Capítulo 2

Taker Company.

¿El trabajo de la futura reina de Narnia? Asistente.

Giotto.

Vamos a olvidar el pequeño percance de mi vida. Esa mancha que hace que todo mi maravilloso ser, sea estropeado. No puedo creer todavía cómo es posible que mi… padre. Claro, debo llamarlo así porque fue él quien me engendró junto a la mala mujer que es mi madre.

Increíble que me abandonara para irse con un hombre cuando estaba en mi primer hermoso mes de vida.

¿Pero quiénes somos nosotros para juzgar?

Yo sí soy lo suficientemente perfecto para juzgarla. Porque lo admito, falta no me hizo porque tengo más madres, pero se supone que fui un hijo deseado.

—A ti nadie te desea —miro a la mancha de mi vida de arriba hacia abajo—. Solo causas ansiedad y estrés. Nada más con verte me das náuseas.

Sonrío de lado.

—Por lo menos en mi empresa los obligo a respetarme porque los despido —acaricio mi barbilla—. A ti tus padres vinieron a rogarme para que te enseñara la realidad de la vida porque en tu país te odian.

—Nadie me odia —me lanza los papeles en el escritorio—. No creas que estoy feliz de estar aquí con tu estúpida personalidad de idiota.

Me levanto de la silla y camino lentamente para quedar frente a ella.

—Soy lo suficientemente perfecto para joderte la existencia y si llamo a tu papi para decirle que te despido, se te acaba tu bonito cuento de hadas, Alexia —la miro fijamente, su mirada de odio y rostro lleno de ira, me llenan el alma.

Soy un bastardo que ama hacer esto.

—También te haré la vida imposible. Ni creas que esto se va a quedar así. No soy tu juguete, soy un ser humano que depende de…

—Mi y mi excelente buena voluntad para que no te regresen al país del nunca jamás —me burlo.

—¡Te odio! ¡No eres perfecto, eres un estúpido que tiene el ego más grande que el resto de los imbéciles que tienen dinero! —me pasa de largo golpeándome el hombro, se detiene y suspirando, se voltea a verme—. ¿Dime cómo puedo llegar a mi departamento?

—Creo que olvidaste decir las palabras mágicas, su alteza —alzo una ceja y mi vista viaja a sus pequeñas manos, que estaban en puño—. Compórtate y trátame bonito, soy tu jefe.

Cierra los ojos y me ve con tanta rabia, que puedo jurar, que está molesta conmigo y realmente no le hice nada.

—Por favor, ¿me puedes decir cómo llegar a mi departamento? —su sutil voz fingida, me da gracia.

—No, no puedo. Tengo una reunión y lamentablemente no me apetece decirte. Espera a que termine y le diré a mi secretaria que te indique dónde vives —camino nuevamente a mi silla—. ¿De qué son estos papeles, Alexia?

Sonríe como una mujer loca.

—Oh, son los documentos de cómo puedes irte a la m****a —sale de la oficina, dando un portazo con fuerza.

¿Quién se cree esta mujer que es?

Salgo detrás de ella y la veo que va caminando como alma que lleva el diablo. Todos me empiezan a ver y estoy a punto de perder la cordura por lo que está mujer acaba de hacer.

—Que sea la última vez que la puerta de mi oficina la cierras así —le digo cuando la tomo por su brazo—. ¿Entendiste, Alexia?

—¡Soy Lady Alexia! ¡No me toques, eres un simple plebeyo que no tiene modales ni mucho menos idea de cómo tratar a una dama! —me gritó, soltándose de mí.

—¡Estás en mi empresa baja la voz! —le respondo de la misma manera—. Me mandaste a la m****a, eso no lo hace una dama. Así que te acostumbras a mis normas o te largas y me dejas en paz.

Su respiración se acelera y tragando grueso me vuelve a gritar.

Jodida mujer.

—¡Solo dime la dirección de mi departamento! —vuelve a caminar hacia al ascensor.

—Detente, Alexia —me ignora—. ¡Detente y hazme caso cuando te hablo!

—¡Eres un estúpido machista retrógrado —pulsa con más fuerza el botón del ascensor—. ¡No trabajo en este piso así que me largo!

Sonrío, voy hacia uno de los cubículos, tomo un teléfono y marco a recursos humanos, digo unas cuentas cosas y acceden rápidamente.

Que bueno es ser el jefe.

—Ahora sí —se voltea y me da su mejor mirada de terror—. Ya no eres diseñadora o lo que sea que hacías. Desde hoy eres mi asistente personal.

—¡¿Qué?! —mira hacia los lados buscando ayuda.

—Ve por tus cosas y en 13 minutos que es lo que a cualquier ser humano común hace, tomar sus cosas y venir hacia mí —las puertas del ascensor se abren y se las señalo—. Nos vemos en 13 minutos para que me asistas, Alexia.

—¡Lady Alexia! —me corrigió.

Esta mujer es insoportable y estoy empezando a creer que tiene mal carácter. Es una niña inmadura y una falta de respeto. Me recuerda a mí cuando era un hermoso pequeño. Crecí siendo el mejor y he podido cambiar un poco. Soy más humilde, más centrado, más amable y un ser humano razonable.

¿A quién engaño? Ja, pero es que hablar de mí me llena el corazón de dicha.

***

Observando a la hiena que pronto tendré en mi piso, debo saberla manejar. Me cabrea que me ignore y menosprecie mi presencia.

—Lukyan, ¿crees que tengo algún problema en mi personalidad o algo en mí? —mi amigo me ve como si estuviera loco—. Olvídalo, lo más probable es que no encuentres nada.

—¿La princesa te trajo problemas? —suspiro como respuesta—. No tienes nada de malo. Siendo sincero, no hay nada que no destaque en ti. Eres excelente jefe, empresario, ser humano y el mejor amigo que podemos tener.

—¿Verdad? Aunque somos como primos, pero entiendo el punto. Entonces, ¿por qué está chica me menosprecia? Es la segunda mujer que lo hace y me afecta, hermano. Es una mancha que me está agobiando y me dice que debo estar fallando. Es increíble que alguien como yo se sienta así y tenga algún mal —le digo frustrado.

—La mujer es una malcriada. Solo recuérdale quien manda y haz valer tu voluntad. Domínala y si quiere libertad, que luche por ella y te destrone —se burla.

—Me dijo machista retrógrado —me indigno.

—Giotto, tienes 35 años, pero estás actuando extraño. Es solo una empleada más. De alguna manera hazle saber que eres su jefe. No es que vas a jugar al sumiso y a la dominante. Solo que si tú abres la boca, ella quien sabe a dónde vaya a parar con ese carácter y mala actitud. Porqué madera para reina no tiene.

—Me enferma que no me vea cómo los demás. Me hace replantearme muchas cosas y me cabrea que me responda de la misma manera que yo. ¿Qué le cuesta ser una empleada obediente? —recuesto mi espalda en mi silla de 50 mil dólares. Fue realizada para mí, ya que tengo dolores de espalda muy seguido, por el ejercicio que realizo y las horas extras que hago aquí en la oficina.

Estuvo en oferta y aproveché.

—Se crió en un ambiente dónde se cree especial. Solo debes enseñarle la humildad y ser sociable. Nosotros podemos mostrarle eso, pero ella no está muy animada en ser amistosa contigo.

—Creo que empezamos mal. Haremos las pases y de forma civilizada, le haré saber que ella está actuando muy mal y yo no —mi oficina es de vidrio ahumado, cosa que me permite ver a mis empleados, pero ellos a mí no porque me molesta que me vean.

—Ya te vas a obsesionar con esa mujer. Primero, fue la niña del kínder y ahora, es está empleada. ¿Por qué simplemente no la dejas tranquila para que te odie con pasión y ya?

