Trampas del Destino.
Trampas del Destino.
Por: Bet Alifanow
Capítulo I

—¡GEA! ¡GEA! —me llama a gritos Karen, mi asistente, que sale corriendo hasta alcanzarme—, necesito que firmes estos requerimientos para los eventos del fin de semana —dice cuando llega a mi lado casi sin aliento.

Yo me había parado a su primer grito para atender a lo que falta.

Tengo el fin de semana libre, trabajar en el Centro de Negocios de uno de los Hoteles más prestigiosos de la Isla de Hawái puede ser maravillosamente extenuante muchas veces. The Kahala Hotel & Resort, queda en la 5000 Kahala Ave, Honolulú, HI, 96816, es muy concurrido por todo tipo de empresarios, estrellas de cine, de la moda y mucho más. Y precisamente este mes, el trabajo ha sido abrumador. Así que, después de firmar los requerimientos y de darle a Karen algunas instrucciones de última hora.

Una vez todo listo, no pierdo tiempo para irme al apartamento. Tengo setenta y dos horas sólo para mí, ¡Maravilloso!, Valery no sé dónde anda, ser la hija de los dueños tiene sus ventajas, mientras los simples mortales tenemos que trabajar …

Me cambio con ropa cómoda nada más llegar, lo único en lo que pienso es en sentarme en la terraza, que tiene una vista maravillosa del mar, con mi libro y una buena copa de vino.

No he terminado de servirme mi copa, cuando escucho los gritos de Valery llamando desde que entra por la puerta.

—¡Gea!, ¡Gea por favor… dónde estás, te necesito con urgencia!

Escucho los gritos y sé que viene con un drama encima, Valery Cole es la reina del drama, pero es mi mejor amiga y me resigno a pensar que mi descanso ha terminado.

—¡Estoy en la terraza Valery! —contesto.

—¡Oh Gea!, gracias a dios estás aquí, te necesito, simplemente no puedo acudir a más nadie. ¡Dios mío!, tenía que haberlo hecho hace años… He sido siempre tan débil. Debí haberme revelado a mi hermano, pero…

—Vamos, Valery, estás dramatizando —la interrumpí—, cuéntame, ¿qué es lo que pasa?

—¿Dramatizando dices?, ¡Oh no! —me dice con las manos en su cara y voz sollozante—, tu sabes que Adam nos maneja a su conveniencia y ahora se ha empeñado en casarme con su amigo Tyler y así fusionar los hoteles para expandir más el negocio.

Ver la angustia de Valery me afectó, conozco su relación con Adam y sé cómo actúa con ella, así que, si lo que está diciendo es cierto, creo que su drama está bien justificado en este momento, pero sigue siendo la reina del drama, y tiende a exagerar las cosas, así que lo mejor es calmarla y tratar de entender este enredo.

—¡Val, cálmate por favor!, necesito entender bien lo que está pasando para poder ayudarte —le digo calmada—, primero estamos en el siglo XXI y segundo Adam no puede obligarte a casarte con quien él quiera, ni en contra de tu voluntad. Tienes veinticuatro años, ¡por amor de Dios!, y él sólo es tu hermano mayor…

—¡Tú lo conoces Gea! —responde Valery sollozando dramáticamente—. ¡El peor dictador es mejor que él!, hay que hacer siempre su santa voluntad o si no hay que atenerse a las consecuencias. ¡Cielos! ¡Jamás imaginé lo que pretendía con todo ese acercamiento, siempre me metía a ese simplón de su amigo por los ojos!, todo este tiempo buscaba la manera que coincidiéramos en los eventos, o si no, me pedía que lo acompañara a las cenas, al teatro… y yo pensé que lo hacía para ayudarlo con un viejo amigo que se sentía solo. Ahora me entero que Adam tenía la intención de casarme con ese tipo.

—¿Y cómo es él? —pregunté con curiosidad.

