Cap. 31 Una nueva mujer.
Caigo en un sueño profundo a pesar del bulto molesto que está durmiendo a mi lado. Fue una noche llena de muchas emociones y eso me agotó.
Al despertar, Carlo, siegue profundo, me preocupa haber exagerado la dosis. Me levanto, le hablo y muevo, pero nada, estoy por morir del susto cuando abre sus ojos. Verlo hacer eso me dio alivio y no porque este idiota merezca vivir, sino porque no quiero ir a la cárcel y porque aún tiene que pagar por todo lo que me ha hecho. La muerte sería un premio a lo que merece.
—Carlo, despierta, ya es tarde —Lo muevo con más fuerza.
—¿Qué hora es?
—Son las seis y media.
—¿Por qué no me hablaste antes? Es tardísimo —Sí, así como lo ven las seis y media de la mañana, ya es tarde para este hombre que comienza a hacer ejercicio desde las cinco.
—Yo también voy despertando, creo que caímos rendidos —se fija hacia abajo y ve que está desnudo.
—Si eso parece —su rostro es de total confusión —Anoche nosotros, ¿si lo hicimos?
—¡Carlo! ¿No me digas que no lo recuerd