Capítulo 6

BETSABE LOMBARDO.

Después del encuentro con mi jefe y el gran malentendido que hubo quede con un mal humor del infierno: ¡que va! tengo al mismo satán metido en el cuerpo. O sea, nunca nadie critico mi forma de vestir y viene el con esos ojos hipnotizantes que vuelven loca a cualquier mujer a querer darme clases de moda.

¡JA! Pues que vaya a decirle como vestirse a su Lunita histérica.

Y así pase esas dos horas y ahora estoy aquí, en un club, antro, pub o lo que sea bebiendo un poco para desestresarme. Quiero estar sola, pensar en mi vida en medio de este bullicio.

Que inteligente eres Bet.

-Hola. - escucho a mis espaldas. Quien quiera que sea esta arruinando mi momento de paz.

Decido ignorar.

Que no insista.

Que no insista.

Que no insista.

- ¿Porqué me ignoras? - M****a! Porqué la gente no puede respetar el espacio de una persona que te ignora. Decido dar la vuelta y ¡oh! Estoy en shock.

Y ahí está él con esos ojos color azules, que me traen loca. El pelo revuelto. Se ve tan rico, que me encanta. BASTA BET.

-Eh... Hola...- idiota! eso es lo que pensará de ti en este momento. Tiene una sonrisa de Me creo el Dios del Universo. Pff

- Te vi sola y quería saber si podía acompañarte. -

Dile que si estúpida.

No, no; se supone que queremos la soledad para pensar. No se en que, pero esa fue la idea principal.

- No. - Se borra la sonrisa arrogante del rostro y pasa a una de confusión.

- ¿Que?

- Que no quiero que me acompañes.

-Creo que hoy me comporte como un tonto al reclamarte, pero es. - se ve interrumpido por una voz, y vaya voz. Ruedo los ojos y le doy la espalda.

Sorry, no estoy en horario de trabajo, no creo que tenga inconvenientes. Aunque sea su asistente no creo que en estos momentos me de trabajo, aunque si el quisiera lo haría, al fin y acabo el contrato lo dice. ¿Asistente personal!

- ¿Que haces mi amor, me estas siguiendo? - pregunta la Lunática esa. ¿Quién la seguiría?

¿El quizá? Es su novio.

- Hola Luna. No hago nada. Y no. No te estoy siguiendo. – Dice con un tono agrio.

- No lo niegues, yo se que si. - Hay no la soporto, que patética, ya le dijo que no. Porque se deja tratar así.

Me levanto y me voy de ahí bajo la atenta mirada de ambas personas. Siento unos ojos clavándome la espalda y se perfectamente que son de él.

Salgo del lugar para tomar un taxi, pero me sostienen del brazo, recibiendo una bofetada seguida de otro. Ambos cachetitos ardían. Estaba perdida hasta que levanté el rostro y vi a la Lunática frente mío mirándome con puro odio, pero con una sonrisa de Victoria.

Me puse recta, y le di una sonrisa, al mismo tiempo que la de ella se borraba del su rostro.

- No se que te llevo a golpearme, pero no me ensuciare las manos con una mocosa malcriada como tu. - lo decía tan lento a la par que me acercaba para intimidarla, mirándola con cara de psicópata o al menos eso creo, y ella retrocedía con cara de desconcierto por mi accionar. - Pero te aseguro que la próxima no te vas a salvar.

-No te hagas, se que andas de bragas flojas con mi novio. Pero escúchame bien pequeña mosca muerta. Eres solo una oportunista, con carita de ángel y yo me encargare de sacarte de mi camino.

- ¡Por las canas del anciano! Todo este teatro solo porque tienes la autoestima tan bajo que vienes aquí a amenazarme. Porque eso es lo que haces. Me estas amenazando.

-Tómalo como quieras pequeña puta, pero Dorrian es mío y yo seré la próxima señor

-Ya bájale, puedes ser hasta la esposa del mismísimo Rey de cualquier Nacion que tenga Rey, a mi me importa tres metros de pitos.

-Maldita Desgraciada. - Grito mientras veía como se lanzaba sobre mi para iniciar una pelea que no quería.

Y aquí estoy sobre ella dándole duro puñetazos para que vaya a algún cirujano. Soy consiente que perderé mi trabajo ni aun así dejo de golpearla.

Siento que me levantan, tampoco pongo resistencia mientras que la loca siliconada empieza a patalear como lo que es. Lunática.

-Amor mira como me dejo esa estúpida. Defiéndeme.

-Que carajos les pasa para armar un espectáculo de esta magnito. Parecen gatas peleando. - Grita un muy enojado Dorrian y yo como tan boca suelta que soy me defiendo. Respiro profundo.

