Ya no

Shisar no respondió. Le arrebató la carpeta de "saldos y cierres" de su mano. Giró la pantalla un poco hacia el.

—El faltante se incrementó a mil hace una semana, ¿verdad? –inquirió Shisar. No esperó respuesta por parte de su primo—Mira y dime que no estoy alucinando o viendo números de más.

Los escrutadores y serios ojos de Santiago leyeron la cifra, señalada con el cursor.

—Saldo trimestral…mil quinientos…—su voz bajó, aun más—Faltante Indicado…cero.

Su primo asintió con la cabeza.

—El faltante y quinientos de más –susurró—…y que aparecieron exactamente de la nada.

—Imposible. Ayer registramos todo y el hueco seguía igual.

Moviéndose un poco a la izquierda del ordenador, Shisar se acercó al teléfono, levantando la bocina.

—Y yo lo he estado monitoreando desde que llegué –dijo cortante mientras entraba la llamada. Se dirigió al operador en línea—…sí, el registro del último depósito, por favor.

Santino se quedó

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