Valery me miró con asombro y movió su cabeza de largos cabellos castaño oscuro, con la feminidad que la ha caracterizado siempre,

—¿No puede ser que no lo recuerdes? ¡No ha cambiado tanto desde la última vez que lo viste…! —me dice pensativa—, fue en mi fiesta de cumpleaños veintiuno, solo han pasado tres años, sigue siendo refinadamente elegante, sobre todo cuando va a sus reuniones empresariales. No tiene canas, ni arrugas, ni cosa por el estilo, mis amigas dicen que es un colirio para los ojos y…

Le toco el brazo para llamar su atención, realmente pensó que, aunque es mi amiga y la quiero, a veces no estamos en la misma línea…

—No, Valery —la interrumpí con un suspiro—. No hablo de Adam, sino del amigo con el que supuestamente piensa casarte.

—¿Me ayudaras a parar la locura de mi hermano? ¡Oh Gea, ¡gracias, gracias, gracias! —me dice abrazándome y saltando de alegría como una pequeña niña— ¡Gracias a Dios, Gea!, ¡sabía que no me dejarías sola!, no sabes cuánto te agradezco este favor.

¡Me perdí! ¿En qué momento le di la impresión que la ayudaría?, y aun no sabía ni siquiera que era lo que pretendía. No he prometido nada y ella asume que la voy a ayudar, no sé porque presiento que me voy a meter en un gran lío.

De repente Valery, se me queda mirando de manera muy extraña y me dice:

—¿Sabes algo?, ¡si Tyler te viera, enseguida se enamoraría de ti…! No es justo… ¿Por qué no puedo yo puedo tener tu tono de cabello, siempre deseé tener el cabello rojizo… es tan… uhh…

—¿Diferente? —terminé la frase por ella mientras yo la miraba de manera divertida y ella me miraba con algo de malicia.

A veces no la entendía, no sabía porque se sentía de esa manera, ella era una mujer hermosa, que exudaba elegancia así se vistiera de forma sencilla, blanca con piel sedosa, una cabellera castaña oscura y unos ojos grandes color miel con vetas verdes que resaltaban sus facciones delicadas, alta, delgada, de piernas largas y con un cuerpo esculpido a punta de ejercicios, en resumen, muy hermosa a sus veinticuatro años de edad. Pero desde siempre su hermano mayor la ha sobreprotegido demasiado, y ha tratado de dirigirle la vida. Y ella se acostumbró a hacer de todo un drama para salirse con la suya, sin embargo, no puedo negar que, como amiga, es muy solidaria y leal.

Mientras que yo, soy un desastre andante, primero, demasiado alta, por lo que es un problema al salir con algunos hombres, mi metro ochenta y cinco sin tacones espanta a muchos, segundo está el color de mi cabello, que siempre me ha metido en problemas, me molesta que las mujeres siempre me preguntan que tono de tinte uso pues creen que es teñido… porque el tono rojo de mi cabello es de un oscuro muy intenso, que me va muy bien con mi cutis color crema y con mis ojos verdes esmeralda.

También me pone furiosa cuando, quien no me conoce, dice inmediatamente que yo tengo mal genio, como todas las pelirrojas, cosa que no dista de la verdad, pero mi mal genio está justificado y por lo general tiene nombre y apellido, ¡Adam Cole!, el único ser en este planeta que logra sacar lo peor de mí.

A la familia Cole, los conocí cuando era adolescente, gracias a un cambio de ambiente que la abuela sugirió al morir mis padres, por eso nos mudamos a San Francisco. Estudiábamos en la misma escuela secundaria y rápidamente nos hicimos amigas y fue tal el cariño que ellos me tomaron que fueron como unos padres suplentes para mí, así como Valery y toda la familia Cole llegó a considerar a la abuela como alguien de su familia.

Valery siempre me platicaba de su hermano mayor como un dios y como soy hija única me parecía impresionante como ella hablaba de él. Recuerdo cuando lo vi por primera vez, tenía doce años y él quince. Me habían invitado a su casa para disfrutar de la piscina, hacía mucho calor y jugábamos despreocupadas. Adam había estado jugando tenis y, sin embargo, cuando entró a la casa, se veía fresco y pulcro. En ese momento sentí que sus ojos fríos podían leer hasta lo más recóndito de mi alma. Ese recuerdo aún me hace sentir inquieta. Desde ese día, en mi mente siempre estuvo presente Adam Cole.

