Sé mi presente

A la mañana despierto temprano lo veo a mi lado durmiendo plácidamente, le doy un beso despacio para no despertarlo, me paro y me entro a la ducha, al salir lo veo sentado en la cama, cambiando canales con el control del televisor.

- Hola, mi amor.

- Hola, Richie, me gusta verte en mi cama, nunca viví con nadie, mi ex escapaba por la ventana a la madrugada.

- ¿Vivías con tus padres?

- Pues sí...

- Con razón pero esto ha sido una excepción -  sonríe, parándose - yo tampoco viví con nadie - se acerca para besarme - podemos estarnos acostumbrando - me guiña un ojo y se entra al baño.

Entro a la cocina tratando de tragar palabra por palabra de lo escuché ¿Quiere vivir conmigo tan rápido?

- Bueno bonita, es hora de irnos a la jefatura - Exclama Volviéndome a la realidad.

- Está bien, comamos y salimos...- le pongo el plato de comida y una taza de café.

- Ok, me gusta lo que estoy viendo, y no es precisamente la comida.

- Muy gracioso, es tiempo de comer.

Me siento a su lado tomó plato empiezo a comer unos minutos después escucho.

- ¿Te convencí que no lo hagas?

- Lo voy a hacer.

- Ok, entonces ya sabes que voy a hacer yo.

- Si, lo sé, te dije que lo hagas pero que tendrías muchos problemas.

- Lo sé - se para, me besa y me sonríe - pero lo haré .

- ¡Está bien, terco! - exclamo poniéndome de pie.

- Vamos, que tienen que recibir órdenes para su...

- ...Trabajo, dilo, no estoy yendo al matadero, Ricardo - respondo con torpeza.

- Ya te dije que no tengo buena espina con este trabajo, y siempre pasa algo cuando me pongo así. ¡Joder!

- Tranquilo - le agarro su cara con mis manos - estaré bien.

- Ok, vamos.

- ¿No crees que primero tendríamos que ir a tu casa a que te cambies?

- ¿Por?

- Estas con la misma ropa que ayer, van a darse cuenta.

- OK, Ok, vamos a mi casa, me cambio y volamos a la jefatura.

Subimos al coche llegamos al departamento de Ricardo, no es muy grande un living, comedor, la cocina que está al frente, dos dormitorios, Ricardo entra a uno de ellos.

- ¿Quieres entrar?

- No, gracias, no confió en ti.

Se ríe a carcajadas- Tranquila, mi amor, me portare bien, me cambio y salgo.

- Ok, te espero acá, me siento en uno de los sillones del living.

Analizo la casa, para ser un chico, es muy ordenado y limpio, supongo que tiene una persona que se lo limpia porque todo está sumamente ordenado, me gusta el decorado muy elegante y su gusto musical es exquisito, muchos grupos de música que me gustan están en su gran colección.

- Bueno, linda - da una vuelta- como me veo.

- Lindo, como siempre.

- Ok vámonos.

- Me gusta tu depa, muy de soltero.

- Sí, es suficiente, además de las 24 horas del día 5 horas paso acá.

- Pero lo tienes limpio y ordenado.

- Sí, es que tengo un ama de llaves, viene dos veces a la semana, lo limpia todo y se va.

En la jefatura las cosas andan como siempre, el capitán nos da órdenes y salimos para nuestro primer día de clases, tratamos de parecer muchachas de 17 años, nuestros atuendos son los más juveniles posibles, Ricardo y Jake nos van a recoger todos los días y eso ahuyenta a unos muchachos que ya empezaron a seguirnos nos dimos cuenta de eso y tres días después el capitán también, Ricardo y Jake no podrán volver.

- Esta noche no iré, Darla.

- Te dije que tendrías problemas.

- Lo sé. - Me mira con cara de perrito regañado, y me atrae hacia él.

- No Ricardo, estamos en la cafetería de la Jefatura, nos verán.

- Me vale - me agarra con fuerza - si pudiera boto todo lo que hay encima la mesa y te arranco la ropa.

- Sé que lo harías - me suelto- pero no lo harás.

- ¿Quieres apostar? - me mira desafiante.

- No...pasó... - miro a mi comida - come, está rica.

- Ok, pero me desquitaré...

- ¿Esta noche, te iras a mi casa? - preguntó - ¿Cómo las otras noches?

- No lo creo, tengo que estar a las 5 de la mañana, me toca turno, y si me quedo contigo no llegaré - sonrie y baja la voz- porque no dormiremos como las noches anteriores - me guiña un ojo.

