—¡Guillermo casi pierde el equilibrio! —¿Qué?!

Su voz casi desaparece por la conmoción:

—Tiene que ser un error... ¿Cómo podría irse? Hoy es nuestro séptimo aniversario... Julia prometió una gran sorpresa...

Al mencionar "gran sorpresa", su rostro palidece bruscamente.

Quizás finalmente entendió: mi "gran sorpresa" era desaparecer para siempre.

—Lo siento, Guillermo. Desconocemos los motivos de Julia. Solo confirmamos que compró el boleto hace tres días.

Guillermo se queda paralizado. No logra entender qué hizo mal hace tres días para que yo decidiera irme en silencio hoy:

—No... imposible. Seguro no abordó. Prometió esperarme...

Intenta llamarme, pero su teléfono está apagado.

—¿Cómo es posible? —Su nerviosismo crece. Mira furioso hacia la habitación de Ivette—: ¿Por qué tocaste mi teléfono?

Ivette finge inocencia:

—¡Yo no lo toqué! Quizás se apagó solo o se descargó...

Al encenderlo, ve mis llamadas perdidas.

Me marca obsesivamente, una y otra vez. Pero mi SIM ya no existe... mi avió