Abandonada por mi familia
El día de mi boda, Nelson —mi prometido— canceló todo de repente.
¿La razón? Un simple post de Gloria en redes, anunciando que había regresado al país.
Nelson dejó caer al suelo los anillos que él mismo había diseñado... y se fue sin decir una sola palabra.
Me quedé ahí, vestida de blanco, sin saber qué hacer, ni qué sentir.
Incluso mi hermano, que hasta ese momento me sostenía de la mano, me miró con tristeza y dijo en voz baja:
—Ivana, tú siempre has sido fuerte. Sé que puedes con esto. Ahora... Gloria me necesita más que tú.
Dicho esto, también se fue.
Los dos... por la misma mujer.
Me dejaron sola, parada frente a todos, tragándome las lágrimas y el orgullo.
Esa noche, después de lidiar con todo lo que quedó de esa boda fallida, recibí una foto de Gloria. En la imagen, Nelson y mi hermano estaban sentados junto a su cama.
En su cuello llevaba el collar que Nelson había hecho para mí. Y, sobre su cuerpo... el vestido que mi hermano había diseñado especialmente para mí.
Todo... era mío.
Y en ese instante, lo entendí: ya no tenía sentido seguir aferrándome a nada.
Con los ojos llenos de lágrimas, marqué un número.
—Papá, mamá… cambié de opinión. Quiero volver a casa.