2. El reencuentro.

— ¿y bueno...? — sí, ese es Lian esperando a que diga algo.

— yo... he bueno yo... ya sabes estaba...— y si, esa soy yo y mi patético intento de responder a su pregunta.

Pero es que es muy difícil poder decir algo coherente cuando tu cabeza está hecha un lío. Sucede que las personitas que allí habitan son un desastre en este momento.

Unas corren como locas. Otras están paralizadas. Las más razonables tratan de recordar que hacía yo ahí. Unas gritan ¡¡CORRE, PERRA, CORRE!! Eso es precisamente lo que quiero hacer, pero él está justo en la puerta, así que no sería posible. Y otras, las hormonales, solo disfrutan de la vista.

Y no las culpo, porque de verdad que es una muy buena vista. De hecho si nos encontráramos en una situación diferente de seguro yo estaría como ellas.

Lian ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi. Eso fue hace dos años, en una de las pocas veces que mama y yo pudimos venir para navidad. Pero en ese tiempo el tenía unos feos brackets, la voz gallosa y un cuerpo largo y delgado. Pero ahora. Por todos los cielos, parece la imagen personificada de las maravillas que Dios puede crear.

Está un poco más alto, con un cuerpo musculoso y trabajado, su cabello castaño claro esta desordenado de una forma rebelde que le queda de maravilla, y su cara está más madura y atractiva. En serio que la pubertad lo agarro con mucho cariño. No como a mí que en lo único que he cambiando es que crecí uno o dos centímetros más. Que desgracia.

He de admitir que no esperaba que nuestro reencuentre fuera tipo película de romance. En el que los protagonistas se dicen lo mucho que se extrañaron y esas cosas que solo pasan en esas historias. Pero tampoco esperaba que fuera conmigo metida sin permiso en su cuarto. Se puede mal interpretar de muchas maneras.

No me había fijado de que lo estaba viendo demasiado. Hasta que el carraspea llamando mi atención, haciendo que lo mire a la cara.

Sé que estoy ruborizada puedo sentir la cara hirviendo por la vergüenza, así que bajo un poco la cabeza para que no vea mi cara de tomate. Pero como la suerte no es lo mío, el nota mi pena y esboza una sonrisa ladina mientras me mira con diversión.

— ¿sabes una cosa? — empieza a hablar sin despegarse de la puerta y con una sonrisa que derretiría a cualquiera — siempre supe que algo no estaba del todo bien en ti. Pero meterse a escondidas en la habitación de otros es de gente loca.

Un momento.

Yo entiendo que la situación no se ve bien. Pero decir que yo me había metido a chismosear en su cuarto y aparte de que soy una loca, me molesta un poco.

Ese sentimiento permite que las personitas de mi cabeza entren en razón, haciendo que encuentre mi seguridad, levente mi cabeza y pueda recordar porque era que había entrado aquí en primer lugar.

— yo no me metí a escondidas a tu cuarto. Toque, la puerta, estaba abierta y como nadie contesto entre — me cruzo de brazos un poco molesta — y vine para decirte que la cena esta lista.

— si claro, como si me lo fuera a cree — comenta con sarcasmo y volteando los ojos.

— bueno pues a mí no me importa lo que pienses. Porque yo se que lo que digo es verdad.

El abre la boca para decir algo. Pero no puede por qué un grito que proviene de abajo lo interrumpe:

— ¡CHICOS A COMER! — grita Daine

— ¿viste? — le doy una mirada de suficiencia.

El no dice nada. Por un rato solo se queda ahí parado escudriñándome con la mirada, gesto que me pone un poco nerviosa, pero trato con todas mis fuerzas de no demostrarlo, hasta que al final se quita de la puerta para que yo pueda salir.

— Después de usted —  hace uno de esos cómicos movimientos que hace la gente elegante para permitirle el paso a otras. Pero justo cuando paso a su lado dice en un susurro — loca.

Eso hace que me pare de golpe.

¿Pero qué le pasa a este chico? Yo no le he hecho nada y él se comporta como un imbécil. Aunque tenía la mínima esperanza de que pudiéramos volver a ser amigos, sabía que cuando lo volviera a ver no iba a ser lo mismo. Pero esto es demasiado. Me trata como si yo fuera una loca y bueno también dice que lo soy.

La verdad es que el siempre había sido un poco burlón, sobre todo conmigo, le encantaba fastidiarme. Pero en ese momento teníamos más confianza. Ahora somos como dos desconocidos. Podría tener un poco mas de decencia.

Me doy la vuelta para encararlo. Pero mi valentía flaquea al notar que la cercanía hace que el parezca un gigante y yo una hormiga, y que además se ve aun más guapo. El se percata de mi incomodidad y esboza una sonrisa arrogante en su ridículamente atractiva cara.