—Porque antes de que ella me odiara, yo ya la estaba odiando por venir a dañar mi perfecta paz —la veo sentarse en un cubículo vacío, que ahora le pertenecería a ella—. Voy a presentarla con el resto del personal.

—Déjala que se presente sola, Gio —lo miro mal—. Bien, ya entendí. Esto es una guerra entre ustedes. Definitivamente tú estás igual de enfermo que ella. Será divertido verlos en este plan de idiotas.

—Déjame en paz —digo molesto.

—¿Y perderme el espectáculo? Jamás, eso no es de amigos —me levanto de mi lugar para ir con el resto de los empleados.

—Solo le quiero hacer ver quién manda en esta empresa, Lukyan.

—Solo te mandaron a comer estiércol —nos empezamos a reír—. No te obsesiones. Mira que ya tienes años buscando a esa niña que te traumo la infancia y sigues sin encontrarla. Ahora viene esta mujer y te obsesionas con ella en tu vida adulta. Falta una tercera para que te dañe la vejez y mueras solo como un animal abandonado.

—Pero soy rico y bello —suelto una carcajada al verlo serio—. Es broma, pero venga, déjalo y vamos a presentar a la fiera de Finlandia.

Salimos de mi oficina y el silencio invadió el pasillo. Eran unos 5 cubículos que había en mi piso más la oficina de mi amigo y la mía. No me gustaba el ruido ni las personas, quería paz a toda hora y por eso, pedí a esta gente que no hablara a menos que fuera necesario. Mi secretaria, su asistente, la secretaria de Lukyan, su asistente y mi asistente personal.

Todavía no sé qué haré con ella.

—Seré breve porque el tiempo es dinero y no quiero hacerles perder nada —Luk se ríe—. Bueno, tenemos una nueva empleada. Ella será mi asistente personal y se llama Alexia.

—Lady Alexia —me corrige.

—Lady Alexia de Finlandia. Trátenla como a un humano normal. Aquí el único con privilegios somos Luk y yo —me volteo a verla, y sí, ya está enojada—. Bueno, ya la presenté ahora regresen a laborar.

—Infantil —se queja.

—Señor Marchetti, pero usted ya tiene una asistente personal. ¿Qué podemos hacer por Lady Alexia? Ella pertenece a la realeza y no queremos causar problemas.

Miro obvio a mi secretaria.

—Mi asistente personal pasa a ser tu asistente personal. Dale a Alexia todo el trabajo que tenía mi asistente y que ella me asista. Explíquenle todo, ella es una mujer muy capaz de realizar las actividades que le pongan y no causarán problemas con la realeza —sonrío—. Trabajo es trabajo sin importar los títulos. Así que tienes el resto del día para explicarle. Tengo una reunión con mi madre y espero que al regresar todo esté en orden.

Asiente y decido dar por terminada las presentaciones.

—Eres un crío, Giotto —Luk y yo nos dirigimos al ascensor, los pasos rápidos de alguien tras nosotros, me hacen mirar de reojo.

—¿La dirección de mi departamento, por favor? —me giro y veo a Alexia—. Debo decirle al guardia real que lleve mis cosas a mi nuevo hogar. Él debe regresar a Finlandia con su familia.

Por un segundo vi un poco de tristeza en sus ojos, pero fue tan fugaz, que no me dio tiempo de descubrir el motivo.

¿Sentimientos?

—En la agenda que te dará mi antigua asistente, la encontrarás. Búscala y entrégalas al guardia real, pero no puedes salir de aquí hasta terminar tu jornada laboral —la miro serio.

—Bien, gracias —dicho eso, se fue.

Interesante.

—Giotto, no —sonrío ante la respuesta de Luk—. Te dije que no te obsesionaras, hermano.

—Hay que investigar a Lady Alexia y la familia del guardia real —entro al ascensor y la miro como está concentrada buscando en la agenda lo que le dije.

Tengo para divertirme mucho tiempo.

La mancha que vino a interrumpir mi paz, parece que tiene un punto débil.

La rica se enamoró del pobre.

Que divertido.

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