Capítulo II

Me desperté a media mañana, descansada y con un millón de tareas pendientes que hacer en el apartamento, mientras hacía la colada pensé en Valery y en lo que la llevó a tener ese acto de rebeldía contra su hermano, a veces el amor hace hacer cosas inimaginables en algunas personas…

No quería imaginarme la reacción de Adam al descubrir lo que había hecho su hermanita menor, a pesar de sólo llevarse tres años, él siempre la trataba como si fuera una adolescente y no como la hermosa e inteligente mujer en la que se había convertido, él simplemente esperaba de ella obediencia sin chistar y esta simple acción rebelde le causaría un gran shock.

Mientras arreglaba el apartamento, noté la grabadora que dejó Valery. Había escapado y ahora me correspondería convencer a Adam que su hermana estaba conmigo. ¡Menudo lío en el que me metí!, ojalá no ocurra nada malo, fue lo que primero se me ocurrió pensar. Mi abuela siempre me repetía que las mentiras tenían patas cortas…

Era cercano a la media tarde, cuando ya todo estaba arreglado, luego de un relajante baño me disponía a calentar lo que quedó de la cena de anoche cuando el teléfono suena, un escalofrío recorrió mi cuerpo, había llegado la hora de enfrentar la realidad…

Al alzar el teléfono escuché la voz cortante y autoritaria de Adam, enseguida la tensión me invadió.

—¿Gea? Pon a Valery al teléfono.

—Buenas tardes para ti también, Adam —le digo con sarcasmo.

—No estoy de humor para tus sarcasmos infantiles Gea, pásame a Valery.

—Ni yo para soportar tu mal humor —le contesté con firmeza, pero por dentro estaba temblando de nervios—. Pero como sé que es difícil pedirte que seas educado, dame un momento que voy a llamarla, acabo de regresar y aun no sé si está en casa.

—Espero.

Pongo el auricular en la mesita, respiro, estoy nerviosa, sé que esto no saldrá bien, voy temblorosa a buscar la grabadora, cuando la consigo los nervios me traicionan y apreté el botón de borrar sin querer. Trato de parar la grabadora, pero los botones están atascados, no responde. No sé porque Valery no hizo esto de forma más sencilla, como un mensaje de voz en el celular. Veo la metida de pata que acaba de pasarme, ¡Horror!, ¿y ahora qué hago?

La voz de mi abuela resonaba en lo profundo de mi mente “las mentiras tienen patas cortas”, ¡Ay Dios, no es momento para pensar en las lecciones de mi abuela!

Tuve que pensar rápido y enfrentarme con la terrible realidad, Adam no ''hablaría'' con su hermana.

—Adam, disculpa —mi voz sale con una calma que no sentía—, Valery no está, me dejó una nota en el refrigerador que iba a salir a una barbacoa con unas amigas y que regresaba al final de la noche —crucé los dedos en un gesto infantil y le dije—. ¿No has llamado a su celular?

—Claro que he llamado, pero está apagado, pensé que estaba dormida, por eso he llamado al apartamento —acota con un tono tan frío como para congelar cualquier volcán en erupción.

Se hace un silencio incómodo, rápidamente pienso que como era sábado, contaba con que estuviera ocupado y me diera una salida para pensar otra mentira para cubrir a Valery.

—¿Quieres que le diga cuando regrese que se comunique contigo?

Hubo una pausa y luego él contestó en forma cortante.

—No, ya la ubicaré.

Y colgó antes que pudiera contestar, dejándome con un mal sabor en la boca. ¿Bueno que rayos me pasa? Es un simple mortal, que no tiene ningún efecto en mí, no puedo dejar que me sobresalte.

El primer trago amargo había pasado y aunque no sabía si Adam había aceptado la excusa, por lo menos Valery tendría el tiempo que necesitaba para escapar con el desafortunado Román a quien Adam, sin razón aparente, según ella, odiaba tanto.

Por un momento pensé en llamar a algunos amigos para salir en la noche, o llamar a Steve para ir por unos tragos, pero de pronto la pesadez del trabajo duro de la semana me afectó y decidí quedarme en casa.

Me preparé unos bocadillos y un delicioso café mientras   disfrutaba de la compañía de un buen libro que ayer no pude leer. No sé cuánto tiempo pasó, pero acababa de llegar a la parte más interesante de la lectura cuando escucho el timbre con insistencia.

Veo el reloj, han pasado casi seis horas desde que empecé a leer. Con seguridad era Steve que quería salir por algunos tragos.