Sentí el silencio de Valery que interrumpió su cháchara, yo por supuesto escuchaba en segundo plano, porque mi mente estaba lejos, pero ella insistentemente tocaba mi muslo, yo volteé mi cara para verla y vi angustia en sus ojos, cuando se aseguró que volvía a captar mi atención me suplicó con lágrimas en los ojos:

—Gea, por favor… por favor ayúdame… Es difícil estar enamorado en la forma en que estamos Román y yo, con Adam vigilando mis pasos, no sabes lo que se siente….

—No, no lo sé —acepté—. Pero tampoco sé por qué no le puedes decir a Adam que se olvide de sus planes de fusión con su amigo a expensas de tu sacrificio, debes decirle que estás enamorada de otro.

Tomo una pausa y continuo.

—¡Por Dios, Valery! —exclamo con hastío—, él no puede obligarte a que te cases con su amigo ni con nadie… Ya eres una mujer adulta y los matrimonios arreglados hace tiempo que ya no se dan.

—Parece que no conocieras a Adam—respondió con tristeza—. Desde que lleva la cabeza del negocio se le ha subido a la cabeza todo ese poder. Tú sabes que convence hasta a las piedras, y que cuando empieza a hablar conmigo, me manipula a su antojo, yo no tengo la fortaleza para contrariarlo… Además, papá lo apoya porque según él, Adam es más sensato.

Nunca he tenido claro quien manipula a quien, en esa familia, al final cada cual se sale con la suya, y por lo que he visto de ellos, Valery va a la cabeza de esa carrera…

Sin embargo, a pesar de conocer las dotes histriónicas de mi amiga, verla realmente afectada por la imposición de su hermano, me conmovió, es mi mejor amiga, la hermana que no pude tener nunca, entonces, la rebelde que habita en mí salió a flote, ¡era hora que Adam Cole recibiera algo de su propia medicina!, así que, decidí ayudarla.

—No puedes imaginar las veces que he querido ser como tú—continuó Valery con tristeza en su voz—, tú eres fuerte, firme, tienes carácter para enfrentar lo que sea, nunca te dejas intimidar por nadie, sabes lo que quieres y vas por ello. En cambio, yo no, siempre me he dejado manejar por mi familia, me han sobreprotegido demasiado y tu bien sabes que una vez que Adam empieza a hablar conmigo, no puedo contrariar sus órdenes, siempre le obedezco, por eso es que me aterroriza que me convenza de hacer algo que en verdad no quiero…

—A ver Valery, aunque pueda entender tu punto, aun no comprendo para que me necesitas a mí.

—Tú me conoces, sabes que no me gustan las confrontaciones, y que siempre termino cediendo para evitar peleas, además Gea, esta vez quiero intentarlo con Román, siento que somos el uno para el otro —me dijo exhalando un suspiro.

Puedo recordar las veces que en el pasado me ha dicho lo mismo, desde que compartíamos habitación en la universidad…

—Valery, si me dieran un dólar por cada vez que me dices eso, juro que me podía ir de tours por Europa todo un verano sin escatimar gastos.

—Esta vez es en serio Gea —replica haciéndose la indignada—, por eso mi desesperación, conocí a Román en el trabajo, es un gran empresario, pero no es del circulo de Adam —añade con disgusto—. ¡Por favor, Gea! Lo único que te pido es que me cubras mientras nos vamos de excursión a Waimanalu para conocernos mejor… Necesitamos tiempo para estar solos… juntos, sin que Adam esté interfiriendo. Mis padres todavía tienen la casa allá… ¿Recuerdas cuando íbamos?

Claro que la recordaba muy bien. A mi memoria vino el momento cuando sus padres vinieron a la casa para conocer a mi abuela y sacarme permiso para pasar unas vacaciones. Hicieron tan buenas migas que la invitaron también, desde esa época siempre nos íbamos todos de viaje.  

Mi abuela se hizo cargo de mi cuando mis padres murieron en un aparatoso accidente de coche, pasamos muchos asuetos con los padres de Valery en Waimanalu. Vacaciones que fueron más agradables porque no las tuvimos que compartir con Adam quien ya estaba en la universidad.

