Me comentó que no le había informado a nadie de lo sucedido y que cuando Luna había marcado para preguntar por mí, la respuesta que le dio es que me hallaba indispuesta

Hablaba con delicadeza, sin querer hacer más preguntas, esperando que yo le dijera lo que quería y podía decirle.

Después comenzó a platicarme de temas realmente triviales, sin importarnos el lugar ni la situación en la que estábamos, como si hiciera todo lo posible por olvidarlos.

Irónicamente estaba intentando ser la madre perfecta que alguna vez tuve, pero yo sabía que esa mujer no era más que un lejano recuerdo de lo nunca fue ni volverá a ser, puesto que después de conocer la realidad de aquella persona, no podía volver a confiar en ella.

Es irónico, idealizamos mucho a las personas que amamos, pero cuando éstas se han salido de esa “casilla”, nos sentimos traicionados

 Finalmente la llamaron a urgencias, por lo que se despidió de mí, queriendo alargar más esos momentos. Y ahora que lo veo, creo que es cierto ese dicho que me recitaba cada que me despedía de mi mejor amiga siempre que teníamos ir a nuestras respectivas casas: el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse.

 Cerré los ojos, intentando dormir, e intentando guardar para siempre en mi memoria, estos momentos que acababa de pasar con mi madre; lo sé, es irónico, pero extrañaba a ese individuo

-EN LA NOCHE-

- Señorita, despierte, por favor, tiene visita- me decía una amable señorita rubia, una enfermera. Eran aproximadamente las 7 de la tarde y realmente no tenía ganas de ver a nadie. Repitió esto 2 veces más, de tal suerte que, a la tercera, hice caso. Me preguntaba quién sería mi visita…  

- ¡Luna! – exclamé a ver a la persona que había venido a verme, era esa hermosa chica a la que siempre llamé ‘mejor amiga’, tenía unos ojos cafés claro, un cabello largo y sedoso color castaño, de piel tersa y algo pálida, alta y bien proporcionada. Pero algo no cuadraba en esa imagen que tenía de tan deslumbrante chica que siempre estuvo ahí para mí. Su grande y hermosa sonrisa había desaparecido, las ojeras eran más que notables, sus ojos estaban rojos y lagrimeaban. Sollozaba, angustiadamente. Traía un pedazo de papel doblado entre sus manos, y desde que lo vi, supe inmediatamente de qué se trataba. Me detuve a pensar en los preciosos momentos que esa chica me había regalado; los había tirado por la borda.  Me quedé muda, y la única estupidez que alcancé a pronunciar fue:

-Tranquila, ¿sí? – Claro, era una total idiotez, pero realmente no tenía palabras para esta escena.

 - ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! ¡¿me dejas una carta de suicidio y quieres que esté bien?! ¿Qué acaso no hemos superado muchas cosas juntas? ¿Qué no estoy contigo? ¿por qué me hiciste esto?

- Lo siento, yo… -

- Me haces pensar que soy una mala amiga, que no soy suficiente, que...- no pudo continuar, se soltó a llorar desconsoladamente, agachando la cabeza, sin querer verme

-Claro que no, Luna, yo… Simplemente no tengo otra salida

- ¡Por supuesto que no! ¿Qué pasó con nuestros momentos, nuestras promesas o nuestra amistad? Claro, es obvio que la señorita egoísmo no pensó en su mejor amiga, en su desconsolada madre, en su querido hermano… -soltó sin tacto alguno, rompiendo aún más mi corazón, haciéndome sentir culpable... tal vez tenía razón

- Solamente quería que todo dejara de ser tan confuso, que dejara de sufrir, y quería que consiguieras otra amiga, una digna de ti, porque yo no te merezco, y te he acaparado mucho.

-No digas eso, no otra vez, por favor…

-Eso ya no importa, ¿sí?, no lo volveré a hacer. –dije, sin comprender a mi mente, totalmente atareada.

- Promételo, promételo que no volverás a intentarlo de nuevo, de otra manera no sabría si confiar en ti.

- Lo prometo- dije, desde lo más recóndito de mí.

Después de eso, se quedó conmigo un rato más, hasta que sus padres le llamaron para que volviera a casa.

Nos despedimos, no sin que antes me entregara aquel papel doblado que tanta aversión me causaba, diciéndome que se le hacía imposible conservarlo o tirarlo.