Al abrir la puerta mi sorpresa fue monumental, traté de controlar el pánico sin éxito.

—Hola, Gea —me saludó Adam, con su tono gélido—. Espero que mi hermana ya haya regresado.

—¿Qué haces aquí a estas horas Adam? —Fue lo que se me ocurrió preguntarle y di gracias a dios porque la voz me saliera normal

—¿No me vas a invitar a entrar? —me dice sin hacer caso a lo que le estaba preguntando.

Por supuesto que no deseaba hacerlo. ¿En verdad pensaba que iba a encontrar a Valery aquí? En eso la puerta del ascensor principal se abre y Steve sale, me mira con interrogación y veo como se dirige hacia nosotros.

—Hola, mi reina roja, ¿me extrañaste? — ignora por completo a Adam mientras me da un ligero beso en los labios.

Eso me sorprendió muchísimo, pues siempre me había tratado en plan de amigos y era la primera vez que me besaba.

—Espero tengas mucha hambre porque quiero que salgamos a cenar…

—Tengo hambre, pero iba a comer unos bocadillos en casa —contesté sin darle mucha importancia, pero consciente de la tensión de Adam… ¿Por qué estaba tan tenso?

—Salgamos un rato mi hermosa reina roja, por favor —me pidió Steve con zalamería, sólo Dios sabe a qué está jugando y por qué yo le sigo el juego.

Entré al vestíbulo consciente que ambos me seguían. Al llegar a la sala, Adam ya había recobrado la compostura y era el hombre tranquilo de siempre.

—Hola soy Steve Marshall —Tiende su mano a Adam.

—Adam Cole —contestó con voz fría y seca, mientras extiende su mano y saluda rápidamente.

—Ahhh, el hermano de Val ¿cierto? —comenta Steve mirándome con curiosidad —¿Paso por ti en un rato?, o…

—Gea necesito hablar contigo en privado —interrumpe Adam—. Cosas de familia… —acota.

Steve me mira con curiosidad y yo asiento, se despide de mí y me susurra al oído:

—Estaré pendiente de ti por si sucede algo, no me gusta la actitud de este tipo.

Yo le sonrío pensando que era un alivio saber que iba a estar en su apartamento por cualquier eventualidad, pues no sabía cuál sería la reacción de Adam cuando supiera que Valery lo había engañado.

—¿Te gustaría tomar algo Adam…? —le pregunto mientras me dirijo a la cocina, sintiendo su presencia detrás de mí.

—Lo único que me gustaría es saber Gea, qué es lo que pretende Valery ahora y que hizo para convencerte de ayudarla. Y no me mientas diciéndome que está aquí contigo —recorrió la ordenada sala con la mirada—. Conozco a mi hermana… si estuviera aquí, ya el lugar estaría desordenado con sus cosas.

Tuve que aceptar en silencio que lo que decía era la verdad.

—¿En dónde está ella, Gea? —me preguntó con aspereza—. Contéstame —me dice alzando la voz.

Ciertamente debe ser un tiburón haciendo negocios…

—En primer lugar, no me grites —le digo encarándolo por primera vez—, segundo Valery ya es mayor de edad, Adam, si ella quisiera que tú supieras cada movimiento de su vida, estoy segura de que te mantendría informado…

—¡Vaya tiene agallas mi querida Pepper!, es un buen intento de tu parte, pero no me impresionas… Valery está tramando algo y lo más seguro es que sea con ese idiota de Lynch.

—¿Es que no tienes respeto por los sentimientos de Valery? Ella lo ama —objeté indignada.

—¡Así que está con él! —expresó triunfante—. Eso pensé. ¡La muy tonta…! Si sólo se diera cuenta que a él sólo le interesa su dinero; ¡De eso es de lo que está enamorado…! —exclama alzando la voz, mientras se pasa la mano por su cabello.

—No tienes por qué decir eso —lo interrumpí.

—¿Crees que no? ¿Conoces a Lynch, Gea?, ¿te ha dicho Valery de donde salió su flamante enamorado?

Me mordí el labio y tuve que aceptar que tenía un punto, hasta ayer no conocía la existencia de Román Lynch, una extraña sensación se instaló en mi pecho, se avecinaba una gran tormenta y yo estaba en el ojo del huracán Cole.

—Tú conoces a mi hermana… ¿Cuántas veces ha estado enamorada en los últimos cinco o seis años? Como promedio, una vez al mes cuando menos, ¿no crees?