Pero ya hacía mucho tiempo que Valery y yo no vacacionábamos juntas, la última vez fue al terminar la universidad, nos fuimos a un tour por Europa, pero cuando Adam se enteró, inmediatamente se opuso a que siguiéramos solas y las vacaciones se suspendieron sin haber terminado el recorrido. Me acordaba de eso y de otras cosas…

Sin embargo, a pesar del carácter de Adam, y de lo controlador que podía llegar a ser, en el fondo tenía mis dudas, amaba a su hermana, y aunque lo creía capaz de cualquier cosa, que la forzara a un matrimonio que no deseaba, nada más porque así lo quería, me resultaba extraño.  Valery era un espíritu libre que a veces estaba en una jaula de oro, amaba su libertad, pero era factible que se dejara vencer para no tener dificultades.

—Está bien, dime ¿qué es exactamente lo que quieres que haga?

Valery me devolvió la mirada con incredulidad y se lanzó sobre mí para darme un apretado abrazo.

—Le voy a decir a Adam que me voy a quedar aquí contigo… —me dice emocionada—. Lo más seguro es que llame para confirmarlo, cosa que harás cuando hables con él.

—¿Y si quiere corroborarlo? —insistí.

—¡Oh! ¿Quieres decir que si quiere hablar conmigo? —larga una sonora risa cargada de complicidad—. Me copie una idea de la película Mentiras Verdaderas con Arnold Schwarzenegger, que lo va a engañar por completo, él se graba con la voz distorsionada para darle una noche de aventura a su esposa que creía que estaba en una misión de espías, bueno no te voy a dar los detalles de la peli, pero una amiga del centro de relaciones públicas del hotel me prestó esta reliquia —me dice mientras revuelve en el bolso en su búsqueda, cuando veo que saca algo y me muestra una grabadora pequeña—. Grabé una cinta. Mira, te la voy a poner, tú pretende que eres Adam y ahora escucha…

Cuando terminó la cinta, miré a Valery con cierta resignación. La idea de la cinta era ingeniosa. Pero más ingenioso era el hecho de pensar que conocía tanto a su hermano para anticipar sus preguntas y respuestas. Unas respuestas muy propias de ella dentro de una conversación que se daba con mucha regularidad entre los hermanos Cole. Una solución muy astuta tomando en cuenta todo el esfuerzo que tuvo que hacer para conseguir un reproductor de cintas en ésta época digital.

—¿Ves? No tendrás ningún problema —me dijo mientras rebobinaba la cinta—. ¡Todo está cubierto!

—¿Incluyendo la probabilidad de que Adam venga hasta Honolulu?

—¡Oh, no!, ahorita es no es posible, mamá me comentó que va iba a estar en San Francisco, Washington, Pensilvania, y creo que va luego a Europa a hacer unos negocios para ampliar la cadena de hoteles, justamente se va con Tyler. Él no va a volver por aquí hasta pasado un mes, y mucho menos va a desperdiciar casi cinco horas de su tiempo en un avión para venir hasta acá a ver a su hermanita descarriada y en caso que se dé cuenta, yo ya estaré de regreso…

—Valery, se sincera conmigo ¿son solo unas vacaciones? No estarás pensando en casarte a escondidas, ¿verdad?  —pregunté preocupada.

—¡Claro que no! —contesta escandalizada—. Tú sabes muy bien que no pienso casarme en mucho tiempo. Solo quiero pasar un tiempo a solas con Román sin que Adam esté pendiente de mis pasos. Está tan paranoico que creo que me vigila, cada vez que Román llega, me llama, me pregunta que estoy haciendo y con quien estoy, cuando estoy trabajando en el Hotel no lo hace. Tengo veinticuatro años y mi hermano mayor me vigila como si fuera una niña. ¡Es absurdo! —Explotó Valery—. Sobre todo, porque él no es nada célibe, es larga la lista de mujeres que han pasado por su cama, y yo no lo ando molestando ni vigilando —añadió furiosa.

No discutí el punto del celibato de Adam, hacía poco, en la sección de sociales del periódico local, había una foto de él, donde comentaban su idilio con una modelo de lencería bastante controversial, recuerdo que me fijé muy bien en la foto y Valery tenía razón en su descripción, su cabello rubio no tenía canas y sus ojos azules de mirada profunda, aún tenían esa expresión fría de advertencia. La mujer que aparecía con él era muy similar a todas las mujeres con las que Adam salía. Rubia, sofisticada y muy, muy bella. En resumen, su mujer ideal.