En serio odio lo fácil que soy de leer y lo difícil que se me hace ocultar mis emociones.

El me quiere ver la cara de estúpida. Y no le voy a dar el gusto. Sé que él quiere que yo me defienda o lo insulte para que el pueda rebatir con una burla, el cree que voy a caer en su jueguito, pues no. Porque si hay algo que tengo es dignidad.

Así que después de darle mi mejor cara de odio, sin decir nada, doy media vuelta y me voy.

Cuando llego al final de las escaleras siento como si me hubieran quitado una bolsa, que no sabía que tenía, de la cabeza que no me dejaba respirar bien. No me había dado cuenta de la enorme tensión que había en el momento en el que estaba con él. Ahora me aterra estar a solas con Lian. No quiero volver a sentir esa sensación, es extraña.

Desde la entrada de la cocina se puede percibir un fantástico olor que me hace agua la boca. Al entrar me encuentro con la mesa llena de una deliciosa cena. Y Aparte de eso también está el señor Harry, el esposo de Daine.

Al verme se acerca a mí y me da un gran abrazo junto con un paternal beso en la frente. Y yo lo recibo con mucho cariño. El siempre ha sido muy bueno conmigo, solía decir que era como la hija que nunca tuvo y también cuando mi padre nos dejo el estuvo ahí animándome y acompañadme. Estoy muy agradecida con él.

— pero mira que grande estas — comenta después de soltarme y darme una mirada con una sonrisa cariñosa — y también tan bonita.

Pero el maravilloso momento se ve interrumpido cuando Lian, el cual no me había fijado que estaba parado detrás de mí, con su sonrisa burlona murmura, en un tono lo suficientemente bajo para que solo yo pueda escucharlo, y con su particular sarcasmo:

— sí, claro.

Este idiota me está haciendo perder la paciencia. Como dije antes no le iba dar el gusto, así que hago oídos sordos al comentario de Lian y sigo hablando con el Señor Harry, quien no parece haber escuchado a su hijo porque sigue hablando con normalidad.

El castaño también actúa como si nada y se acerca a mi mama para saludarla dándole un fuerte abrazo.

— Bueno vamos a sentarnos —dice  Daine mientras pone el pollo en la meza.

Todos nos sentamos en la mesa para empezar a comer. La cena consiste en pollo al horno, puré de papas, ensalada de tomate con lechuga, y una refrescante limonada. Todo se ve exquisito.

— ¿Por qué tardaron tanto allá arriba? — esa pregunta la hace mi mama mientras todos nos servimos la comida.

— Nada solo hablando — responde Lian con un simple encogimiento de hombros.

He de admitir que me ha salvo al haber respondido. Por que de seguro si lo hubiera hecho yo. Habría empezado a decir un montón de loqueras para después pararme de la mesa e irme como si nada, no era la primera vez que me pasaba. Y de seguro mama notaria que algo estaba mal, y después quien aguantaría las preguntas que me iba hacer.

Así que en todo lo que va de noche esa es la primera cosa buena que ha hecho Lian.

Después de eso todos comenzamos a comer. La comida no solo se ve exquisita, también lo está. Aun que claro no tan buena como la de mama. Pero hay que admitir que Daine sabe lo que hace. Y se lo hacemos saber con nuestras palabras de felicitación por su buen trabajo.

Por ahora todo ha ido de maravilla.

Bueno sin contar el hecho de que cada vez que mi mirada se posaba en Lian este parecía sentirla y me la devolvía. Y terminábamos en una guerra de miradas, un tanto extraña. Pero al final yo siempre la apartaba.

Cuando ya casi todos estábamos terminando mama decide incluirnos a Lian y a mí en la conversación que estaba teniendo con la pareja. Pues ellos estaban habla que habla y nosotros no decíamos nada.

— Bueno chicos este ya es su ultimo año en la preparatoria — menciona pasando la mirada de Lian hacia mí, y viceversa.

— ¿no les parece increíble que la terminen juntos? — pregunta Daine con emoción.

¡Si que emocionante! — nótese el sarcasmo

— ¡si es increíble! — responde mama con la misma emoción

—Y mañana es su primer día  —continua con entusiasmo Daine —  Estaba pensando, Abby. Que tal vez Lian te pueda llevar y mostrarte la escuela.

— ¿Qué? — bramamos Lian y yo al mismo tiempo. Al voltear a verlo me doy cuenta que no soy la única sorprendida. De hecho tiene una expresión muy cómica de confusión en su rostro y me imagino que yo me he de ver igual.

— ¡ay si, qué gran idea! — dice mi mama con cara de felicidad.

— Pero mama yo...— empieza a rebatir Lian un poco aturdido por la noticia.