Reconocí en silencio que estaba en lo cierto, era lo mismo que le había dicho a ella cuando me hablaba de su absurdo plan.

—Para que sepas, investigué a Lynch y no es más que un timador que está con ella por su dinero —continuó Adam con amargura—. Ha llenado la cabeza de Valery con ideas idiotas y ella cree que él es un arquitecto de mucho talento y que con su dinero…

—Y puede ser que tenga razón —le dije—. El que el gran y poderoso de Adam Cole no lo apruebe, no quiere decir que…

—Basta, Gea. No hables de lo que no sabes, debo proteger a la ingenua de mi hermana. Lynch es un estafador encantador de serpientes. En los últimos tres años se ha declarado en quiebra en dos ocasiones. Y antes que empezara a salir con Valery, estaba involucrado con la hija de veintiún años de un magnate millonario de la construcción. Pero su padre lo investigó al igual que yo y pudo ponerle fin al asunto. Y antes de eso —recalcó con enojo—, estaba con una viuda joven y millonaria a la que estafo vendiéndole la idea de un complejo turístico. Cuando Lynch conoció a Valery me imagino que pensó que se sacó la lotería.

Jamás había oído hablar a Adam con ese tono, mezcla de amargura y preocupación, realmente me transmitió mucho miedo por la seguridad de Valery. Ciertamente ella era muy crédula y confiada, pensaba que toda la gente era buena, ella no veía la maldad en nadie, contrario a mí que no confío en nadie.

—¿Y qué pasa con la cláusula de su herencia?, ella me dijo que no la podía tocar hasta que cumpliera veintiocho años ¿no es así?

—Hay una cláusula que dice que, en el caso que se case antes, puede heredar todo a los veinticinco años y tú bien sabes que falta poco para que eso suceda —me confesó Adam.

De inmediato la culpabilidad me invadió, debí imaginar que Valery tenía una carta oculta. Pero jamás pensé que podía llegar a tanto, estaba tan concentrada en como molestar a Adam que no pensé realmente en lo que pudiera estar tramando Valery.

Por un momento me sentí usada por mi mejor amiga, ¿Sería ella capaz de usar mis sentimientos hacia Adam para lograr su propósito y que yo no le hiciera preguntas? Un estremecimiento de impotencia y rabia me sacudió por dentro, pero a pesar de eso le dije:

—Adam, debes darle un poco más de crédito a tu hermana, no puedo creer que quieres controlar todos sus pasos, al punto de querer influir con quien se relaciona —expresé—. No te das cuenta que, con tu manipulación, la estas obligando a hacer este tipo de cosas —concluí de forma fría y burlona.

Adam me mira fijamente con una expresión fría e intimidante.

—Según lo que me has dicho, deduzco que crees que Valery ha huido con Lynch por mi culpa, ¿no es cierto?, y debo asumir también que te ha hablado de Tyler Thompson.

—Me dijo que quieres obligarla a casarse con él… —le dije molesta.

Caminaba por la estancia realmente molesto, no pude hacer otra cosa que fijarme en su andar felino y elegante, se pasaba las manos por el cabello y su cara tenía claros signos de frustración y molestia.

—¿Obligarla? ¡Dios santo y tú por supuesto le creíste! —exclamó burlón— ¡Vaya, ahora sí estoy realmente sorprendido! —su sonrisa no era nada amable, su mirada profunda y gélida hizo que me erizara—. No sé si por la creatividad de Valery o por la ingenuidad tuya, te creía más sensata Gea.

Realmente sus palabras me calaron, abrí la boca para responderle cuando me interrumpió

—Quiero que me expliques cómo crees que iba a cometer tal atrocidad Gea, ¿De verdad tienes tan mal concepto de mí que puedes creerle que iba a obligarla a casarse con Tyler?  —me dice molesto.

—¡No seas estúpido! —exclamo molesta—. Te conozco Adam y sabes bien que tienes formas más sutiles de obligar a alguien a hacer lo que deseas. Valery ve por tus ojos y es incapaz de contradecirte, sabía que podías convencerla de llevar a cabo ese matrimonio por no disgustarte.

Adam se quedó callado por un momento, le mantuve la mirada, pero su cara era inescrutable y eso me mantenía nerviosa.

—Vaya… —dice al fin—, creo que se le olvidó darte algunos detalles, como el hecho que ella ya conocía a Tyler y que estuvieron comprometidos por unos meses, compromiso que por cierto, ella rompió cuando él le dijo que no necesitaba manejar su propio dinero, porque él cubriría todo lo que ella quisiera.

