Máximo Bulton
Cuando Lia cae desmayada en mis brazos, siento cómo mi corazón comienza a latir rápidamente al pensar que algo le ha pasado.
—¡Ayuda! Necesito un médico —el señor Muller entra y, al ver la situación, se arrodilla y toca la mano de Lia.
—¿Qué le pasó?
—Se desmayó, no sé por qué —él fija su mirada en el estómago de Lia y parece preocupado.
—Hay que llevarla a un hospital ahora —asiento y levanto a Lia, pero para mi mala suerte, encuentro a Sonia y esta me mira con ganas de matarme.
—¿Por qué la llevas así?
—Está mal, la vamos a llevar a un hospital, así que después hablamos —no dejo que siga hablando, continúo mi camino. Durante todo el trayecto, no dejo de mirarla, esperando que despierte. Lo único que escucho es a Daniel susurrar:
—Dios, que estén bien —¿Estén? ¿A quién más se refiere?
Llegamos al hospital y pedimos una camilla. Se la llevan, dejándonos a Daniel y a mí afuera.
—Dios, debí dejarla ir a casa esta mañana. Yo sabía que no estaba bien.
—Tranquilo, ella es fuer