Constanza hizo una mueca cuando el corsé del vestido de
clavó en su costado. Hacía calor, mucha calor, y la humedad era altísima el
ambiente cargado aumentaba las náuseas que se habían convertido en sus
constantes compañeras.
La empleada la estaba ayudando a vestir le había dicho que
el anuncio del compromiso era una ocasión formal. Y tendría que llevar un
vestido adecuado. De modo que ahí estaba maquillada y embutida en un corsé
esperando tras una cortina roja el momento de salir al balcón con Enrique. Para
anunciarse su compromisos a las cámaras de televisión y a la gente que esperaba
ahí abajo.
Porque no eran solo los ciudadanos de Turan. Si no que el
mundo entero, Enrique era un hombre carismático y popular en su país, y fuera
de él, a su boda acudirían personajes de todo el mundo
Nada de presiones pensó irónica
Respirando profundamente intento no ver qué sus pechos
parecían querer escapar del escote imperio del vestido azul. Supuestamente
tendría que ser pudoroso y podría haberlo