—¿Dónde estabas? —pregunto Samuel con los músculos de su rostro totalmente tensos.Emily lo ignoro por completo, mientras se dirigía al vestidor, quitándose la ropa lentamente. Sabía que Samuel estaba tan enfadado como el mismísimo infierno, por eso tenia que ocupar todas las estrategias posibles para evitar que la situación se volviera imposible de controlar.—En la mansión de Damon—respondió ella mientras se quitaba los aretes de piedras finas y costosas.Resultaba inútil y totalmente absurdo intentar mentir. Emily sabia perfectamente que Samuel la estaba vigilando y desconfiaba de ella demasiado como para no conocer sus movimientos.—¿Qué hacías ahí? —dijo el a sus espaldas. Samuel la seguía igual que una sombra, marcando cada movimiento de su cuerpo siguiendo las vibraciones de su corazón como si se tratara de una especie de imán.En otra vida, en otro momento, ver a Samuel siguiendo su cuerpo, sus movimientos, la habría encendido mas que cualquier caricia intima. Pero ahora, tene
Emily se quedo en silencio, intentando mantener su rostro inmaculado, libre de cualquier expresión que la traicionara. Pero el pánico era muy difícil de esconder, en especial cuando lo mas preciado para ella estaba siendo amenazado. Su vida estaba en juego.—Samuel…—comenzó a decir ella con lentitud—, no tengo ningún motivo para que me perdones la vida.Sea cual fuera la respuesta que el italiano estaba esperando, no era esa. Los labios de Samuel se separaron ligeramente mientras tragaba duro, sosteniendo su mirada con dura firmeza.—Entonces, debo hacer lo que se supone que debo hacer—dijo el italiano con tono áspero y letal, mientras apretaba el rostro de Emily, no con fuerza, sino con la intención de que no apartara la mirada—… Emily… por favor, dame un motivo para no hacerlo.Los ojos de Emily destellaron con un brillo particular, mientras contenía la respiración en un suspiro. Fue entonces cuando ella lo comprendió en su totalidad.Samuel era suyo.Aquel hombre tan cruel, vil y
El impacto de la cachetada fue brutal, tanto así que doblo la cabeza de Emily a un lado, dejando el conocido rastro de dolor y calor que la acompañaba.Sus ojos celestes se llenaron de lágrimas mientras volvía el rostro hacia su padre.—¡Como pudiste! —grito el hombre iracundo, con su rostro redondo enrojecido ante la rabia.—Lo lamento, padre—comenzó a susurrar ella con un hilo de voz, mientras colocaba una mano sobre su propio rostro intentando amortiguar el dolor—, pero lo amo.Un error, Emily acababa de cometer el segundo error de aquella noche. Por desgracia, se dio cuenta demasiado tarde, cuando el impacto de la segunda bofetada se instauró en su propio rostro.Dolor, vergüenza y desesperación, todo su mundo se estaba viniendo abajo ante sus ojos.—No me hables de amor, no con un maldito bastardo como el, Emily—dijo su padre con un odio feroz, brutal—. Te utilizo… ahora no eres mejor que una cualquiera.—¡El me ama! —arremetió ella con las lagrimas cayendo por sus mejillas, al m
El sonido vibrante de la música era embriagador y excitante. Atravesaba su cuerpo en una frecuencia de ondas ensordecedoras, segadoras, que iban al ritmo de las luces de aquel lugar.Después de un año, Emily había aprendido a no solo habitar ese lugar, sino que también se había vuelto parte de el de un modo que muy pocos lograban comprender, o siquiera se molestaban en intentarlo.Toda su vida había sido la hija perfecta, la heredera ideal, la novia soñada; toda su maldita existencia había estado normada y reglada desde el momento en que abría los ojos en la mañana hasta que los cerraba por la noche al dormir. Pero allí, en la guarida del lobo, como solían llamar a ese lugar decadente, ella había encontrado la libertad que tanto anhelaba.Emily contoneaba su cuerpo semi desnudo al compas de la música, la cual parecía brotar de cada poro de su cuerpo, mientras se deslizaba de manera sensual a través del rubo de metal.Los hombres a su alrededor aullaban enardecidos mientras la observab