Esa revelación me dejó perpleja, por un momento un cúmulo de sentimientos se arremolinó en mi interior, no sé con quién estaba más molesta. Si con Valery por mentirosa, con Adam por controlador, o conmigo misma por ser tan crédula y confiada.

—¿Dime adónde se fueron, Gea? No trates de mentirme, pues sé muy bien que se fue con el idiota de Lynch.

—A Waimanalu —confesé derrotada—. A la casa de tus padres… Quería estar a solas con él para conocerlo mejor.

Por un momento la culpabilidad me invadió y sentí que traicionaba la confianza de mi mejor amiga; pero luego pensé en todas las mentiras que Valery me dijo y el sentimiento fue sustituido por la rabia. Adam también podría estar engañándome igual que Valery. ¿Por qué me dejé involucrar?, sabía que esto iba a salir muy mal, debí hacerle caso a mi intuición. Veo a Adam moverse hacia la puerta y le digo:

—¿A dónde vas?

—Lo dejo a tu imaginación, Pepper —inquirió él, en forma mordaz.

—¿Vas a ir a buscarla? —le digo incrédula.

—¡Que lista eres! —miró su reloj con impaciencia mientras me dice—. A pesar de lo mucho que disfruto de tu compañía, Gea, mucho me temo que me tengo que ir…

—¿Vas a ir esta misma noche?

—No, esta noche no —cuando llegó a la puerta, se detuvo pensativo—. Por cierto… discúlpame con tu… amigo por haber interrumpido su… salida a cenar.

—Deja las indirectas, Adam —respondí molesta por lo que sus palabras sugerían—. Si lo que piensas es que Steve y yo somos amantes, ¿por qué no lo dices abiertamente? Después de todo, no hay ninguna razón por la cual no lo fuéramos, ¿no te parece? Además, mi vida privada no te incumbe.

—Tienes razón, tu vida no es algo que me incumba —acordó él con tono cordial—. Sin embargo, no me das la impresión de ser la amante ansiosa, deseosa de correr a sus brazos —aseguró con malicia.

Ella no podía ignorar el comentario. Le llegaba demasiado.

—Hace mucho tiempo que Steve y yo estamos juntos, Adam —le contesté con serenidad—, y ninguno de los dos necesitamos la exposición en público de nuestros sentimientos… pero… todos somos distintos, ¿verdad? —agregué con una sonrisa cortante.

No supe si mi comentario le había dolido o no, y vi cómo se alejaba hacia el ascensor, observando con detalle sus movimientos ágiles y elegantes. Volví a la sala, sintiéndome apesadumbrada. Le había fallado a Valery a pesar de sus mentiras. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Cómo voy a salir de este enredo? ¿Tendrá Adam razón?, o ¿solo es su deseo de controlarlo todo lo que lo está llevando a actuar así con Valery?

Piensa rápido, me dije, la casa en Waimanalu no tenía teléfono, era una casa de descanso y la familia Cole nunca vio la necesidad de colocarlo. Marqué el celular de Valery, pero estaba apagado, la única forma de avisarle era ir hasta allá, aunque pensé que me había engañado intencionalmente, eso no le daba derecho a Adam, aunque tuviera la razón, de inmiscuirse en la vida de su hermana.

La única manera de ponerla sobre aviso, era ir esta misma noche hasta allá, y decirle las intenciones de su hermano. Rápidamente me cambié y recogí mis llaves, total, sólo eran treinta y cinco minutos de camino y a esta hora de la noche estaría más despejada la carretera. Iba saliendo cuando Steve se asoma por la puerta de su apartamento.

—Ya se fue, ¿eh?  —me pregunta.

—Sí, ya se fue —le digo sin más explicaciones—. Steve, tengo que ir a Waimanalu ahora mismo…

—Está bien —me respondió después de un momento de vacilación—. No estarás pensando en irte en tu cafetera, ¿verdad?

—¿En qué más? —le respondo molesta, aunque tiene razón mi coche no es el más adecuado para viajar de noche.

—Llévate mi coche—me ofreció él.

El coche de Steve era un flamante Corvette azul descapotable que era su orgullo y me sentí conmovida por su generosidad.

—¡No puedo, Steve!

—Claro que puedes. Y estarás mucho más segura manejando mi coche, que esa cafetera vieja en la que te mueves.

—¡Gracias Steve! —le digo emocionada y dándole un sonoro beso en la mejilla.