Pero su mama lo interrumpe mientras le regala una de esas miradas de mama que parecen calmadas, pero que uno sabe que de calma no tienen nada. Y luego decreta con voz pausada:

— ya está decidido. Vas a llevar a Abby mañana a la escuela y le darás un recorrido.

Perfecto parece que no es suficiente con tener que ir a la misma escuela con él, sino que también me tiene que llevar a esta. La verdad es que no se qué he hecho en mi vida para tener tanta mala suerte.

Con eso se ve finalizada la conversación, así que todos no dedicamos a terminar nuestra comida en silencio. Al terminar ayudo a Daine a recoger la mesa y a lavar los platos.

Luego de eso ella, su marido y mama salen al patio para ver las flores que Daine ha sembrado. Y como no soy amantes de las flores, me quedo en la sala viendo un viejo álbum de fotos que Daine me dio.

En el salen fotos de cuando Lian y yo estábamos chiquitos. En nuestro primer día de escuela, en la cual salía un Lian con los ojos llorosos porque no quería ir. En la feria. Una en la casa del lago. También hay una muy chistosa de cuando se nos cayó nuestro primer diente y salimos sonriendo con el diente de abajo faltante.

Ver estas fotos me hace extrañar mucho esos tiempos. El y yo éramos muy unidos, hasta que paso lo que paso y todo se fue a la b****a.

Estoy tan concentrada viendo las fotos que nuevamente no me doy cuenta que Lian está parado viéndome, hasta que se sienta a mi lado.

— ¿sabes? pensé que lo habías superado — menciona con tranquilidad e indiferencia, como si me estuviera hablando del clima — pero al verte curioseando en mi habitación me di cuenta que no.

— y ¿se puede saber qué es eso que tenía que haber superado? — pregunto con curiosidad.

— Tu enamoramiento por mi — alude regalándome una sonrisa de lado.

Y esa es la gota que derramo el vaso. De todo lo que pudo haber dicho, esto es lo peor.

Como esta vez no hay nadie que me impida poder salir de aquí. Tranco con fuerza el álbum y me levanto del sofá, para luego irme con la cabeza en alto y paso decidido de la forma más digna que puedo. Sé que debo estar más roja que un semáforo. Pero no de vergüenza sino de rabia.

¡Este jodido idiota!

Al cerrar la puerta del baño, que fue el único lugar que se me ocurrió donde podría esconderme, es que me siento con la libertad de desahogarme. Así que como una desquiciada me pongo a dar golpes a la nada. Y a soltar grititos con la boca cerrada para que no se escuchen.

De seguro se preguntaran que estaba hablando el idiota. Bueno para resumir. Cuando teníamos 10 años más o menos, yo había caído en un pequeño enamoramiento por Lian. Pero nunca me había atrevido a decirlo por miedo a perder su amistad.

La cosa esta en que una vez, junto con unos amigos, estábamos jugando videojuegos hasta que se fue la luz. Así que para matar el tiempo un niño propuso jugar verdad o reto, y como no teníamos nada que hacer accedimos.

Al principio todo era normal los retos pasaban de morder un diente de ajo a corre gritando "soy un loco" y las preguntas eran Igual de absurdas. Al ser mi turno, y como yo no quería gritar que era una loca, elegí verdad.

Mala idea. Muy mala idea.

Porque un niño me pregunto quién me gustaba.

Yo no pensaba decir nada, pero ellos empezaron a presionarme y se me salió. Hubo un pequeño silencio hasta que alguien estallo en carcajadas y después lo siguieron los demás. Y a pesar de las bromas me molestaban lo que más me dolió fue que Lian también se estaba riendo, y aparte hacia comentarios como: ¡no puedo cree que le guste a una niña tan fea!, o ¡qué asco! Y cosas como esas.

Fue horrible. Y rompió mi pequeño corazoncito de 10 años.

Después de eso no le quería hablar más porque estaba molesta y el tampoco se disculpo, cosa que me puso aun más molesta. Por fortuna un tiempito después nos mudamos y pude rehacer mi vida. Conocí a Carter y al imbécil de mi ex novio. Pero ese es otro cuento. Apenas estoy saliendo de un momento de rabia como para entrar a otro.

Al finalizar mi sesión de golpes con el aire. Me lavo la cara y salgo del baño ya más tranquila. Los golpes al aire son terapéuticos, los recomiendo.

Cuando llego a la sala me encuentro a mama hablando con Daine y el señor Harry. Ella me dice que es hora de irnos, así que después de despedirnos como cinco veces de ellos, finalmente nos vamos. Por suerte el idiota no estaba allí, porque no se qué haría si así fuera.

Pero es en la tranquilidad del auto de mi madre, en el viaje de vuelta a casa, que caigo en cuenta en algo que se me había olvidado todo este tiempo.

Mañana Lian me pasaría buscando para ir a la escuela.

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