- Ok, tengo que irme - me pongo de pie y me toma de la mano.

- Si algo sucede, ven a mi casa, por favor, no vengas acá, no vayas en busca de nadie, solo a mí, ¿de acuerdo?

- Si, Ricardo, de acuerdo - respondo poniendo los ojos en blanco, el besa mi mano para despedirse y me alejo.

El día pasa sin novedades, a la hora de la salida está anocheciendo, salimos con Judy charlando cuando ella se da cuenta que se olvidó algo.

- Volveré al aula.

- Ok - respondo y empiezo a caminar, pero por alguna razón no me gusta el ambiente, se volvió pesado, escuchó pasos, trato de sacar mi arma pero es demasiado tarde siento un golpe muy fuerte en la cabeza, quedo inconsciente, no sé cuánto pasa o que pasa, escucho la voz de Judy  temblorosa y llorosa.

- ¡Darla, por favor despierta!

- ¿Qué paso? - pregunto intentando componerme,  tengo un dolor de cabeza insoportable.

- Esos malditos...- empieza a llorar.

- ¡¿Qué pasó?! - me veo y no comprendo o sí - ¡Mierda!

- Me agarraron cuando entre no pude luchar, ni sacar mi arma eran muchos.

- Yo solo sentí un golpe en la cabeza - respondo adolorida.

- Te dieron con un bate de béisbol, tienes que ir al medico.

- NO, tengo que ir donde Ricardo.

- ¿Ricardo? - sé que no comprende, tampoco yo lo hago, sé que debería ir a un forense pero solo quiero verlo.

- Si, ve a la jefatura, voy donde Ricardo y con él veré que hago.

- Pero Darla...

- ¿Los pudiste ver?, yo no vi nada, no sé que sucedió.

- Si, pude reconocer a dos de ellos.

- Es suficiente con tu testimonio, podrás reconocerlos.

- Voy con Jake y tú con Ricardo, ¿tu cabeza?

- Estoy bien.

Salgo corriendo a mi auto saco las llaves temblorosas, al entrar abro un frasco de aspirinas que tenía en la guantera las tomo y conduzco hasta casa de Ricardo.

- Voy - escuchó unos minutos después de tocar su puerta, abre la puerta y me ve tal vez muy pálida y asustada- ¿pero qué demonios...?

- Déjame entrar...- chillo

- Pasa ¿Qué ocurrió?

- Préstame tu baño.

- Si claro...pero ¿Darla?

- Después hablamos.

Me encierro en el baño escuchó desde afuera la voz de Ricardo suplicante, no respondo, me saco la ropa, la meto en una bolsa, me meto a la ducha y  lloro desconsoladamente, estoy furia conmigo misma, por no poder defenderme, lloro de rabia y frustración.

Decido salir unos minutos después, hay una camisa de Ricardo colgada en el baño, me la pongo, al abrir la puerta veo a Ricardo alarmado, me abrazo a él y sigo llorando.

- Darla ¿dime qué demonios paso? - Lo miro y lo beso.

- ¡Ricardo, quítame lo sucio! - exclamo entre labios-  por favor.

Ricardo me mira entre desconcertado, asustado, confundido pero acepta mi petición, me besa dulcemente mientras me saca la camisa que llevo puesta, él se saca la polera y el buzo que lleva, me sigue besando pero esta vez con mucho cuidado, lo siento,  sigo viendo en su mirada confusión y miedo, me penetra, pero no como las otras veces embistiéndome lleno de fuerza y de pasión,  esta vez es suave y delicadamente, como si no quisiera hacerme daño, aunque es suave y delicado me siento bien viendo sus hermosos ojos miel, llego al orgasmo abrazándome más fuerte de Ricardo y el de mí. Nos quedamos la alfombra, el encima mío echado en mi pecho y yo acariciando sus rizos castaños.

- Ahora me contarás ¿qué pasó?

- No.

- Darla, dime de una vez.

- Me puedes dar hielo, tengo un chinchón en la cabeza - le pido adolorida.

- ¿Un chinchón? - se para - ¿porque no me lo dijiste?

- Me olvidé por un momento - me agarro la cabeza- pero el dolor volvió

- Hay que llevarte a un médico - se empieza a vestir.

- Estoy bien.

- No, me digas eso - agarra el celular- voy a llamar a un médico.

- Ok, no te discuto - me pongo la camisa que estaba en el suelo.

Ricardo, habla por teléfono después me alza y me lleva a su cuarto, me mete en la cama después se queda a mi lado, hasta que suena el timbre.