No puedo negar que tuve sentimientos encontrados cuando vi la foto, mil preguntas vinieron a mi cabeza ¿Era su novia formal? ¿Se casaría con ella? Según el artículo señalaba, era algo serio y formal, no me extrañaba, pues se veía que era una joven linda y maleable que él pudiera manejar a su antojo, que viviera a través de él, ¡toda una mujer trofeo!

—¿Qué te pasa? —preguntó Valery —. Tus ojos tienen la mirada perdida y sólo se ponen así cuando estás furiosa contra alguien. ¿Quién es?

Cuando negué con la cabeza, Valery me dijo:

—Algo anda mal contigo, Gea —me acusó—. Eres una chica hermosa, tienes a los hombres danzando a tu alrededor esperando que medio les hagas caso, puedes quitártelo a sombrerazos, y tú los ignoras a todos. Siempre pensé que serías la primera en casarte…

—¿Cuándo piensas irte con Román? —la interrumpí antes que siguiera con su interrogatorio.

Mirando el reloj en su muñeca derecha me dice:

—¡Ya mismo!, ¡cielos, ya voy tarde! —comentó, riendo y con la cara llena de ilusiones.

—Debes tener cuidado Val, no sé porque tengo un mal presentimiento de todo esto, se me hace que no va a ser tan fácil como crees, ni que tu hermano sea tan ingenuo como pretendes —le digo con tono sombrío—. Adam tiene muchos recursos y siempre puede sorprendernos de miles maneras…

—¡Quiero vivir sin la presión de los Cole encima de mí, Gea!, estoy cansada que la gente me busque por mi apellido o mi dinero, Román me ha demostrado que me quiere por mí misma, no le importa ni el dinero, ni el apellido, tiene sus propios bienes y fortuna, quiero darle una oportunidad que sé, Adam no lo haría.

—No puedo entender por qué no eres sincera y le dices lo que quieres hacer y cómo te sientes, ¡Vaya Val!, no estamos en el siglo pasado, las mujeres hoy día se rebelan y buscan sus propios horizontes —la interrumpí con disgusto—, si no encaras a Adam, jamás va a dejar de tratarte como a una niña.

—Es que, si lo hago, va a tratar de hacerme cambiar de opinión. Tú sabes cómo es. Estoy tan acostumbrada a cumplir con lo que me dice, que temo que voy a continuar haciéndolo, aunque no sea lo que yo quiero —Valery suspiró con conformismo—. Adam puede ser tan… tan convincente a veces.

—Hasta el día que lo enfrentes y te hagas sentir —le digo con disgusto—. Debiste haber superado hace mucho tiempo esa dependencia emocional que te hace esperar por su aprobación a cada paso.

—No sabes la suerte que tienes en no tener hermanos —me dice con resignación y tristeza—. Sólo son tú y la abuela y sé que ella nunca te obligaría a hacer algo que tú no desearas.

Valery estaba tan lejos de la realidad, me reí por dentro, pude haberle dicho que había muchos métodos para conseguir presionar a alguien, como lo hacía su hermano mayor con ella. Pero jamás entendería la sutil presión que una linda viejecita como mi abuela ejercía para verme casada o para que hiciera lo que ella consideraba era lo correcto para mí.

Una vez más, caí en la trampa de Valery, accedí a ayudarla, aunque con mucha reticencia, y ella se fue contenta e ilusionada, pero tenía ese mal presentimiento que algo iba a salir mal.

Volví a mi plan inicial de lectura y mi copa de vino luego que se marchó, aunque seguía pensando en la situación.

Después de graduarnos en Administración Hotelera, los padres de Valery, nos permitieron venir a Hawái a trabajar en uno de sus Hoteles, The Kahala Hotel & Resort, yo trabajaba en el Centro de Negocios del Hotel, mientras que ella realizaba las diferentes conexiones con las empresas que utilizaban nuestros servicios. 

Realmente la oportunidad era para mí, porque ella tenía a disposición todo lo que quería. Habían dispuesto un apartamento para Valery y para mí, era espacioso, bien arreglado, con elegancia y estilo, sin embargo, era poco lo que podía estar aquí como para darle personalidad, pues cuando me tocaba turno prefería quedarme en las habitaciones del hotel que disponían para el personal.