Emily escucho aquellas palabras que sobria atención, mientras sentía como su respiración se volvía mas densa, como si estuviera debajo del agua con una roca alrededor de su pecho.Su mirada se clavo en los ojos de Samuel ante ella, congelada y rígida como una escultura de un museo. Un solo movimiento de su rostro, incluso su respiración, podría generarle serios problemas.—¿Tienes a alguien en la mira? —susurro ella lentamente con un hilo de voz. Intento sonar firme, convincente, pero sus palabras se quebraron, dándole un tono de inseguridad que ella aborrecía.Samuel acaricio el costado de su rostro, examinando su rostro sin mirarlo realmente.—Claro que sí, siempre estoy un paso por delante—respondió con aquella arrogancia que tanto lo caracterizaba, mientras se reclinaba hacia atrás, apartándose de ella por completo.Aquellas palabras, muy lejos de tranquilizarla, solo aumentaron el terror en el corazón de la bella bailarina. Si Samuel ya tenia un objetivo en mente, eso significaba
Su cabeza dolía demasiado, mientras abría los ojos, saliendo de aquel estado de bruma cegadora que parecía someter todos sus sentidos.—Bueno… la princesa se despierta al fin—se burlo el extraño del bar, inclinándose sobre ella. Su rostro desdibujándose bajo los efectos exotéricos de la poca luz del lugar.La droga comenzaba a salir de su cuerpo, dándole mayor control sobre su cuerpo. Pero ella no lo demostró. Se mantuvo quieta, fingiendo estar aun bajo el brutal efecto de las toxinas.Se encontraba atada de manos a una silla oxidada. Los tontos habían dejado sus piernas libres.—¿Qué mierda me hiciste?—gruño ella, con tono somnoliento y la cabeza inclinada ligeramente hacia un lado.La sonrisa del extraño se ensancho, mientras se aproximaba un poco más hacia ella.—No se a que estas acostumbrada con esos sucios italianos… pero la necrofilia no es lo nuestro—se burló el hombre.Emily parpadeo, mientras sentía como todos los músculos de su cuerpo se contraían ante la inminente señal de
Emily se quedo paralizada. Por la reacción de los hombres a su alrededor pudo darse cuenta al instante que nadie estaba al tanto de las intenciones de Damon.Al parecer, a diferencia de Samuel, el no le contaba sus planes e intenciones a nadie.La bella bailarina parpadeo, y por un instante una idea brillo en su mente. Una idea demente, absurda y extremadamente peligrosa… pero no pudo desecharla con tanta facilidad. No cuando parecía ser la respuesta a todos sus anhelos y deseos.—¿Qué te hace creer que quiero ser tu reina? —siseo ella, mientras se inclinaba hacia un costado en su silla—¿Crees que traicionaría a Samuel para saltar a tu cama? No soy una puta.La mirada de Damon se volvió mas intensa y profunda, mientras cruzaba la distancia que los separaba a gran velocidad. Sin demasiados protocolos el le quito las ataduras, ante la mirada confusa de todos, incluida la de Emily.Por su parte, ella no movió un solo musculo. Sabia perfectamente que el grupo de hombres a su alrededor la
Emily inhalo profundamente, aspirando un poco mas del cigarrillo que tenia en sus labios. Estaba ansiosa y nerviosa, lo cual no era una buena combinación.—Es un habito de mierda—se quejo Damon, apareciendo a su lado de manera sorpresiva, logrando que ella se sobresaltara.Con un veloz movimiento, ella se volvió hacia el hombre de pie a unos pasos de ella. Estaba totalmente vestido de negro, sin una mínima marca de color a la vista. Su mirada seguía igual de ensombrecida que la ultima vez, acompañada por aquella extraña tristeza casi lúgubre.Si ella no sabia que estaba junto a un rey de la mafia, bien podría confundirlo con algún personaje del romanticismo ingles extraído de la literatura.—Lo dice el hombre que mata personas para vivir—respondió ella a modo de saludo, mientras soltaba el aire en dirección de Damon, con la clara intención de irritarlo o fastidiarlo.Emily no estaba segura de que buscaba generar, pero deseaba algo, algún tipo de reacción de su parte. Lo que fuera.Per