Acepté las llaves y salí rápidamente. El camino estaba despejado. Mientras manejaba pensé en la sorpresa que se llevaría Valery al verme, pero era preferible eso a que tuviera que enfrentarse a su hermano sin previo aviso al día siguiente.

Waimanalu era un sitio con pocos pobladores, la casa estaba construida en las afueras, era hermosa y con todas las comodidades para pasar un tiempo de relax. Al llegar a la entrada, no había señales de ocupación, pero era de esperar, pues era media noche, deberían estar durmiendo.

Me bajé de coche y caminé hacia la puerta. La noche estaba clara, y desde donde estaba se podía ver y escuchar el océano. El rumor de las olas era sedante y aspiré el aroma del mar con una sensación de desasosiego. Cuando fui a tocar la puerta, ésta se abrió inesperadamente. Mi imaginación empezó a volar tras ver el salón oscuro, y pensé lo peor, rápidamente me calmé, aunque vacilé para entrar, enseguida pensé que Valery pudo haberme escuchado llegar y que ella misma abrió.

—Valery —hablo duro creyendo que está en algún lugar de la oscura sala—, despiértate, sal de donde estés —sigo adentrándome en la estancia sin recibir respuesta—, te dije que todo esto era una locura y creo que vas a llevarte una desagradable sorpresa… —seguía diciendo mientras avanzaba hacia el interior de la casa buscando el interruptor.

—Por desgracia, Gea, sospecho que la sorpresa desagradable te la vas a llevar tú —escucho la voz de Adam mientras veo como aparecía entre las sombras—. Disculpa la falta de luz, pero no puedo encontrar las condenadas velas y el generador no quiere encender.

En este lugar remoto, nunca hubo energía eléctrica regular y los Cole tenían unas lámparas para tormenta para las ocasiones en las que el viejo generador no quería arrancar.

—Me parece que tu madre las guarda en el sótano —le digo y luego mi sorpresa se volvió ira—. ¿Qué haces aquí? Me dijiste que vendrías mañana.

—Ciertamente, pero luego cambié de opinión… ¡Tengo que admitir que me sorprende tu lealtad hacia mi tonta hermana a pesar que te mintió!, jamás pensé que hicieras el viaje hasta aquí a estas horas de la noche, debe haber sido un recorrido bastante incómodo en esa hojalata vieja que es tu coche.

—No vine en mi Mini. Steve, me prestó su Corvette —le contesté colérica.

—¿En verdad? Pues debe estar más embobado de lo que imaginaba, mi bella Bruja Roja… o eres más talentosa de lo que pensaba…

La luz de la luna, que se colaba a través de la ventana, me permitió ver en su rostro una expresión de burla.

—Desgraciadamente ambos hicimos el viaje de vano, porque Valery no está aquí.

—¡No puede ser que no esté aquí! Ella me dijo…

—Pues me temo que, mi ingenua Gea, también en eso te mintió —me interrumpió con frialdad—. No está aquí, ni lo ha estado… Tengo que confesarte que me sorprendió que su amigo, tan amante del lujo, estuviera dispuesto a pasar unos días aquí. Esto no es su estilo —lo dijo con un desdén que hizo que me estremeciera.

Sentí el cansancio invadirme, las piernas me flaquearon y me dejé caer en el sillón grande de la sala, aunque estaba a oscuras sabía dónde estaba cada cosa en aquella casa donde había pasado vacaciones tantas veces. No me quedaba más remedio que volver al apartamento, pero el sólo hecho de pensar en el camino con este cansancio, me desalentó.

Luego de unos minutos me paré y fui hasta la puerta.

—¿Adónde vas? —pregunta Adam con su voz grave.

—De vuelta a Honolulu —le digo tranquila. Él se sonrió con cierta burla.

—¡Que dramática!, ¿no crees? Sé que no soportas mi presencia, Gea, pero es una imprudencia que vuelvas a agarrar camino a esta hora de la noche con lo cansada que te ves. No te hará daño pasar unas horas conmigo bajo el mismo techo, hasta que amanezca. El cansancio puede jugarte una mala pasada y puedes tener un accidente en esa joya de auto, y me imagino que tu amigo no te lo va a agradecer. No estás en condiciones de volver a tu apartamento en este momento —añadió con firmeza—. La casa está helada, pero gracias al egoísmo de mi querida hermana, no tenemos más opción que permanecer aquí.

Hice una mueca de disgusto. Sobre todo, porque sabía que tenía razón, pero jamás lo admitiría delante de él.