Hace tres años, Adam tomó las riendas del negocio, pero se había quedado dirigiendo todo desde San Francisco. Aquí en Hawái tenía a su director gerente que lo manejaba todo desde que su papa lo administraba y como era uno de los hoteles más rentable del complejo no hicieron cambio en la directiva, además si había algún problema, que casi nunca lo había, el señor Cole lo arreglaba rápidamente, aun no se había retirado del todo.

Pensando en Valery, ahora en frío, debí tener un poco más de carácter y negarme a su locura, si Adam descubría lo que había hecho y que yo la había ayudado, mi vida se podía derrumbar en un santiamén, ¡es preferible caer en un pozo profundo sin comida por tres días, que tener como adversario a Adam Cole! Solamente de pensarlo un escalofrío recorrió mi cuerpo, con la respiración agitada cerré mis ojos y me recargué en el respaldo del sillón, lo que hizo que volviera al pasado y  recordara cuando siendo adolescente, me creí perdidamente enamorada de Adam,  pero él hizo todo lo posible para restregarme en la cara lo absurdo que eran mis sueños…

Mi amor juvenil desapareció y me dejó amargada. desconfiada y resentida con el sexo opuesto, tanto que, aun a mis veinticuatro años, no había pasado de primera base como decíamos en la universidad, un par de besos sin ninguna emoción, ni pasión, un refrigerador transmitía más calor que yo. Muy dentro de mí, tenía que aceptar que decidí ayudar a Valery solo por el hecho de contrariar a Adam.

Puede ser que Valery fuera algo distraída y soñadora, pero también sumamente astuta y manipuladora, pero si algo tenía ella era que, en lo que respecta a su hermano tenía razón, Adam siempre ha tenido esa actitud de "soy tu hermano mayor y se lo que te conviene" que me encantaría aplastar algún día.

Y en esta ocasión, aunque con los métodos incorrectos, Valery quería desafiar a su hermano. Dios permita no haber tomado la decisión equivocada al tratar de ayudarla.

Se estaba haciendo tarde cuando me percaté que no había comido, voy a la despensa y es poco lo que hay, me cambio para ir un momento al supermercado, gracia a dios todo me queda cerca.

Al salir del apartamento me encuentro con Steve, mi vecino, él tenía una escuela de surf a orillas de las playas de Honolulu,  un hombre de mi misma edad muy carismático y de una hermosura peculiar, alto, rubio, de ojos verdes claros que cambiaban de color según su ánimo, además tenía un cuerpo de gimnasio, aunque su personalidad era muy avasallante y tenía la mala pata de siempre verse involucrado con mujeres que no le convenían, se enamoraba en un tris y de la misma manera lo dejaban hecho trizas, cosa que por lo general era muy regular, y por supuesto, yo era su paño de lágrimas.

Era como Valery versión masculina. Se enamoraba tanto y tan rápido como se cambiaba de calzones.

Otra prueba más para yo no querer involucrarme con nadie. ¿Sensatez o desconfianza?, cada vez que pensaba en la respuesta la imagen de Adam Cole siempre aparecía en mí cabeza, con el efecto inquietante que ejercía sobre mí y que, a pesar del tiempo, por lo visto, no había disminuido.

—Hola, reina roja —me saluda Steve con su peculiar encanto, aunque al principio me disgustaba el mote que me había puesto, terminé aceptándolo.

—Hola, príncipe encantador —le decía así porque su cabello se parecía al del príncipe de la película animada de Shreck.

—¿Vas a algún lado? —pregunta.

—Si, al mercado por algunas provisiones.

—Si aceptas mi compañía te preparo la cena —me dice divertido.

Me río ante su ocurrencia y le respondo:

—¡Con tal de no cocinar, acepto la propuesta!

Y riéndonos salimos al mercado en busca de provisiones para la cena y para la semana, al volver entre confidencias de su trabajo, de sus amores y desamores preparó una cena deliciosa que comimos en la terraza, lo que me hizo olvidar de Valery y toda su tramoya.

Nos despedimos casi a media noche, con la promesa de volver a vernos pronto.

Yo caí rendida en la cama, teniendo en mi mente la mirada profunda y fría de Adam…

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo