04: El chico conoce a la chica

Yuri abrió los ojos. Estaba acostado en su cama.

—¿Un sueño…? —se preguntó.

—Me temo que no —respondió su padre a su lado.

Yuri primero vio a su padre y lo vio tranquilo, para después llevarse las manos al pecho y sentir un par de senos, apretó sus piernas y como ya lo había constatado momentos antes, no había nada entre ellas.

Ya habiendo superado el shock inicial y viendo lo tranquilo que estaba su papá ante la situación, Yuri se pudo tomar las cosas con “calma”.

—Tú sabes qué es esto, ¿verdad? —preguntó bastante molesto.

Socorro sonrió con culpa y eso le bastó a Yuri para confirmar sus sospechas.

—Lo primero que debo hacer, es disculparme contigo —dijo Socorro sin animarse a mirar a Yuri—, por no habértelo dicho antes.

—¡¿Cómo no decirme algo como esto?! —gritó Yuri furioso levantándose un poco de la cama.

Sin cambiar su expresión culpable, Socorro respondió:

—Bueno, luego de cómo la tomaste contra las mujeres después de que tu madre nos abandonó, me aterraba pensar cómo ibas a tomar esto. Perdóname por eso.

Yuri abrió los ojos, se tranquilizó un poco y se recostó en la cama mirando al techo. Una vez más, la estúpida de su madre le había arruinado la vida.

—¿Qué es esto? —preguntó Yuri con amargura.

Socorro se relajó al ver que Yuri le estaba poniendo las cosas un poco más fáciles, se reacomodó en la silla en la que estaba sentado y sin darle más vueltas respondió:

—Una maldición que aqueja a nuestra familia desde mi tátara abuelo, José María Ramos.

Yuri abrió grandes los ojos, miró a su padre y dijo:

—José María… ¡¿Pues qué hizo ese idiota?!

Socorro miró por la ventana antes de comenzar a narrar la historia.

A finales del siglo XIX, nuestra familia era… más pudiente de lo que es ahora. José María era el hijo de un importante hacendado y como tal, era bastante malcriado para su edad. Lastimó a mucha gente… e imagino que se metió con la persona equivocada.

Una noche, para su cumpleaños número quince, se fue a emborrachar a la cantina del pueblo con algunos capataces de la hacienda. Envalentonado por el alcohol regresó solo a casa y fue ahí cuando se encontró con alguien en las oscuras calles del pueblo: una bruja, una bruja que según le dijo ella había sido contratada por una de las tantas personas que José María había lastimado para darle una lección, así que le lanzó una maldición.

Al día siguiente, José María despertó convertido en mujer. Y lo peor de todo: la maldición fue heredada, por lo que al cumplir quince años, todos los varones descendientes de José María se convertían en mujeres.

Si bien era injusto que por las estupideces de un tipo que ni había conocido ahora estuviera pasando por eso, algo en el relato animó a Yuri.

—Dices que la maldición se transmitió a los descendientes de José María, pero aquí estás tú como hombre, supongo que debe haber alguna forma de regresar todo a la normalidad.

Socorro sonrió, miró a su hijo y contestó:

—La hay.

El pecho de Yuri se llenó de esperanza.

—¡Dímela! —exigió saber el muchacho.

—Muy simple en realidad —respondió Socorro—. La maldición no es eterna, dura solo un año. Así que para tu siguiente cumpleaños, estarás como antes.

Yuri suspiró aliviado. La cosa ya no era tan grave, solo tenía que soportar un año con ese estúpido cuerpo y las cosas se corregirían solas, pero entonces reparó en un pequeño detalle.

—¡¿Pero cómo vamos a ocultarlo?! Sé que antes pa… yo parecía mujer pero… ahora será más evidente.

Socorro rio un poco y respondió.

—Tú tranquilo. No habríamos llegado hasta el siglo XXI si no hubiéramos aprendido a lidiar con esto. Aunque no parezca, nuestra familia todavía tiene buenos contactos que quedaron de cuando teníamos influencia. ¿Has escuchado acerca de el jardín de Netzahualcóyotl?

El nombre le sonó un poco a Yuri.

—Creo que sí —dijo Yuri bajando la mirada—. Si mal no recuerdo, es un internado para niños presumidos, ¿no?

Socorro rio y dijo con una amplia sonrisa:

—Pues haz tus maletas porque ahora tú también eres un niño presumido.

Los ojos de Yuri se abrieron grandes por la sorpresa.

—¡¿Qué?! —exclamó Yuri incrédulo.

—¡Feliz cumpleaños hijo! —exclamó juguetón Socorro— Durante todo el próximo año, vas a ser parte de los estudiantes de la escuela más sobresaliente de todo México.

—¡¿Pe-pe-pero cómo?! —preguntó Yuri con la cabeza dándole vueltas.

—El jardín de Netzahualcóyotl ha sido dirigido por la misma familia desde su fundación —explicó Socorro—. Esa familia es amiga de la nuestra y nos han apoyado con este asunto desde entonces. Vas a estar todo el año ahí bajo la fachada de ser una estudiante becada, así que ya tienes donde pasar el año de tu maldición.

La cabeza de Yuri daba vueltas aún más rápido, todo estaba pasando a tal velocidad que él apenas era capaz de procesar en su cabeza. Socorro se dio cuenta de que su hijo estaba abrumado por tanta información, que sonrió y dijo:

—Veo que necesitas tiempo para procesar todo esto —se levantó y fue a la puerta—. Te dejaré a solas para que lo analices, si necesitas algo, me tomé este fin de semana libre para ayudarte, pero no tardes mucho en pensarlo, porque tenemos bastante por hacer para prepararte para tu siguiente año escolar.

Y salió de la habitación, dejando a Yuri a solas con sus pensamientos. Sin embargo, nada más salir de la habitación y cerrar la puerta tras de sí, se recargó en esta al tiempo que su sonrisa se borraba.

«Y así… todo comienza de nuevo. Soy un ser horrible», pensó el gran hombre mientras se enjuagaba unas lágrimas que escapaban de sus ojos.

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