—Ella no se imaginó que la seguiríamos hasta aquí. Supongo que cambió de parecer en el último momento y…

—¿Crees que no? —inquirió con tono burlón—. Este lugar no le gusta a Valery, jamás lo consideraría un lugar de escape.  Debí imaginar que te daría una pista falsa.

—A Valery le encantaba este lugar —protesté con ahínco—. Ambas lo amábamos.

A pesar de la oscuridad, sentí la mirada profunda de Adam, que me hizo experimentar una sensación extraña de debilidad y vulnerabilidad ante sus ojos.

—Ella es una chica de ciudad —observó Adam con tranquilidad—. No es como tú. ¿Qué fue lo que te obligó a venir a Honolulu? —me preguntó con curiosidad—. Yo creía que tú querías pasar el resto de tus días en San Francisco.

—¿Haciendo qué? —le pregunté con amargura—Tengo sueños y ambiciones propias Adam, y no son precisamente lo que todo el mundo cree o quiere creer que debo hacer

—¿Y qué pasó con la familia feliz que querías tener?, ¿El marido, los hijos y la linda casita con jardín? —inquirió él ignorando mi comentario.

—¡Entonces tenía yo quince años! ¡He cambiado desde entonces!  —le grité estupefacta sintiendo mis mejillas arder.

—Sí, sí, en efecto, has cambiado. —señala con ironía—. Quédate aquí, yo iré al sótano a buscar las lámparas —dijo cambiando el tema rápidamente.

Su actitud me molestaba enormemente, pero no tenía ninguna intención de seguirlo hasta el sótano. Me costó aceptar que Adam tenía razón, no tenía objeto volver a Honolulu a esta hora, me fui hacia las ventanas para abrirla y dejar que la casa se ventilara y entrara la luz de la luna. No me sentía cómoda con el hecho de pasar la noche sola con Adam, sinceramente era ¡Tentación del diablo! Ese pensamiento no dejaba de tener su ironía, pues recordé las veces que soñé con tener justo esta oportunidad.

¿Qué edad tenía cuando creía que estaba enamorada de Adam? ¿Quince?,   el recuerdo claro cubrió mi mente. Fue en esta misma casa, el verano en el que cumplí quince años. Él llegó inesperadamente, lo vi a lo lejos caminando con su porte elegante, alto y bronceado por el sol, caminando hacia mí, estaba sola en la casa pues Valery y sus padres estaban de compras en Waimanalu. Mi corazón siempre latía con fuerza cuando lo veía. No podía hablar y casi ni respirar… Gracias a Dios, ni él ni nadie lo notaron nunca. En una o dos ocasiones pensé que Adam lo sabía, pero siempre me trató como a otra hermana.

Pero en esa oportunidad, estaba acompañado por una rubia alta y bronceada como él, ¡su novia de turno!, la que me hizo entender lo imposible que eran mis sueños. Fue un día, casi al final de las vacaciones, cuando estaba comentando con Valery que queríamos para el resto de nuestras vidas, y la perfecta rubia se rio mucho cuando dije que quería casarme pronto y tener familia.

—Ya ves, Adam —dijo divertida—, debes evadir el trato con chiquillas ordinarias, pues siempre piensan en el matrimonio.

Ese comentario me lastimó mucho, pero más me molestó la actitud de Adam que no hizo ni dijo absolutamente nada. Ese episodio me dejó un sabor amargo en la boca e hizo que la decepción y la desilusión acabaran con el enamoramiento que tenía por Adam, o eso creía yo.

Lo escuché volver del sótano y su maldición cuando tropezó con algo.

—Encontré las lámparas, pero no el combustible, parece que no hay.

—Está en el garaje —lo informé y él volvió a maldecir.

—¿Por qué demonios no está junto a las lámparas?, sólo a mi madre se le ocurriría algo tan impráctico. ¡Mujeres!

—Tu padre decía que era más seguro llenar y encender las lámparas en el exterior y no en el espacio confinado del sótano.

—¡Ah, comprendo…! Está bien, ahora sí me pusiste en mi lugar. Retiro lo dicho.

—Voy a buscar la ropa para hacer las camas —contesté, ignorando su comentario—. Me pregunto si tu madre todavía conserva los sacos para dormir por aquí.

—Deben estar donde siempre, hace mucho que nadie viene por aquí, papá ya habla de la posibilidad de vender el lugar.

