Capítulo 4. Sensaciones

Blake

Manejo un poco desorientada, había cruzado la autopista incorrecta, hasta llegar a las afueras del centro de la ciudad. Me detuve a un lado de la carretera. El corazón no dejaba de latir a toda prisa, mi mente me recreaba una y otra vez lo sucedido. Sus labios, sus caricias, y sus gruñidos. Me bajé del auto azotando la puerta furiosa.

 — ¡No Blake! ¡Es trabajo! ¡Piensa! ¡Detén esto! —caminé unos cuantos pasos, e intenté respirar calmada. Comencé a reír sin sentido. Recordé cuando escupí sin querer sobre su ropa y rostro. Reí más fuerte. — ¡Eres una tonta! —la risa, fue acompañada después de unas lágrimas al reír mucho. El tráfico era escaso. El móvil comenzó a sonar, atrayendo mi atención. Al sacarlo de mi abrigo, me sorprendió ver las casi veinte llamadas de Christian y mensajes “¿Dónde estás? ¿Qué fue lo que hice?” “Contesta por favor.”

 Sentí emoción al ver que se preocupaba. Nadie lo hacía, ni mis compañeras, ellas solo por cumplir el trabajo y el maldito bono al terminar cada uno.

 Apagué el móvil, necesitaba restablecer mis prioridades y estaba decidida a renunciar. Que otra mujer lo hiciera, pero el solo pensar que otra lo besara… mi estómago ardía. Y me enfurecía.

 ¡Esta no eres tu Blake! ¡Solo tienes dos días de conocerlo físicamente! ¡Meses estudiando su perfil! Esto es imposible…

 Me senté sobre la cajuela y comencé a distraerme en el tráfico de la noche. Necesitaba aclarar esto. Autos pasaban a gran velocidad, solté un suspiro de cansancio. ¿Por qué seguía en esto? ¿Por qué no podía conocer a alguien de forma normal? Me inundé con mis propios pensamientos una y otra vez perdiendo la noción del tiempo.

 — ¿Por qué apagas el móvil? —la voz de Christian me pinchó mi burbuja haciendo saltar de mi lugar, al girarme vi el Bentley estacionado en la parte delantera de mi auto. No sé en qué momento llegó.

 No pude moverme de mi lugar. Se acercó con sus manos en sus bolsillos y se notaba la tensión en su cuerpo.

 — ¿Qué haces aquí? —dije en un tono demasiado acusador.

 —Me preocupé en la forma que saliste, en la que patinaste llanta en el estacionamiento y como te metiste en el tráfico. Eso es imprudente con el alcohol que tienes aún en la sangre—Bajó la mirada a sus pies—y hasta mi jefe de seguridad quedó igual de inquieto que yo…me ayudaron a localizarte, pero solo fue en esta ocasión. Realmente me preocupé.

 Tragué saliva y se acercó a mí hasta quedar frente a frente y podía decir que estaba casi a su altura sentada desde aquí. Su rostro estaba cansado, mostraba unas ojeras y un poco de barba de días.

 — ¿Por qué te preocupaste? ¡Apenas nos conocemos! Soy una extraña para ti y tú para mí. Tengo que parar esto—dije sin filtro. El corazón se me aceleró cuando se acercó más a mí.

 —No tienes por qué parar nada, Blake—dijo posando sus manos en mis rodillas. Bajé la mirada y podía él sentir como mi cuerpo empezaba a temblar.

 —Christian, no me conoces…—dije negando lentamente, el nudo en mi garganta se estacionó. Él asintió.

 —Eras una niña de sangre española y americana, que abandonaron cuando solo tenía tres años en las puertas de un orfanato, sufrías de maltrato de tus compañeras hasta que descubriste como defenderte, eras la primera en clases, pero la peor de todas por tu actitud rebelde, pero, aun así, las monjas del orfanato te adoraban e hiciste de todo para no ser adoptada. Tu familia era ellas y con ellas te ibas a quedar—se terminó de acercar a mí y yo era un total desastre. Sus pulgares acariciaron mis mejillas y a la vez limpiaban las lágrimas que salían de mí, como recordatorio de mi vida pasada, nadie sabía de eso solo George cuando me investigó antes de empezar a trabajar. 

 — ¿Cómo…? —no podía terminar de preguntar, cuando su dedo se posó en mis labios para callar.

 —Estuviste hasta los dieciocho años con ellas, trabajaste en una tienda de supermercado de medio tiempo y otros para seguir estudiando y así terminar tus dos carreras, Mercadotecnia y Especialista en Negocios Internacionales. Sabes 5 idiomas: español, italiano, ruso, alemán y el inglés. Eres la mejor negociando, pero no has querido ser ascendida. Y no entiendo el porqué. Lo demás, es que entraste a trabajar a empresas Frederc hace dos días al aplicar en línea y solo eres la asistente ejecutiva de David Loster. Eres también asistente en Wellington hace tres años, tu jefa, Leonora Ducketsy que ha intentado ascenderte, pero por algo que aún no encuentro el verdadero motivo… no has querido. Eres soltera, no has tenido una relación, pero has salido con varios de mis colegas de negocios, has estado en las sombras, solo saliendo, cenas, espectáculos, opera, cine…pero ahí termina. Sin alguien que te respalde, que te cuide como te lo mereces. Y lo más extraño… es que los terminas sin decir más. Sí, he investigado, en mi posición como él único heredero de la familia Haggard, tengo que saber todo de la gente que me interesa y me rodea. Me interesas Blake y mucho…—dijo fijamente sin parpadear por segundos.

 —Yo…—no supe que decir en ese momento.

 —Creo que… te preocupa el nivel económico de la persona. Pero déjame decirte que puedo adaptarme. Si quieres solo sentarte en las escaleras de tu departamento en la noche a tomar una copa de vino blanco, puedo sentarme a tu lado a tomarla. No quiero que te intimides por mí vida y mi alrededor. Si el restaurante fue mucho… podemos ir a comer unos tacos en la esquina, o ir a un café. Nunca lo he hecho, pero podría hacerlo contigo—eso me hizo mostrar una sonrisa.

 — ¿Lo harías? —dije sonriendo mientras limpiaba mis lágrimas.

 —Puedo hacerlo, pero solo si tú… lo quieres—se me cortó la respiración.

 Nos quedamos en silencio… no sabía que decir, el tenerlo cerca no me dejaba pensar con claridad.

 —Blake…—no lo dejé hablar. Mis labios atraparon ansiosamente los suyos. No pensé, solo deseaba besarlo. Él me correspondió posesivamente y me rodeó para acercarme a su cuerpo.

Blake, estás jugando con fuego.

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