Ese día volví a sentir aquel calor de la amistad, de la risa y de la alegría, de los cual me había olvidado hacía un tiempo.

-JUEVES 3 DE ENERO 2019-

AL día siguiente de mi ingreso me despertaron a eso de las 7 am, y salí de la habitación que me habían asignado. Comencé a caminar por el lobby hasta que tuve que bajar a desayunar, y en los pasillos oí decir a los doctores que el día anterior había llegado un chico con una bala en el cuerpo, el cual había sido estabilizado para su atención. No le tomé mucha importancia; ese día y los siguientes siguieron sin mucho cambio, al punto que no me habría dado cuenta de que la semana transcurría a no ser que hoy jueves, cuando me llamaban para la revisión de rutina, me topé con un chico, de unos aproximados 16, que me recordó a mi hermano y cuánto lo echaba de menos, por lo que decidí hablarle. No conversamos mucho, puesto que yo tenía que entrar, pero por la forma en que me contestó cuando lo abordé sin aparente razón, supe que era por lo menos una persona educada que valía la pena conocer.

Al día siguiente volví a encontrarme con él, esta vez en el comedor, lo cual era un encuentro más casual y menos apresurado, y esta vez fue el quien inició la plática.

Allí me enteré que había sido víctima de una bala perdida que le había dado en el hombro; y bueno, supongo que de alguna manera se iba a enterar tarde o temprano, además no me había respondido nada de manera esquiva, así que supuse que podría ser sincera con él y le conté de la sobredosis, aunque no exactamente la razón de la misma.

También supe que vivía con su padre y los hermanos del mismo (un varón y dos mujeres con sus respectivos hijos), no quise preguntar que había pasado con su mamá, porque supuse que sería un tema delicado; además el no cuestionó cuando le dije que mi papá y hermano vivían en otra ciudad. Supe que (al igual que yo) uno de sus pasatiempos favoritos era la lectura, por lo que le dije que, si quería, podría ir a leer a mi habitación, ya que mi mamá me había traído unos libros y pues bueno a él no le habían traído casi nada

-VIERNES 4 DE ENERO-

Ayer me dijeron que el domingo podré salir de aquí, y hoy me siento renovada, realmente quiero volver a vivir, jamás me había sentido así.

Me dieron ganas de ver a Alfredo y compartirle esta alegría que me desborda, pero sería extraño que fuera intencionadamente a buscarlo, por lo que esperaré a ver si viene a leer

Es extraño que en un lugar así haya encontrado a alguien como él, estoy segura de que podría ser un buen amigo.

Cuando llega, se nota triste, intenta sonreír para disimularlo, pero no le queda mucho. Quiero saber qué le apena, porque en general no me gusta ver triste a la gente, sin embargo, no me siento con el poder suficiente como para preguntarlo directamente.

Lo hago entrar y nos sentamos en la cama, luego me acuerdo que venía a leer y hago ademán de levantarme para tomarlos cuando siento su mano en mi hombro, y sin necesidad de preguntar, empieza a sincerarse conmigo. WOW, esto no me lo esperaba.

-Ayer, después de hablar contigo, una enfermera me llamó porque alguien me buscaba, era mi madre, Dios, desde los 5 que no la veo y se atreve a venir como si aún fuera ese pequeño que abandonó, y quien se culpó noche tras noche por ello. No puede venir así nada más, sin previo aviso, y menos a decirme que quiere encerrarme en un psiquiátrico. NO ESTOY LOCO, TE LO JURO QUE NO, NO NECESITO AYUDA, Y MENOS QUE ALGUIEN DESCONOCIDO INTENTE METERSE A MI MENTE, ESTUDIARLA, COMPRENDERLA Y CUIDARLA CUANDO YO NO LO CONOZCO, ¿M*****A SEA, POR QUE VIENE A DECIRME ESTAS COSAS? Dice que habló con mi papá, que fue el quien fue a buscarla para que diera el consentimiento porque dice que lo necesito. Dios, lo que pasó, pasó, soy una persona distinta a quien fui en esos momentos. Cuando más los necesite a los dos, ninguno pudo darse cuenta de lo que tenía, y ahora que ya lo he superado, “se enteran” y ¿quieren encerrarme? No pueden hacerme esto, no a mí, por favor. Yo, yo sé que no puedo solo, al menos lo intentaba, pude esconder esas cosas por mucho tiempo, y AHG M*****A SEA, ¿QUÉ ESTOY HACIENDO AQUÍ CON UNA DESCONOCIDA CONTÁNDOLE ESTAS COSAS?, yo, te juro que lo intento, estaba estable y viene ella y me desestabiliza por completo. Creí haberle quitado ese poder antes, pero simplemente no puedo, supongo que, aunque no crecí con ella, siempre la necesité… Yo… todo esto no estaría pasando si hubiera tenido las agallas suficientes de saltar de ese puente antes de que nadie viera, PERO TENÍA QUE SER ESE MALDITO BOCÓN A QUIEN ME ENCONTRÉ. Yo, solo… mejor me voy de aquí, no quiero asustarte, aunque probablemente es demasiado tarde. –esta vez fue el quien quiso pararse y yo quien lo detuvo

