Capítulo 22.

Los labios de Miguel están causando estragos en mí, deseo besarlos constantemente y sumado a la suavidad de sus caricias, creo que me volveré adicta a él. Varios ladridos hacen que me separe asustada, miro hacia abajo y hay un pequeño perrito moviendo su colita como un loco.

—Hay alguien más que te extraño mucho —divertido Miguel lo coge en brazos —. Eros, mami no recuerda, pero estoy seguro de que volveremos a enamorarla —¡ama los animales! Le habla con tanto cariño que el hermoso perrito ladra como si afirmara lo que él dice y yo sonrió.

—¡Hola Eros! —lo acaricio y el rebosa de felicidad, me atrevo a tomarlo sin miedo y me lame por todas partes —Eres tan bonito —me hace cosquillas lamiéndome el rostro.

—Eros me ayudo a sobrevivir sin ti —los ojos de Miguel se ponen tristes, con mi otra mano acaricio su mejilla.

—Lo lamento, yo... —besa la palma de mi mano.

—No tienes que lamentar nada, no fue tu culpa lo que sucedió. Lo único que quiero es q

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