El medico entra, me revisa la cabeza, por lo que veo no es nada grave,  me da unos analgésicos para el dolor y una semana de incapacidad.

Con los medicamentos quedo dormida fácilmente, cuando despierto ya son más diez de la mañana, Ricardo no está en el departamento, todavía me duele la cabeza, de acuerdo al médico si tengo mareos o me desmayo tengo que ir al hospital, hasta ahora no tengo nada, me levanto, voy a la ducha, la ropa que puse en la bolsa del baño no está, no tengo ropa que ponerme, así que agarro una camiseta de Ricardo voy a la cocina y encuentro el desayuno ya preparado y una nota:

"Mi amor, más tarde nos vemos, come, te deje el desayuno listo y el almuerzo está en el Refri"

Besos Ricardo

Sigo creyendo que Ricardo está ganándose a pulso mi cariño y eso me hace muy feliz.

Desayuno con una sonrisa tonta en la cara, los analgésicos me vuelven a producir sueño, me vienen pesadillas horribles de lo que paso anoche, sigo intentando recordar pero tengo la mente completamente bloqueada, además el golpe en la cabeza me hizo perder el conocimiento. En eso suena el teléfono

- ¿Hola?

- Mi amor, ¿cómo estás?

- Bien, ¿a qué hora vienes?

- Dentro de unas horas, me hubiera querido quedar contigo pero no pude tenía turno.

- Lo sé, Richie ¿mi ropa?

- La traje a la jefatura y a deje en el laboratorio, sabes que puede haber muestras y etc.

- Lo sé, ¿pero si me quieren hacer pruebas?

- No, eso no va a pasar, le dije al capitán que tú no estuviste implicada que te dieron un golpe en la cabeza y que estás en tu casa con una incapacidad de una semana, que no puedes salir, Judy si vino, muy acongojada pero ella ya reconoció a dos de esos desgraciados, con tu ropa y con su declaración podremos atrapar a toda la banda.

- Tengo miedo...

- ...¿De qué?, mi amor.

- De que me obliguen a hacerme las pruebas.

- No te las harán, yo ya hablé con el capitán, sé que te preocupa, es por mi ¿verdad?

- Si, nos descubrirán.

- No lo harán, tranquila, yo también estaba preocupado, no me cuidé y si el capitán te obligaba a hacer las pruebas, estábamos arruinados.

- Lo sé y...- escucho que alguien llama a Ricardo

- Hablamos más tarde, un beso.

- Otro.

Vuelvo a la cama y me pongo a leer hasta que me vuelvo a dormir, despierto y veo unos ojos miel mirándome.

- Hola, mi amor.

- Ricardo, ¿Qué hora es?

- Las siete de la noche ¿Cómo estás?

- Mejor, aunque estos analgésicos me producen mucho sueño.

- Es obvio tienes que descansar, ah, traje tu ropa de tu departamento.

- ¿Para los días que me quede acá?

- No, mi amor traje toda tu ropa, te vienes a vivir conmigo - eso sonó a orden.

- Ricardo, ¿no crees que me deberías preguntar primero? - preguntó molesta, es muy autoritario.

- No, ya está decidido, oh, ¿no quieres?

- No sé, me agarraste en curva - sonrío.

- ¿Te ayudo a que decidas?

- ¿Cómo?

Se acerca a mí, me besa, primero despacio y después me busca la lengua para que nos besemos apasionadamente, me levanta las sabanas.

- Te queda bien mi polera, pero prefiero verte sin ella - me la quita -  así estas mejor - sonríe mientras vuelve a besarme.

Se saca la camisa y la polera, me besa y sigue su recorrido con su boca por todo mi cuerpo, me derrito, le agarro con mis manos su cabello ondulado castaño, el sigue jugando con su boca, sin piedad después sube otra vez mirándome fijamente con esos ojos miel que tanto me gustan, se pone encima mío y me penetra primero despacio y luego más rápido, hasta agarrar un ritmo entre mis caderas, pierdo la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo pasa hasta que siento que estoy lista para terminar, trato de aguantar para no hacerlo antes que él, pero es en vano me voy y el sigue, no me importa haber llegado quiero seguir, después de un tiempo más siento que él va disminuyendo su embestida y yo voy llegando a un segundo orgasmo, esta vez terminamos juntos. Se abraza a mí y se queda echado en mi pecho.

- Dime, ¿te quedarás?

- Sí, me quedaré, pero no vale que utilices el sexo para convencerme o como excusa.

