Capítulo 06.

El sobre era blanco y no tenía ningún tipo de sello o insignia. No tenía ni idea de quién me lo había enviado. Quizás fueron mis padres, no lo sabía, pero decidí guardarlo en mi bolsillo con toda la intención de leerlo luego.

Volví a darle un sorbo a mi agua cuando un oficial pasó junto a mí y se detuvo a unos escasos metros. Su radio comenzó a sonar y no pude evitar escuchar.

Chismosa desde 1997.

Tenemos un grupo de jóvenes haciendo grafitis en las paredes —dijo una mujer desde la radio.

—Aquí Oficial Henry Fritz, voy para allá —podía ver la desaprobación en su rostro. El hombre dio media vuelta y se fue en dirección al ascensor.

La imagen del chico de ayer llegó a mi cabeza.

No creía que él fuera parte de ese grupo, no parecía uno de los chicos que rayan paredes con dibujos increíbles, pero se me ocurrió algo. Se me ocurrió que podía buscarlo en el sistema a ver qué tanto daño le hizo a la sociedad. Solo por curiosidad. Quizás era un asesino en serie y yo hablando con él como si fuese el vecino.

Fui hasta mi escritorio y tecleé su nombre.

Pero me faltaba algo.

—Su apellido —susurré.

No podía buscarlo bien sin su apellido.

—Lo intentaré de todas formas.

Me aparecieron más de cien mil resultados en el país. Lo filtré para que solo aparecieran los registrados en Birdwallace y fui uno por uno viendo la imagen. Pero todos eran unos viejos de cuarenta años o unos chicos que no me parecían lindos para nada.

Me salí del sistema para luego echarme hacia atrás en mi silla.

—Bueno me rindo —murmuré—. Kade no existe.

Cerré los ojos un momento para tratar de relajarme, pero entonces mi jefe salió de su oficina como un tiro.

—Tenemos un cuerpo en el baño de un bar —informó caminando al ascensor—. ¡Andando!

Tomé mi teléfono y fui junto a mi jefe.

(...)

—Mujer, veintisiete años, dos disparos —el forense Brad Jones levantó un poco la camisa del cadáver. Se podía ver un hoyo a la altura del hígado—. Si solo le hubiesen disparado allí, estuviese viva, pero el disparo que la mató fue este... —subió un poco la falda y le abrió las piernas unos pocos centímetros; el otro hoyo estaba en la parte interna del muslo—... rozó la arteria femoral ocasionándole un desangrado rápido y potencialmente mortal.

— ¿Algún testigo? —preguntó Burns mirando a los agentes.

Hicks negó con la cabeza.

—Tampoco tenemos su identidad —informó Evanie.

—Tienen tarea, háganla —les ordenó Terry—. Ah y quiero que nadie salga de este bar sin antes haberle tomado los datos para incluirlos en el sistema. Encárgate de eso Hicks.

—Sí, señor —asintió y se fue.

Burns me miró.

— ¿Qué? —emití.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con seriedad.

—Ayudar —respondí, obvia.

—No estás haciendo nada.

— ¿Y qué se supone que tengo que hacer?

—Analizar, eres buena en eso, analiza y descubre qué pasó aquí —ordenó por tercera vez en el día y se fue a hablar con el dueño del bar.

Rodeé los ojos.

—Analiza, eres buena en eso —mofé, aún molesta por lo que había pasado en la oficina.

Salí del baño para ir al interior del bar. A ver si algo me ayudaba.

El bar era bastante grande. Tenía muchas mesas repartidas por el local donde todas eran iguales; redondas y altas con bancos altos. Había tres televisores en cada pared y muchos cuadros y decoraciones alusivas al deporte, entre ellos fútbol americano, béisbol, boxeo, etc. La barra era larga, con muchos bancos frente a ella, y del lado del bartender había una alta estantería con muchos tipos de licores.

Noté que había un chico del lado del bartender hablando con dos policías. Él lucía calmado, pero bastante confundido.

Me acerqué un poco más para escuchar la conversación, pero me frené de golpe al ver quién era el chico.

Aunque yo estaba medio ciega y la distancia era un poco larga para mi vista, sabía que era Kade, lo presentía de alguna manera. Sin embargo, carraspeé y seguí con lo mío. No podía dejar que él me distrajera.

Continué con mi camino escuchando algunos interrogatorios hasta que alguien me comenzó a llamar.

—Hey —era el policía que hablaba con Kade—. La castaña.

Me giré.

—Sí, tú —me hizo un ademán para que me acercara.

Lo bueno era que él se alejó de la barra, es decir, se alejó de Kade.

—Tu trabajas para Burns, ¿verdad?

Asentí.

— ¿Puedes llevarle esto? —de su bolsillo sacó una bolsa de las que usan para evidencias; dentro tenía un par de llaves—. Son las llaves del auto de la víctima, al parecer en este bar tienen valet parking.

Tomé la bolsa sin problemas y fui hasta donde estaba mi jefe.

Él estaba afuera del local hablando con Evanie.

—Lamento la interrupción, pero me pidieron que te entregara esto —le extendí la bolsa.

Él la tomó sin despegar la vista de las llaves. Miró a Evanie y se las entregó.

—Ya sabes qué hacer —fue lo único que le dijo.

Ella asintió y se fue.

—Buen trabajo, Sage —me dio unas palmadas en el hombro antes de entrar al bar.

Rodeé los ojos.

¿Se dieron cuenta que lo que dije no era mentira?

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