Por Emma
Se abrió la puerta y apareció Pupy, acompañado por el abogado de la empresa y por otro hombre de traje, supongo que otro abogado.
Me paré para retirarme.
-Permiso.
Les dije casi seria.
Los ojos de Pupy se cruzaron con los míos, su mirada era… intensa.
En sus ojos se desprendían mil palabras, pero no abrió la boca.
En mis ojos no había miedo, ni siquiera resignación al pensar que, seguramente, eran mis últimas horas en esta empresa.
Tantas veces me enfrenté a él y el motivo de mi despido es por su comportamiento personal y las mujeres que lo rodeaban.
Todo ajeno a mí.
Mas allá de eso, no dejaba de ser casi placenta la situación.
Desde hace un par de horas, nuestro piso está revolucionado por el escándalo de estas dos mujeres.
Nadie iba a decir nada en voz alta, pero lo sucedido se susurraba, aunque daban por sentado que Pupy tenía derecho de tener una amante, sobre todo porque su amante era Grace Obben, creo que hasta lo felicitaban por estar con esa mujer y por supuesto, le