- Ok - me mira con una sonrisa muy pícara - pero no lo garantizo - me agarra la pierna - No puedo estar alejado de estas piernas.

Sonrió con el comentario, mientras nos quedamos unidos un tiempo más, después se acomoda a mi lado.

- ¿En qué piensas? - pregunta.

- En lo de anoche...

- Ah, es que todo paso tan rápido, estaba dormido cuando tocaste a la puerta, me vine temprano para descansar, te vi, me desesperé, sabía lo que había sucedido, entraste al baño, lo que más deseaba es que salieras de ahí, te soy sincero si tu no me lo pedias no hacia el amor contigo anoche, te hubiera llevado al forense, pero te vi tan asustada, desesperada que cuando me dijiste que te quitara lo sucio, comprendí que era lo que querías y lo hice, por ti, no me dí cuenta hasta después, deberíamos haber si más cautelosos.

- Lo sé...

- Entonces de que te preocupas.

- Mmmmm - apretó los labios

- ¿Un segundo raund? - pregunta con sonrisa burlona y vuelve a besarme.

****

A la mañana siguiente me despierto, abrazada a Ricardo,  en su torso desnudo, empiezo a jugar con sus abdominales, los beso y el mueve la cabeza.

- Buenos días, -me besa- buena manera de despertar.

- Tengo que ducharme, quiero ir a la jefatura.

- No, tu estas con incapacidad, además si te vé el capitán, puede pedirte que des tu declaración

- ¿Qué declaración? La de...me golpearon la cabeza y no sé qué demonios paso en todo ese tiempo.

- No seas sarcástica.

- No es sarcasmo, me aburro acá.

- No vas y punto, hasta el lunes.

- Sabías que eres muy autoritario.

- Lo soy, no vas ¿quieres ducharte?

- Si.

- Pues vamos - me agarra de la mano y me conduce al baño- deja la jeta, son pocos días.

Abre el agua caliente y me alza para que entre con él.

- Traje tu shampoo.

- ¿y qué haremos con 

mi departamento?

- No lo sé, sería bien que lo des con todo y muebles en alquiler ¿te parece?

- Sí, no es mala idea.

- Deja que te lave el cabello.

Nuestra ducha no pasa de ser un encuentro erótico, no tenemos sexo pero si nos pasamos acariciándonos, besándonos y abrazándonos.

Ricardo se viste y me deja en cama.

- Sé que encontraras alguna manera de no aburrirte - me besa- nos vemos más tarde.

- Está bien.

Decido que si me tengo que quedar, entonces haría una cena para Ricardo.

Preparo todo, la mesa, sacó vino, que encontré guardado en el refrigerador sacó de las maletas, que trajo Ricardo, un vestido rojo me pongo tacos y tomo un analgésico que la cabeza todavía me duele.

Ricardo llega a casa en la noche , enciende la luz me ve, sus ojos se ponen como platos, abre la boca pero no dice nada, hasta que me atrae hacía él me planta uno de sus besos robados que quitan la respiración,  empieza a levantar el vestido con la mano, acariciando mis piernas.

- Ricardo, espera, ¿la cena? - intentó detenerlo.

- La comemos después, ahora te quiero a ti.

Me sigue besando, me saca el vestido, me mete la mano sin decoro, mis piernas me flaquean, Ricardo me agarra de la espalda sin soltar mi boca y su mano inquieta que no para su arremetida, me hecha en la alfombra y se levanta.

- Espera, ya vuelvo.

En menos de 5 minutos lo veo desnudo caminar hacia mí, me levanta y me sienta en el sofá, me penetra con urgencia, me besa, me muerde, voy llegando otra vez a mi orgasmo no puedo evitarlo, grito, el sigue no para, sigue embistiéndome fuerte, otro orgasmo, sigue moviéndose dentro mío,  hasta que acaba.

- Me agrada darte tanto placer - comenta satisfecho - tuviste por lo menos tres orgasmos.

- ¿Y tú como sabes? - pregunto sonrojada.

- Son cosas que nosotros sabemos, mi amor - se levanta - hora de comer.

- ¿Y dónde quedó mi arreglo? - pregunto frustrada.

- Prefiero que estés así.

- ¿Desnuda?

- Si, acá siempre estaremos calientes - comenta burlón.

- Voy a servir la comida.

- Ok.

Cenamos, riendo, charlando.

- ¿Sigues preocupada?

- No, ya no.

- ¿Sabes? Yo tengo un hijo - comenta con tranquilidad.

