Compré un boleto para irme en tres días.
El contador regresivo ha comenzado. Cuando llegue a cero, desapareceré de su vida para siempre.
La puerta del estudio se abre. Es Guillermo.
—Escuché que hablabas con la aerolínea. ¿Qué estás planeando? —pregunta con esa voz cálida que antes me derretía.
—Solo les pedí que me enviaran la factura del último vuelo —respondo con calma, guardando el celular.
—¿Qué quieres cenar? —pregunta, sin sospechar nada—. Has estado enferma. Necesitas algo ligero... ¿qué tal una sopa cremosa de espinacas y champiñones?
Así ha sido durante siete años de matrimonio: atento, considerado, perfecto. De hecho, todos están convencidos de que soy la única mujer en su corazón. Yo misma le daba las gracias a Dios por esta vida tan feliz… Hasta que descubrí la verdad: Guillermo solo ha amado a una persona… y esa persona no era yo.
Se casó conmigo solo para garantizar la felicidad de Ivette.
Al notar mi silencio, viene a abrazarme:
—Otra cosa... Ivette está embarazada. Su composición musical fue seleccionada para un concurso internacional. Su esposo está organizando una fiesta en su honor y nos envió una invitación. Pero sé que no te gusta verla... ¿Por qué no te quedas en casa esta vez, mi amor?
—¿Ya anunciaron los resultados? —pregunto sorprendida—. ¡Yo también participé en ese concurso!
Guillermo acaricia mi mejilla con esa mirada que tanto amo, mientras dice:
—Cancelé tu inscripción. Siempre has querido un bebé, ¿no es así? Si participas en el concurso, estarás demasiado ocupada componiendo. ¿Cuándo tendríamos tiempo para un hijo?
Aprieto los ojos para contener las lágrimas.
Siete años rogando por un hijo.
Siete años de excusas:
«Disfruto nuestro mundo de dos».
¿Y ahora? ¿Teme que le gane a Ivette en el concurso? ¿Por eso usa un bebé como carnada?
Parece que por ella es capaz de cualquier cosa... incluso de fingir deseos de paternidad.
Al ver que no digo nada, susurra a mi oído:
—Perdón por no consultarte. No te enojes. En tres días es nuestro aniversario... te compensaré como mereces. —Hace una pausa, antes de añadir la mentira más dolorosa—: Haría lo que fuera por verte feliz.
Consciente de que esas palabras en realidad son para Ivette, contengo el dolor y sonrío.
—Siete años de «amor»... Te prepararé una sorpresa que nunca olvidarás. No faltes.
Parece encantado de que haya «abandonado» el concurso.
—Cariño, lo esperaré con ansias —dice, besando mi frente.
Él cree que ha ganado. Pero no sabe que, en tres días… lo perderá todo.
Mientras pica vegetales en la cocina, su alianza descansa sobre la mesa.
La tomo entre mis dedos... y entonces lo veo.
Grabado en el interior del anillo, como un secreto cruel, lleva el nombre de mi hermana.
Todos estos años... cada vez que me tomaba de la mano...
En realidad, estaba sosteniendo la mano de otra.