-Antes que nada...- me interrumpe la loca

-Que me pego, no ves como me dejo amor.

- ¡Ay ya cállate! - grito a la chica. - Me canse de ser tan buena. Y tu. - dije señalando a mi jefe. - Amarra a la perra que tienes por novia, que yo no viaje al otro lado del mundo para venir a soportar las estúpidas actitudes hormonales de una Lunática.

-A mi me respetas pequeña mosca muerta.

- ¡No Loca! a mi no me pidas respeto cuando ni tu misma te respetas y no me respetas a mi. - doy la vuelta para irme a mi departamento, pero alguien me toma del brazo.

- ¿Que m****a quieres? - Grito, pero el me sostiene tan fuerte que ya se siente un dolor.

¡Oh no! ahora se enojará porque su novia me pego. Vuelvo a intentar zafarme, pero presiona mas fuerte.

-Yo te llevo.

- No, no estoy de humor, quier. - todo se detiene porque me alza en sus hombros. Empiezo a gritar para que me baje, pero es imposible ya que el me ignora.

Está viendo tu trasero.!

¡OH! POR DIOS! que vergüenza.

Me baja en el asiento de copiloto, luego sube y conduce hasta lo que se es dirección a su casa.

- ¿Por qué me llevas a tu casa? - me ignora

-Te estoy hablando, ¿Por qué me llevas a tu casa? ¿Qué vas a hacerme? - dije en un fragmento de debilidad recordando mi pasado. Él gira a verme desconcertado. Frena de golpe.

-Ey! nada. Solo quiero que hablemos. ¿Por quien me tomas?

-Lo siento, pero no respondes y solo recordé... nada. ¿Mejor dime que quieres hablar a estas horas? - dije cambiando de tema.

El simplemente se quedo mirándome como si intentara descifrar lo que estoy pensando. Hasta que decide hablar.

-Quiero disculparme por el comportamiento de Luna, no debió tratarte de esa manera, pero tu también no cooperaste. - Este ni siquiera estuvo en la pelea y quiere argumentar que me pase.

-Antes que nada, yo me defendí. Ella fue quien vino a golpearme cuando iba a subir al taxi, y a amenazarme. Amenazarme a mi, para volver a querer golpearme. -

-Pero te pasaste, no debiste reaccionar de esa maner. - Eso no lo permitiré.

- ¡Cállate! - Lo se, me encanta callar a la gente. - Usted no estuvo ahí para ver el comportamiento de esa escuincla caprichosa y eso que se ve mas vieja que yo. Dos, no doy segundas oportunidades, no me defendí a la primera, en la segunda si, y admito que se me paso la mano, pero no me arrepiento.

Juro que vi un atisbo de sonrisa que lo oculto en su porte de hombre poderoso dueño del mundo.

-Está bien, hablare con ella.

-Entonces dime, ¿Qué hacemos en tu casa? - pregunto cuando veo que ya estamos estacionados enfrente a su casa.

- Bájate. - me ordena. No niego que estoy empezando a tener miedo, pero trato de bloquear esos pensamientos. El no haría daño a una simple mortal como yo.

-Y bien. ¿Qué sigue? - pregunto una vez dentro de la casa.

- ¿Seguir de que? - pregunta confundido. Este se hace o es tonto.

-Pues son las una de la mañana, y perdón por mi mala educación ya que eres mi jefe, o ex jefe, no se si después de este conflicto me despida, en fin, volviendo al tema; no creo que a estas horas quieras tomar un te. Así que vuelvo a preguntar. ¿Qué hacemos en tu casa?

Veo como se pone nervioso y empiezo a desesperarme, no me dice nada.

- Mira no se con que intenciones me trajiste hasta aquí, pero si no vas a despedirme, tema que podemos hablarlo el lunes, yo me retiro para mi casa. Estoy super cansada y realmente me duele ambos cachetes.

Doy vuelta como para retirarme, pero su vos me detiene.

- ¿Tu no me recuerdas verdad?

Mi cara de confusión creo lo dice todo.

-En el aeropuerto. No me recuerdas.

-Realmente no se de que me hablas. La única vez que pise un aeropuerto fue cuando aborde el avión y cuando llegue aquí.

-Lo siento. Creo que te confundí- vamos te llevo.

- ¿Seguro? ¡Mira! soy una chica super despistada, no suelo prestar tanta atención a mi alrededor salvo en mi trabajo, que déjame decirte que tienes muchas empleadas chismosas, pero es parte del encanto de la empresa.

Dorrian sonríe. ¡SONRÍE!! AAAAAY! Es una sonrisa sincera, sin una pisca de arrogancia.

-Ese día en el aeropuerto, choque con alguien, creo que la confundí contigo. Pensé que eras ella, desde ese instante.

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