Carlo, no para sus caricias como siempre son bruscas, siento asco de sentirlo cerca, pero no sé cómo hacer que pare. Nunca me he negado, la vez pasada lo tuve que dormir para evitarlo, pero ahora no sé qué hacer

—Carlo, por favor, para —Suplico.

—No, no quiero te deseo y te haré mía.

—¡Dije que pares! No quiero —Lo aviento con fuerza y grito, no sé de dónde saqué valor, pero es que no puedo estar con él.

—¿Qué dijiste? ¿Qué no quieres? —Me mira con coraje y a la vez extrañeza.

—No me siento bien y no creo que sea el momento.

—¿Y por qué no es el momento? ¿Cuál debe ser el momento para estar con mi esposa? ¿Tengo que sacar ahora cita para hacerle el amor a mi mujer?

—El momento es cuando yo también lo desee, cuando yo también quiera y ahora no es ese momento.

—¿No lo deseas? —Se vuelve a acercar a mí —¿Y eso por qué? ¿He? Dime, ¿cómo es que no deseas a tu esposo? —Pega su rostro en mi cuello y dice mientras sus manos van a mis caderas.

—Carlo, ya te dije que no me siento bien.

—Eso yo