Estoy que muero de la vergüenza. Juro que en estos momentos lo único que quiero hacer es esconderme debajo de una cama. Ahora Nicolás nos mira a Santiago y a mí con una sonrisa pícara.
- ¿No podían esperar a llegar a la casa?
- ¡Joder, Nicolás, ¿por qué apareces así? - dice Bastián arreglándose el traje.
- Yo pensaba irme ya hasta que los vi en esas, no pensé que fuera a pasar tan rápido.
- ¡CALLATE! - gritamos los dos y este estalla en carcajadas.
- Ok, ok, ya me voy. Los dejo para que sigan en lo suyo - este se da la vuelta y se sube a su auto arrancando a una super velocidad. Decido mejor montarme en el auto y luego se monta Bastián. Durante el camino nadie habló y al llegar a casa cada uno se fue a su habitación sin decir una sola palabra. Mi teléfono suena y veo que es Leo.
- ¡LEO! - grito emocionada, casi a punto de llorar.
- Hola pequeña, te extraño mucho.
- Y yo a ti, cuéntame, ¿cómo has estado?
- Bien, aunque algo aburrido sin ti. ¿Y tú cómo vas?
- Pues bien, estoy trabajando