capitulo 5 el club.

Narra Elentari.

Mi amiga Elena me hizo bailarle como si ella fuera un cliente de aquel club al cual iré para la supuesta entrevista.

Digo supuesta porque ese lugar es un prostíbulo disfrazado de club elegante y sofisticado, según me contó Elena ellas se acuestan con sus clientes dentro del mismo club el cual cuenta con varias habitaciones.

Cada una de ellas tiene una habitación asignada donde atienden a sus clientes y al finalizar me dice que deben limpiarlas ellas mismas.

—Elentari, te has puesto la lencería que te pasé — me preguntó mi amiga una vez más y ya han sido tantas las beses que me lo ha preguntado que cada vez que me lo vuelve a preguntar  repito sus palabras junto con ella.

—no sé cuántas veces tendré que decirte que si— le dije antes de levantarme el vestido para que me viera la braga que me estaba rompiendo el trasero en dos.

¡Bueno será en 3 porque normalmente  lo tengo dividido en dos! Pensé jocosa.

Bajamos las escaleras de la muerte o bueno mejor dicho de nuestra casa, pero es que son tantos escalones que uno al terminar de bajarlo muere del cansancio.

¡Oh Dios mándame a un hombre millonario que se quiera casar con una mujer pobre! Exclamé en el momento que bajé el último escalón.

—Para no darle nada y que se desilusione de estar con una puritana, por qué apostaría mi seno izquierdo a qué tú aún ni siquiera te has masturbado— dijo mi amiga masticando chicle como una puta.

Bueno no es que ella no lo sea, pero solo lo digo por su manera extravagante de masticar.

—temo decirte que ya perdiste ese seno lleno de silicona— le dije mientras paraba un taxi.

—Bueno al menos me dejas más tranquila pensé que te morirías sin llegar a saber lo rico que es tener un orgasmo— me dijo delante del taxista sin importarle que él estuviera escuchando todo.

—Ay dios Elena por qué eres tan vulgar— dije tapando mi rostro mientras el taxista no dejaba de observarme por el retrovisor.

Después de esos veinte largos y extendidos minutos en los cuales me la pasé evitando la mirada lujuriosa del taxista y las preguntas incómodas de mi loca amiga llegamos al dichoso club por el que entramos por una extraña puerta trasera.

En donde había todo tipos de mujeres altas, rubias, morenas y peli rojas, etcétera.

—tienes que hacer  todo lo que el jefe te diga, y lo más importante es que le  respondas a todo que si, ya él está informado que no trabajaras brindando servicio o mejor dicho cómo Scot— me dijo muy tranquila.

—vaya! Ahora a las putas se le dice “Scot” sí que están  cotizadas — le dije con sarcasmo.

—elentari entrarás allí  y responderás todo tal y como te lo  indiqué y punto, mantén esa boquita cerrada que no quiero terminar peleando con las zorras descerebradas que trabajan en este lugar porque si te llegan a  escuchar te romperían  hasta la parte superior de la boca— me dijo antes de irse.

¡Solo tendré que entrar a esa oficina y si el supuesto jefe me pregunta usted desea que la matemos ahora mismo yo solo le diré “si”.

Usted por si acaso desea que la violen yo le diré “si” — balbuceé todo eso  hablando conmigo misma 

Narra Albert.

Hoy tenía deseo de ir a uno de mis clubes para ver las nuevas adquisiciones.

La búsqueda de esa elfo escurridiza me estaba hastiando así que para botar un poco el estrés vine a buscar a una humana para ver si encuentro una que sea menos llorona que todas las que me he llevado a la cama  en estos últimos meses, ningunas de ellas han podido  aguantar que le introduzca la mitad de mi miembro.

¡No es emocionante tener que limitarse! Pensé molesto porque la falta de sexo me estaba irritando 

Entre a la sala VIP el único lugar de este club reservado especial mente para mí. Al entrar miré para los lados buscando algún desperfecto mientras julio me miraba nervioso —señor todo está como a usted le gusta— me dijo mientras se mordía la parte interna de sus mejillas con tanta fuerza que podía escuchar el crujir de sus dientes.

¡De seguro le sangra la boca! Pensé jocoso con ganas de reírme, pero mantuve mi rostro neutro.

Bajo su atenta mirada me senté en un sofá donde no pasaron más de diez segundos y a mi lado llegaron varias mujeres para atenderme a las cuales mis escoltas revisaron como de  costumbre.

No había la necesidad de hacerlo total ellas no me podrían lastimar, pero tenía que mantener mi imagen de humano adinerado y custodiado por sus escoltas los cuales eran lobos que se habían unido a mí, con el pasar del tiempo sin pretenderlo he tenido mi propia manada porque muchos lobos han llegado buscando mi protección.

—Señor ella es Sandra hoy es su primer día como Scot —me dijo julio mostrándome a una mujer rubia la cual estaba bailando sin gracia agarrando el tubo con tanta brusquedad que se veía rústica, sus movimientos eran verdaderamente extraño tanto que parecía que estaba dando pequeños saltos.  

Hastiado de verla saltar como chimpancé no me quedó más que gritarle que se fuera, pero ella continuó como si no me escuchara —te dije que te marche no quiero ver tu Show de circo te recomendaría que te vayas antes de que pierda la poca paciencia que tengo — le ordené sin mirarla mi voz se escuchaba aterradora como me fascina hacerlo y todas ellas al escucharme temblaron nerviosas.

—ustedes también se pueden marchar— les dije a las demás las cuales salieron despavoridas.

¡Que desperdicio un hombre tan hermoso con esa actitud de perros! Comentó una mientras se iban pensando que no la podía escuchar.

¡Y lo arrogante que es! La segundo otra.

—esta es la nueva m****a que me dices que tenéis en el negocio, esas putas de cuartas dan asco, no viste que esa rubia no sabe seducir a un hombre ¿Qué Maldito baile fue ese? — le reclamé cabreado a julio el humano que trabaja para mí administrando el club.

— sé-señor, las despediré en seguida y trataré de que las nuevas empleadas estén más calificadas para trabajar aquí— me dijo con la voz temblorosa, su nervio se podía oler a distancia.

Las emociones negativas de los humanos huelen muy feo.

 —eso espero— le respondí sin dejar de mirarlo.

—señor hoy entrevistaré a una chica nueva según su amiga ella es muy hermosa— me dijo sin mirarme a los ojos.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo? — le pregunté cortante.

—¿le gustaría entrevistarla usted?— me preguntó con duda temiendo por  mi reacción.

—No tomaré tu pregunta como una ofensa porque quiero entretenerme, pero nunca vuelvas a ofrecerme que haga tu trabajo porque si yo deseara entrevistar putas estuviera aquí administrando yo mismo mi club— le dije antes de salir de aquel privado para entrar a la oficina.

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