- Sé que esto es duro para mí, es probable que yo estuviera igual o peor si mis padres decidieran eso en este preciso momento, aunque dada la situación, creo que les he dado suficientes razones para ello. No puedo opinar sobre tu vida, ya que no la conozco, y aunque así fuera, no la vería exactamente como tú; según lo poco que entendí, has tenido intentos de suicidio anteriormente, y no te culpo, es un mundo difícil en el cual no puedes confiar en nadie, y yo misma lo he hecho. Sin embargo, no veo nada de malo en aceptar que necesitas ayuda, y creo que no hay nadie mejor que un profesional para socorrerte. Entiendo que no quieras que te encierren, pero podrías solicitar ir a terapias voluntariamente en lugar de estar allí a la fuerza, y dada la situación, dudo que tus padres se nieguen a eso.

- Es que no es tan simple; aceptar que lo necesito sería aceptar mi propia debilidad y simplemente no puedo hacer eso. Sería aceptar que no puedo manejar mi propia vida, y detesto sentir eso. Y ese intento de suicidio, yo no lo llamaría así, sería más un intento de salvarlos a todos de mí, de mi oscuridad, porque ésta se expande y se tragará a todos los que intenten detenerla. Si tan sólo…- no pudo continuar, los ojos se le llenaron de lágrimas, se giró, no quería que yo lo viera llorar. 

Me acerqué a él, y rodeé su espalda con mis brazos, diciéndole que encontraríamos una manera de arreglarlo lo mejor posible, y de salir adelante

Me miró, y en sus ojos vi un brillo que jamás había visto, en el que se notaba que realmente me creía, y supe que, aunque nos topamos por mera coincidencia, nuestra amistad sería para siempre.

-SÁBADO 5 DE ENERO-

Me desperté a las 8:30 am por una notificación en el celular, y después de un rato me decidí por llamarle a Roberto, con la esperanza de poder contarle lo sucedido. Creo que a final de cuentas tenía derecho a saberlo, ya que él siempre había sido sincero conmigo, pero yo no lo había sido el último año

Mientras marcaba, me detuve a pensar realmente si eso sería lo correcto; le debía muchas explicaciones, le había ocultado muchas cosas, pero ¿y si al narrarle todo, le provocaba algún daño? ¿y si cambia su manera de verme, de tratarme, incluso, de quererme? ¿podría perder su confianza?

Finalmente, me respondió, y charlamos durante un buen rato, me contó la situación de abandono que había estado viviendo con papá, y yo le comenté sobre los somníferos. A decir verdad, no se notaba molesto, puesto que me conocía y entendía mi pesar.

También dijo algo que me hizo sentirme decepcionada, aunque no supe cómo hacerlo entrar en razón en cuanto a aquella situación. Quisiera pedirle consejo a alguien, para saber qué hacer, pero no se a quien, además, ¿quién soy yo para revelar los secretos que otras personas habían dejado en mis manos?

Hoy ha venido mamá a visitarme, le hablé sobre Alfredo, y me quedé con ganas de decirle lo de Roberto, pero no quería defraudar su confianza. Le hablé sobre lo mucho que ansiaba volver a participar en concursos y demostraciones, tal como antes. Ella me habló sobre algunos pacientes en específico, como solía hacer, también seguía proponiéndome posibles carreras universitarias, resaltando mucho la medicina. Y aunque la mayoría de las que hablaba se relacionaban mucho con mis cualidades, no me interesaban del todo, y bueno, de todas formas, aún no he terminado la secundaria, aunque este será mi último curso en dicho nivel.

Realmente estoy muy preocupada por mi hermano, está cayendo muy bajo, casi tanto como yo, y no quiero eso para el verdadero hombre de mi vida. (Y sí, hombre de mi vida, porque a lo largo de nuestras vidas él se ha ganado ese título, y no, no de una forma romántica)

-EN LA MADRUGADA-

Son las 12 de la noche y no puedo dormir. Estoy acostada en el suelo, mirando al techo, después de una larga terapia de lágrimas en la que la única participante soy yo. Hay demasiadas cosas en mi mente que no me dejan pensar. Demasiadas preguntas sin respuesta, pensamientos sin bases, e ideas sin consentimiento.

No sé qué hacer. Estoy cansada, pero no logro conciliar el sueño. Tengo miedo. Miedo de dormir. Miedo de vivir. Miedo de despertar y que nada tenga remedio. Miedo de perder a Roberto, Alfredo, Luna, o incluso a mis padres. Quiero plasmar mis sentimientos en un poema, como solía hacer para calmarme, pero esta vez es imposible. Quiero tener aquella navaja aquí, sujetarla entre mis manos, ver correr mi sangre, como si ese acto cerrara el grifo por el que salen mis lágrimas

He llorado más de una hora, y realmente no sé por qué. Lloro por todo y por nada, por lo que ha pasado y por lo que pasará. No tengo motivo en específico, sin embargo, poco a poco se va convirtiendo en un llanto reparador, que va limpiando cada iniquidad que hay en mi corazón, y llenando cada hueco.

Tomo mi celular y le conecto los audífonos, pongo la primera lista de reproducción que encuentro. Empieza a sonar ¨In my blood¨, de Shawn Mendes. Esa canción realmente describe como estoy en estos momentos, me relaja, cierro los ojos, separo mis brazos y mis piernas. Respiro despacio y escucho el latido de mi propio corazón. Susurro, me digo que todo estará bien, estoy con vida y eso es suficiente.

Me permito sumergirme en la música, logrando que se disipen mis angustias y temores

Me siento mejor, porque sé que mientras viva, puedo ser mejor cada vez, y que, para cambiar al mundo, debo iniciar por cambiarme a mí misma.

Finalmente logro conciliar el sueño.

-DOMINGO 6 DE ENERO-

Me he despertado terriblemente tarde y tengo ganas de no salir de la cama. Hace frío y se antoja quedarse todo el día acostada, con una bebida caliente en la mano. Cierro los ojos e intento dormir de nuevo, pero una voz interrumpe mis pensamientos.

-Señorita, ¡qué bueno que ya esté despierta! Si estoy en lo correcto, mañana podrá salir del hospital. - es una gran noticia, lo sé, pero mi mente se queda divagando, ¿y Alfredo? ¿cuándo saldrá? ¿qué pasará con él, con su familia y demás?, después de ello pienso en mí, en lo que pasará cuando regrese a la casa y a la escuela. ¿Se enterarán de lo que pasó? ¿podré continuar mis estudios de una manera eficiente? ¿todavía puedo entrar a algún otro concurso de matemáticas, los cuales dejé cuando mis padres se separaron?, y… Roberto, ¿qué sucederá con él? ¿podré ayudarle con su “pequeño” problema? ¿y mis padres? ¿podrían volverse a ver? ¿se juntarán de nuevo? ¿será todo como antes?, esas y un sinfín de preguntas más me invaden la mente; la enfermera se da cuenta de ello, por lo que pregunta si estoy bien. Respondo con un gesto afirmativo, y pido que salga de la habitación.

Pasa el tiempo… Una hora… Dos horas… Tres horas… Finalmente decido que es tiempo de salir del cuarto, distraerme un rato… Quizás buscar a Alfredo… Pero apenas abro la puerta y me encuentro con la persona que menos esperaba ver en este momento… Mi hermano.

Me pregunto cómo lo dejaron ingresar en este estado. Probablemente mamá lo vio entrar y lo envió directo aquí. Pensando que yo podría ayudarlo.

Por poco y no lo reconozco… se ve escuálido, ojeroso, pálido… tiene los ojos inyectados en sangre… está drogado.

Fija su mirada en mí, e inmediatamente se me abalanza encima intentando darme un abrazo

Sin embargo, no es un abrazo cálido, como yo lo recordaba. Tampoco emana ningún tipo de emoción. Está vacío. Tan vacío como el alma de mi hermano en estos momentos, donde es incapaz de demostrar nada. Tan vacío como yo estaba al ingresar a este lugar.

Retrocedo, ingresándolo a la habitación. Lo acomodo en mi cama

Acto seguido, mi mamá entra al cuarto. Me explica que lo ha encontrado divagando en la calle y que solicitó que lo dejaran entrar. Dios sabrá en que estaba pensando el jefe de mi mamá al otorgar el permiso que mi mamá solicitó. Y me siento mal por mi mamá; y sé que, aunque ella no lo demuestra, está destrozada, decepcionada, preocupada. Me siento culpable y avergonzada, puesto que le hemos provocado todo esto. Porque estamos arruinando su reputación.

Sale de la habitación, con la cabeza agachada, cerrando la puerta detrás de ella.

Intento hablar con mi hermano, pero finalmente me doy por vencida, por lo que empiezo a meter mis cosas en la caja en la que vinieron; simplemente para aprovechar el tiempo y distraerme un rato

Una vez he terminado de empacar, me siento en la orilla de la cama puesto que el resto está ocupado por mi hermano. Tomo mi celular y le mando mensaje a Alfredo, necesito hacer algo, o al menos no estar sola, porque sino me volveré loca, y bueno, es la única persona (además de mi mamá) que conozco aquí:

“Hey, puedes venir un momento? Tengo un problema”

Mientras espero su respuesta, busco mis auriculares, los conecto y pongo música. Me recuesto en el suelo, esperando su llegada.

Llega una notificación de él y me relajo, él sabrá que hacer.

“Claro, voy en un momento, no te preocupes ;)”

Unos instantes después alguien toca la puerta, me levanto y lo dejo entrar.

- ¿Qué p…? - interrumpe su pregunta al ver al muchacho en mi cama. - ¿Él es...?

-Sí, él es mi hermano. –le interrumpo. – Mamá lo vio caminando en la calle y pidió permiso para tenerlo aquí. - mientras hablo me siento en el suelo, acto seguido, Alfredo realiza lo mismo.

- ¿En qué estaban pensando al ingresarlo en este estado? Debieron desintoxicarlo antes– comenta

- Lo mismo me digo… ¿Qué puedo hacer? – lo miro a los ojos, perdiéndome en ellos, buscando una respuesta.

Se queda callado un buen rato, hasta que comenta

- Si te soy honesto, realmente no tengo idea…

Bajo la mirada, y por alguna extraña razón, me fijo en sus labios… nunca los había visto así, no los había sentido tan… cerca. 

Él se da cuenta de lo que ha pasado e imita mi acción. Poco a poco comienza a acercarse lentamente a mi rostro… cierro los ojos, intentando olvidar que mi hermano está drogado en mi cama, que intenté suicidarme, que estoy en un hospital… intentando perderme en sus labios

- ¡Ah, mi cabeza! ¡Duele! – exclama alguien detrás de nosotros, interrumpiéndonos en lo que fuera que estaba a punto de suceder.

- ¡Roberto! Al fin despiertas – Exclamo, alejándome de Alfredo

- Cassandra, ¿qué está pasando? ¿Dónde estoy? ¿Quién es él? – dice, señalando al chico que tenía al lado. Rayos, había olvidado lo celoso y posesivo que es conmigo

- Mamá te encontró drogado en la calle y se le ocurrió la maravillosa idea de traerte a la habitación donde estoy pasando mi estancia en el hospital, y él es Alfredo, lo conocí aquí

- Creo que eso explica todo…

- ¿Puedo saber qué hacías en la calle en ese estado? – inquiero.

- Ah, bueno, eso… papá no estaba en la casa y pues salí, no quería estar encerrado y estaba ansioso por verte, así que…

- ¿Creíste que era buena idea venir verme a un HOSPITAL estando DROGADO?

- Ah, sí. Bueno… ese es otro cantar… cuando salí de la casa vi a unos amigos y pues me quedé un rato con ellos… y pues ya sabes, tenían droga, y me ofrecieron… y no quise verme grosero y acepté…

- Roberto, esto es grave. No puedes estar haciendo eso… piensa en, en mamá…

- Tú debiste pensar en ella antes de tomarte las pastillas… al menos yo no he intentado matarme…

- ¡Antes mil veces muerta a estar en drogada en la calle! –grité.

- Ah, ya estaba olvidando tus gritos, ja, creo que jamás me libraré de ellos. Pero por favor, ahora no, que mi cabeza va a estallar.

- ¡Pues eso te lo has buscado tú! ¡Adicto! - me levanté, queriendo salir de allí

- Cass, cálmate. –Dijo una voz distinta a la de mi hermano, a la vez que alguien toma mi mano; había olvidado que ahí estaba Alfredo.

- ¡Todo es culpa suya! ¡si él no hubiera entrado a la habitación de mis padres ese día y hubiera visto…! – se me quebró la voz, dolían tanto los recuerdos… las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos...

Intento parar las lágrimas, pero simplemente no puedo. Intento zafarme del agarre de Roberto y salir corriendo de la habitación, ya que no me gusta que me vean llorar. Al darme cuenta de que no lograré nada jalándome, lo miro a los ojos, suplicante. Él se limita a darme por respuesta una sonrisa triste y una negación con la cabeza. Acto seguido me acerca más a él, permitiéndose abrazarme. Intento resistirme, pero es imposible… Necesitaba un abrazo así.

Me escondo en su cuello y me consiento, dejándome llorar a lágrima viva como mucho tiempo atrás no lo hago.

Ahí estoy yo, permitiéndome ser débil, llorando en el hombro de un desconocido que se convirtió en un amigo, con mi hermano parado al lado, sin saber qué hacer. Dejo pasar un poco el tiempo, hasta que decido que ha sido suficiente. Las lágrimas cesan, y poco después dejo de hipar, dispuesta a separarme del chico que me está sosteniendo, decidida a enfrentar a mi hermano.

Abro la boca, intentando decir algo, sin embargo, la cierro instantáneamente, puesto que no sé exactamente qué decir.

Ambos chicos se dan cuenta de mi gesto, por lo que Roberto comienza a hablar:

- ¿Qué ha sido eso? – dice mi hermano, refiriéndose al abrazo del cual me acabo de soltar

Alfredo y yo nos miramos, sin saber qué decir. Finalmente contesto algo molesta: – La verdad, nada del otro mundo. –  mientras, sigo intentando pensar en algo más inteligente.

Nos envuelve un silencio incómodo, el cual intento romper diciendo: - Mañana me darán de alta, Alfredo, ¿a ti ya te informaron cuándo saldrás de este lugar? – el chico únicamente mueve la cabeza en un gesto negativo.

-Bueno, no importa, te visitaré hasta que salgas. – sé que ese comentario ha molestado a mi insoportable hermano, perfecto, lo que me faltaba, salir sola de este lugar y tener que soportar los celos de ese hombre, genial (nótese evidente sarcasmo, ja)

Una vez dicho eso, salí de la habitación, rogando porque a mi consanguíneo le quedara un poco de cordura y no moliera a golpes a mi amigo, pero bueno, son hombres, mejor no me meto.

No sabía a donde ir, el único lugar donde estaba en el hospital era en mi cuarto, en el de Alfredo o a veces… ¡La cafetería! Eso es, iría a comer algo, al menos si me preguntaban, tendría la excusa de que tenía hambre.

Una vez que terminé de comer, saqué mi celular y mis audífonos de la bolsita que traía, al menos la costumbre de siempre traerlos conmigo iba a servir de algo. Conecté los audífonos al aparato, le pongo play a la música, cerré los ojos y me dejo llevar.

No sé cuánto tiempo haya pasado así, ni en qué momento las dos personas que abandoné en el cuarto habían llegado aquí, me di cuenta de su presencia hasta que uno de ellos carraspeó, por lo que abrí los ojos. Oh, no, están aquí dispuestos a interrumpir la tranquilidad que había logrado obtener después de lo sucedido, je

- ¿Se puede saber qué demonios haces aquí y por qué huiste luego de la escenita que me montaste? -Dice Roberto

- ¿Así saludas a tu querida hermanita después de cómo te mostraste en mi habitación? Tú mejor que nadie sabe que mi pieza es un lugar sagrado, lástima que dos mocosos inmaduros hayan irrumpido allí, por eso salí de esa forma, además, tenía hambre. –Digo sin importancia, señalando mi plato vacío. Oops, creo que tengo que excluir a Alfredo de eso

-Supuse que estarías aquí y que dirías eso, no sales de tu habitación por voluntad propia más que para ir a la mía o para venir a comer, no es tan difícil conocerte. - Esta vez es Alfredo quien habla, con un tono tan arrogante que me dan ganas de ahorcarlo. A ver, no, cálmate Cassandra o te terminarán llevando a un psiquiátrico, tienen suficientes razones para ello.

- ¿Verdad que si? Aunque siempre se ha jactado de ser “difícil de comprender” –esta vez es mi hermano de nuevo, vaya tal vez por eso es que Luna dice que su cerebro es del tamaño de una nuez.

- ¿Qué no tienes nada mejor que hacer? Tampoco es que me haga gracia estar aquí, pero no tengo otra opción, has irrumpido en mi rutina y sabes que lo detesto –suelto con molestia e incomodidad, casi con el mismo tonito de arrogancia de Alfredo, parece que no me conoce por como habla, ja, como si yo fuera tan fácil

-Oh, vaya, la princesita se puso ruda. Pues tal parece que no hablabas así cuando estábamos juntos, ¿Qué acaso eso era falso? –Genial, estos chicos van a sacarme de mis casillas

-Pues me gustaba pasar tiempo contigo cuando te comportabas de otra manera, amable y gentil, pero tal vez solo era una máscara. Quien sabe, a lo mejor es por eso que tu madre te abandonó. –digo sin tacto alguno, auch, eso debió doler.

-Uy, ya parejita, dejen de discutir que me van a volver loco

-Pues a mí me vuelven loca los dos con su presencia y arrogancia. Vayan a molestar a otro lado

-La verdad no hay otro lado a donde ir a molestar, y para ser sincero a mí me vuelves loco -  ¿Otra vez ese tonito arrogante? ¡Agárrenme que voy directa a matarlo! vaya que me equivoqué con él

- ¿Por qué no mejor se largan? Podrían escaparse y tomar droga o algo por ahí, creo que a ambos se les da, eso, y destruir familias- Una vez dicho eso, el ambiente se puso aún más tenso que lo que estaba, demonios, ¿cómo pude decir algo así de ellos? ¿Para qué tengo boca si solo la uso para decir estupideces?

-Vale, pues, si lo que querías era huir de tus problemas como siempre, lo hubieras dicho, no hacía falta que nos lastimaras así. –contesta mi hermano, dándose la vuelta y yéndose junto a mi amigo

-No, esperen, yo no quería... –empiezo a disculparme, cuando una voz me interrumpe

-Vaya que querías, si hubiera sabido que tenías esa opinión de nosotros, no hubiera respondido ese mensaje tuyo donde decías necesitarme. – bueno, al menos hice que cambiara su tono de voz (nótese mi intento de aligerar el ambiente en la página, cof cof)

Pero que desastre. No sé en qué estaba pensando al responderle así a los dos, los lastimé, soy una m****a.

-Esperen…

-No vale la pena, déjalo, de todas maneras, acaban de informarme que, al igual que tú, saldré de aquí mañana, espero que te vaya bien en tu regreso a tu vida. Tenía la esperanza de poder salir los tres algún día, me encariñé contigo, lo siento. Por cierto, creo que la que no conoce a su hermano eres tú. Siento lástima por él, ha tenido que soportarte toda tu vida. Posdata, fue lindo conocerte, y hablar con él, es buena persona.

WOW, eso me dejó helada, Dios, ¿quién es él?  Ahora sí que la regué, y feo. Lo buscaré más tarde, no puedo dejar esto así.

Me fui a mi habitación, y después de pesarlo varias veces, me decidí a ir a la de Alfredo, necesitaba hablar con ambos, y seguro los encontraría allí.

Una vez en la puerta de aquella pieza, toqué, pero nadie respondió, nadie abrió.

Así que giré la perilla e ingresé…

Estaba preparada para cualquier situación, menos esta…

La habitación estaba sumida en una oscuridad infernal que calaba hasta los huesos, y al accionar el interruptor del foco, pude percatarme de que, en el fondo del cuarto, se encontraba un texto aterrador, escrito con sangre y con evidente prisa, el cual decía:

‘’Nos vemos en el psiquiátrico, maniática’’

Y lo siguiente que recuerdo es haber caído de rodillas, gritando de manera horripilante, para finalmente caer desmayada

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