—Definitivamente tus raviolis tenían algo afrodisíaco –dijo Raphael, un par de horas después, en su habitación. Heather se echó a reír.
—Escupí encima de ellos.
— ¡Pobre papá! –Heather rio a carcajadas, y de repente él se sentó en la cama, con el rostro iluminado por una idea.
— ¿Qué? –preguntó ella, un poco cautelosa.
—He pensado que… Nunca has esquiado. ¿No te gustaría?
— ¿Esquiar? ¡Pero es verano!
—Hay lugares con nieve pe