Capítulo LXIV

Crow derriba la puerta de una patada. Lo primero que nos encontramos en la sala son cristales esparcidos en el suelo de madera junto a pedazos de escayola. La ventana fue forzada. Es más, al no obtener que se abriera, el atacante decidió entrar a las malas y la sacó por allí.

Agarro el pedazo de tela clavado en un pedazo de vidrio aún en el marco.

—¿Red? —Me vuelvo para encararlo—. Apesta a recién convertido.

La rabia me golpea, se evidencia en mis facciones porque él lo nota.

—Un híbrido. —Asiente. Me dispongo a salir del lugar, pero me agarra de la muñeca—. ¿Qué?

Junta los párpados con una inspiración profunda. Sus dedos me liberan en el momento en que sus oscuras pupilas me inmovilizan.

—Está cerca.

—Lo sé —resuello. Me agarro el cabello; la trenza empieza a desarmarse—. Trae a unos diez guardianes para que protejan a las personas lo más pronto posible.

—¿Y tú?

—Me quedaré —contesto ya en el umbral de la puer

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