- ¿Qué? ¿estas casado? - pregunto deletreando las palabras.

- No, no estoy casado, pero sí, tengo un hijo, que lo tuve a los 14 años.

- ¿Perdón? - pregunto casi atragantandome con las palabras.

- Me conocí con una chica un año mayor que yo, empezamos a salir y bueno... pasó.

- ¿Y te haces cargo de él?

- Claro, siempre, ellos viven en Israel.

- ¿Tienes alguna relación con la madre de tu hijo?

- No, más que la de mi hijo, que ya es mayor tiene 21 años, está estudiando y va entrar al Ejercito Israelí.

- Disculpa si te pregunto una vez más esto ¿Por qué no entraste al Ejercito Israelí?

- Darla...- otra vez esa mirada sombría en su rostro, notó frustración en su semblante.

- Cuéntame, estamos viviendo juntos, me estas abriendo las puertas de tu vida, creo que tengo derecho saber.

- Es que no es nada agradable la razón, no sé cómo decírtelo.

- Dímelo.

- Estoy desahuciado...

Palidezco, intento entender lo que me está explicando, no entiendo, es un hombre musculoso, joven, hermoso y ¿esta desahuciado? Quedo boquiabierta.

- ...Desde mis 13 años - continua - cuando nací, nací con un problema cardiaco, muy serio, los médicos le indicaron a mis padres que viviría hasta mis trece años, empecé con varios tratamientos desde muy niño, siempre fui al que más cuidaban, tomaba y tomo un montón de medicamentos pero mis expectativas de vida fueron mejorando con el tiempo, hasta embaracé a una muchacha, cuando pasaron los años mis padres se sorprendían que siga vivo, decidí tomar suerte y entrar al ejercito  pero mi mal no me permitió la entrada al ejército, me fui, quería probarme a mí mismo que podía seguir vivo y ser una persona normal, me vine acá y entré a la académia de Policías, mentí en mi certificado de salud, pero logré pasar y con honores, así entré a las Fuerzas Especiales - me toma de la mano, mientras lo miro pasmada- cada día que despierto para mi es ganancia, Darla, por eso te dije que te vinieras a vivir conmigo, no puedo darme el lujo de perder ese día por que puede ser el último...

Trago saliva, no puedo articular palabra, miro sus hermosos ojos miel y no puedo imaginar que en cualquier momento podría morir.

- Prométeme que seguirás luchando.

- Desde que te conocí, juré seguirlo haciendo.

Vuelvo a tragar saliva, y mis lágrimas comienzan a correr por mi mejilla, me siento muy mal con todo esto, que impotencia más grande.

- No, llores, por favor, no llores.

- Nunca te vi tomando medicamentos - comento intentando parar de llorar.

- Ven - me toma de la mano, me lleva al baño, abre el mueble y saca una bolsa con varios frascos.

- Esto es todo lo que tomo todas las mañanas.

- Son un montón...

- ...Si son muchas, pero todo esto me mantiene con vida, en movimiento y siendo un amante perfecto.

- Ricardo, no te burles, es serio, en cualquier momento te vas a...

-...¿Morir? Cómo todos nosotros, tal vez yo un poco antes,  estoy bien, me desahuciaron cuando nací, les dijeron a mis padres que no viviría más de los trece años, tengo treinta y seis y sigo vivo, no pienses en eso, lo que más me molestaba cuando era niño es ser el niño cristal, que no corría, que no jugaba, que no hacia ejercicios, ahora levanto pesas, corro, he tenido varias mujeres y estoy bien.

- ¿Varias? - pregunto con el ceño fruncido alzando una ceja.

- Si - sonríe - celosa.

- ¿Cuántas?

- Más de las que puedo contar.

Lo miro boquiabierta - ¿A que te refieres con más de las que puedo contar?

- Ah eso, Darla perdí mi castidad a los diez años, si, acepto, he sido un mujeriego, hasta que te conocí, -me agarra de la mano- estaba con alguien cuando llegaste a la jefatura, rompí con ella porque no dejaba de pensar en ti. Te soy sincero, lo que ahora quiero es estar solo contigo, vivo el presente, porque sé que mi futuro tiene un solo camino, supongo que todos deberían hacer lo mismo pero todos esperan que haya un día mas, yo no, desde mis trece años.

Me siento mareada, con tanta información, pero con todo esto tan solo quiero aprovechar el tiempo junto a él.

- Se mi presente - toma mi  cara con sus manos - vivamos cada día, hasta que llegue el momento.

Lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza y besarlo.

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