Me asombré por esa declaración, aunque no era mi asunto, pero tenía tantos recuerdos felices aquí, demasiado quizás…

No era posible encontrar nada sin luz y me resigné a esperar que Adam volviera. No tardó. Se acercó a entregarme una y la otra la puso al pie de la escalera.

—¿Es esto lo que buscas? —me preguntó sacando uno de los sacos de dormir que estaban doblados con mucho cuidado en la buhardilla al pie de la escalera.

—Sí. Pensé que era mejor que durmiéramos en ellos sin tener que hacer las camas.

—Estoy de acuerdo contigo. Me estaba preparando algo en la cocina cuando tú llegaste. Encontré un frasco de café, chocolate instantáneo y leche en polvo. La señora Mariana debe guardarlos aquí para tener algo qué tomar, cuando viene a hacer la limpieza.

La señora Mariana tenía años encargada de la casa de Waimanalu, era la costurera y esposa del fontanero del pueblo, ella iba una vez al mes, a hacer la limpieza de la casa y a ver que todo estuviera en orden.

—Pensé que podría dormir en la habitación que usábamos Valery y yo —le dije y extendí mi mano para recibir de Adam la otra bolsa de dormir y rápidamente me alejé.

Nosotras usábamos la habitación más pequeña de la casa y caminaba hacia allá cuando me día cuenta que Adam me seguía, al abrir la puerta me di cuenta que la habitación estaba en malas condiciones, el techo tenía mucha humedad y las camas habían desaparecido.

—¡Había olvidado por completo que papá me dijo que hubo una fuerte tormenta que se llevó algunas tejas! —exclamó preocupado—. Esperemos que el daño nada más haya afectado esta habitación.

Pero no fue así. El daño era considerable, solo uno de los dormitorios de la casa estaba libre de daños. No había mucho que pensar, yo dormiré abajo. Justo cuando voy a hablar Adam comenta bulón:

—Pues bien, Gea, parece que al fin tus sueños de adolescencia se harán realidad y vas a poder pasar la noche conmigo… Espero que… bueno… que te comportes como una dama.

Una ira incontrolable se acumuló en mi interior y sentí unas ganas enormes de golpearlo y descargar toda mi rabia y mi frustración. Todos esos años que estuve enamorada de él y en los que imaginé que jamás se enteraría, se vinieron abajo y de golpe me encuentro con que sabía la verdad, me sentí insultada con sus palabras. Pero me tocó calmarme y decirle:

—No te preocupes, Adam —le aseguré con fingida dulzura—. Soy muy selectiva con la gente con la que me acuesto. En estos tiempos se ve una obligada a serlo. Estarás a salvo… Yo dormiré abajo.

—Muy bien. Al menos no estarás sola —me respondió con calma—. Por las huellas que vi en la cocina, hay una gran familia de ratones que te hará compañía. Me imagino que se han metido del campo.

El horror se dibujó en mi cara, he tenido pánico de esos animales toda la vida, Valery y yo le decíamos ratonofobia, me estremecí nada más imaginármelos caminando por encima de mí.

—¡Cínico mentiroso!

—¿Por qué habría de mentir? No pensarás que tengo malas intenciones contigo, ¿verdad?

Oírlo de su boca, hacía que sonara ridículo. Yo sabía muy bien que no era su tipo, él no me deseaba, su única misión en la vida era la de atormentarme, eso era algo que realmente disfrutaba.

Tomé mi saco de dormir y con renuencia, fui a la cama. Brinqué al oír cómo se cerraba la puerta, segura que había caído en una trampa.

—Te voy a dar la oportunidad para que uses el baño primero —dijo Adam con aires de generosidad—, pero te advierto que el agua está como hielo.

Bajé al coche por mi bolso, me di cuenta que me dolía el cuerpo por la tensión y el cansancio.  Al volver a entrar a la casa oí a Adam en la cocina.

—¿Quieres una taza de chocolate? —me dice con amabilidad.

—Sí, gracias —le contesté también amable, no me pasaría nada por olvidarme de mi resentimiento por una noche y yo estaba demasiado cansada como para confrontarlo.

—Bueno, te lo subo en cuanto esté listo.

Para cuando él subió, ya yo me había desvestido y estaba dentro del saco de dormir. El chocolate estaba delicioso y calentó mis manos a través de la taza.

Adam desapareció en el baño y para cuando volvió, ya me había acabado la bebida caliente y estaba segura dentro de la bolsa. Sentí cuando se acostó y después la habitación quedó en la oscuridad cuando él apagó la lámpara.

En algún momento, soñé que tenía frío mientras caminaba entre cerros de nieve. Luego, sin comprender por qué, volví a entrar en calor.

Adam

Increible que, por la irresponsabilidad de Valery, tuve que cancelar mis reuniones para la adquisición de los hoteles en Europa, pero su seguridad está primero que todo. Desde que me llegó el informe de sus nuevas andanzas no he podido pegar un ojo.

Desde que se graduó, pensé que, si tomaba responsabilidades en el hotel, podía dejar de ser tan caprichosa y podía madurar, además que siempre supe que su amistad con Gea Williams le aportaba equilibrio.

Gea…

Cuando  me hice cargo de los hoteles de la familia, senté las bases de operaciones en San Francisco, se me hacía más fácil controlar todo desde allá, además de poder seguir con las negociaciones para ampliar la Cadena de Hoteles de la Corporación Cole por todo el mundo.

Estos tres últimos años han sido de arduo trabajo, no he tenido tiempo para otra cosa sino trabajar, demostrar que puedo ampliar el imperio de los Cole y que mi padre se sienta orgulloso de mí.

No he sido célibe, pero no puedo negar que en los últimos tiempos he sentido un vacío, la soledad me ha pegado, pero desde la traición de Katherine no he querido comprometerme más. Pensé que podía construir un futuro con ella, pero su ambición fue más fuerte que el amor que supuestamente sentía por mí.

Tyler, mi mejor amigo y socio en los negocios, era el único que sabía que estaba en Hawái, debía detener la locura de Valery, involucrarse con Lynch nos iba a traer problemas a todos, y ella estaba en peligro, ese timador se las vería conmigo si le hacía daño.

Ver a Gea, luego de tres años, fue un gran impacto, estaba hermosa, sus largas piernas, su cuerpo con las curvas necesarias, su melena rojo intenso que caía alrededor de su rosto enmarcando su delicada cara, esos ojos verdes esmeralda y su elegante caminar, fueron un impacto a mi alma solitaria. Siempre supe que estaba enamorada de mí, pero por Dios, era la amiga de mi hermana, una chiquilla que me perseguía con la mirada cuando estábamos en la misma habitación. Nada que ver con la hermosa mujer que vi hoy en el apartamento.

Cuando vi al idiota plantarle un beso en esos labios de pecado, me hirvió la sangre, pero tuve que controlarme, ya ella es una adulta y yo no puedo ofrecerle lo que ella quiere.

Ahora está aquí, una vez más demostrando su lealtad hacia mi hermana, que de paso no se la merece, también le mintió, no sé si se está haciendo la ingenua o de verdad no sabe nada, pero igual, nadie hace un viaje en medio de la noche para proteger a su mejor amigo a menos que de verdad lo sea.

Esta noche va a ser un suplicio…

Sobre todo, porque me imagino lo que debe haber bajo esa otra bolsa de dormir. Imaginar su cuerpo ligero de ropas, con esa piel tersa pidiendo ser acariciada, con mi boca pegada a su piel… mi amigo ha despertado y duele tener una erección en estas circunstancias y nada con que aliviarme…

Entré en la bolsa de dormir, me sentía incómodo, el espacio se me hacía pequeño para mi metro noventa y cinco y la compañía era una tortura. Al principio sentí como se hacía la dormida, ahora, su respiración acompasada me dice que el cansancio la venció y al fin se durmió.

Yo no podía dormir, esto era un calvario, no solo el pensar las locuras que pudiera estar haciendo Valery con Lynch, sino también el estar al lado de Gea, cierro los ojos y mi imaginación me juega una mala pasada, pensar que sus largas piernas puedan enrollarse en mi cintura, mientras acaricio sus torneados pechos, hechos a la medida de mi mano, mis manos acariciando su cabello sedoso, todo un estímulo para los sentidos. Hace rato que dejó de ser aquella adolescente flaca y sin gracia que me perseguía con la mirada, ahora es una grácil mujer, hermosa e inteligente, muy eficiente en su trabajo. Pero me gustaría saber su eficiencia en otras áreas…

Un viento helado entra por la ventana, Gea se mueve con angustia en su bolsa, siento como tirita de frío, enseguida bajé los cierres de las bolsas e hice una sola de las dos. Esto brindó calor adicional al quedar en contacto directo con mi piel, se acurrucó junto a mí, enseguida el calor abrazó nuestros cuerpos, y envuelta en su tersa calidez logré cerrar los ojos y dormir.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo