Capítulo 2: Patética

Toda la clase era risas y murmullos, yo estaba empapado de esa bebida asquerosa, al parecer esta mocosa era de esos niños cerebritos que si se defendían.

-eres realmente patética. – agregué y salí del salón, pude ver su rostro antes de retirarme, parecía sentirse incómoda. Y empecé a oír criticas de los demás hacia ella, de todas formas, no me importaba, por mí que desaparezca del universo en este instante.

Estaba lavándome el cabello cuando sentí varias miradas sobre mí, miré hacia atrás y en el balcón de unas aulas cerca de dónde yo estaba, había un grupo de 4 chicas, todas murmurando y riendo, sé lo que eso significa.

Joder, en mi primer día haciendo el ridículo.

- ¡ey guapo! – escuché y deseé desaparecer.

-emmm – fue lo único que logré decir.

- ¿Quién derramó esa cosa sobre ti? – preguntó la chica de cabello laceo, estaba maquilla, no tan exagerado, puesto estábamos en el colegio.

-una chica de mi salón. – respondí sin interés alguno. ¿Las 4 chicas habían bajado a molestarme o a intentar conseguir mi número telefónico? 

-pero yo de ti hubiese hecho algo al respecto. – dijo burlona otra de ellas y la observé lleno de dudas. -lo siento, no nos hemos presentado. – volvió a decir coqueta. -yo soy Angélica. –

-mi nombre es Judit. – añadió la que me había llamado guapo en un inicio.

-yo soy Alicia. – dijo la pelinegra con delineador en sus ojos, tenía un estilo muy dark, pero se veía cool.

-y yo soy Johanna. – añadió la chica de cabello corto y pintado de rojo. 

-un gusto, soy - 

-Axel, lo sabemos. – agregó Johanna entre risas. -todas hablan de ti. – no supe como reaccionar ante ese comentario, en mi anterior colegio no era tan diferente esta situación, nunca he tenido algo serio con una chica, la verdad no me interesaba tenerlo. Pero siempre andaba con una, ya sea por molestar o simplemente por joder paciencia.

Si, sé que suena feo, pero tengo 18, los compromisos llegaran cuando tenga 30; o eso me gustaba pensar.

-ya dinos quien te hizo eso, Axel - decía Angélica de forma risueña.

-en mi salón hay una chica llamada Scarlett. – cuando dije su nombre todas se miraron entre ellas, no soy mujer, pero se lo que esa mirada significa.

-esa tonta se atrevió a hacer esto. – me dijo Johanna

- ¿la conocen? – pregunté curioso.

-obvio sí. – respondió Angélica. -fuimos compañeras 5 años de colegio, pero este año se pasó al otro paralelo, ella es realmente insoportable. Es la sabelotodo del salón. – todas se burlaron de Scarlett, la verdad no me importaba, al parecer ella era una mala persona.

-sí, ya sé que es irritante. – respondí riéndome, uniéndome a la conversación.

Conversamos por un buen rato, parecían ser buena onda, luego intercambiamos números telefónicos y finalmente regresé a mi salón.

- ¿por qué le dijiste todo eso? – me preguntó Fabian y yo lo observé confundido. -Axel, solo debías coger la maldita funda y votarla después si no la querías, no era necesario ser grosero. –

- ¿estás de su parte? – pregunté confundido.

- no estoy de parte de nadie, ella también reaccionó mal. – yo seguía confundido. -no había necesidad de emitir esos comentarios. – el tono de Fabian era de inconformidad y bueno, me dejó pensando sobre lo que dije y ahora que lo pienso, es verdad, dije cosas que no venían al caso.

Ya casi terminaba la ultima hora y yo no veía el momento de irme a casa, estábamos con la profesora Gisela Pobeda, una señora de unos 40 años y muy elegante.

-bueno, desde ya les informo que el proyecto final tiene una validación del 50% para aprobar esta materia y es una actividad grupal, por lo que deberán trabajar entre compañeros, pero los grupos los formaré yo. – añadió ella y todo el salón empezó a quejarse. -lo siento, pero quiero que se conozcan más entre ustedes y por supuesto, evitar esas confrontaciones que siempre tienen los amigos al hacer los trabajos grupales. – no me agradaba la idea, pero en realidad a penas estaba conociendo gente, así que no me importaba tanto.

La maestra empezó a nombrar los equipos, ya casi estaban todos y a mí no me habían nombrado, de cierta forma era desesperante.

-bueno y el grupo cinco, estará formado por: Fabian, Leonardo, José, Axel y. – decía mientras con su dedo índice revisaba los nombres en la lista de estudiantes, estaba más que feliz con ese grupo. -ok hay puros hombres así que para balancear - aquello significaba que pondría una chica en nuestro grupo. -ya se, Roberts - añadió y me congelé. -Scarlett Roberts, ella será quien completa el grupo cinco. – ella levantó la cabeza y dejó caer su quijada, era obvio que no quería estar en el mismo grupo que yo, y yo tampoco quería trabajar con ella. 

-Profe - interrumpió Tamara. -si gusta puede colocar a Roberts en este equipo y a mi en el de los chicos - decía inconforme.

-lo siento señorita. – respondía la profesora. – o permitiré ningún cambio, hoy pueden retirarse a su casa, mañana se reunirán en los grupos y empezarán a trabajar. – pude notar como Scarlett dejó caer su cabeza hacia atrás en señal de resignación. 

En ese momento sonó el timbre de salida y los chicos se acercaron a mí.

-esto es ¡estupendo! – dijo Leonardo. -nos pusieron en el mismo equipo. –

-bueno si y a la niña cerebrito con nosotros. – agregué inconforme.

-no seas grosero. -se burló José. -ya, supéralo. – entonces Scarlett pasó junto a nosotros, estaba a punto de pasar la puerta, pero Fabián la llamó.

- ¡Scarlett! – ella se detuvo y giró para observarnos. -me puedes dar tu número para hacer un grupo y coordinar todo. – añadió Fabián y Scarlett se acercó, le brindó una sonrisa de respeto.

-supongo que está bien. -respondió sin emoción alguna y le dio su número a Fabian

-gracias - añadió Fabián y ella le brindó una sonrisa de cordialidad como respuesta y se retiró.

-es odiosa. – dije una vez que se había ido. 

-tu empezaste. – añadió Leonardo mientras se reía.

-mírale el lado bueno a esto, sacaremos 100 puntos con ella en el equipo. – me dijo José poniendo una mano suya en mi hombro, como si tratara de reconfortarme, yo solo volteé los ojos y luego salimos del salón.

Al caminar hacia la salida del colegio vimos a Scarlett subirse a un auto negro, no parecía feliz de hacerlo y la chica que antes había empujado a Tamara se estaba despidiendo de ella. 

Llegando a casa me di cuenta de que mi motocicleta ya estaba en el garaje, lo cual era genial.

-hola, mamá. – grité mientras subía las escaleras para ir a mi cuarto, necesitaba bañarme por urgencia. Pero antes de ir hacerlo me di cuenta de que tenía algunas notificaciones en el teléfono y caí en cuenta de que Fabian ya había hecho el grupo, sus números los pude identificar por las fotos de perfiles y supongo que el que no tiene foto es el de la patética de Scarlett.

Después de bañarme bajé a almorzar, Ana le estaba conversando a mamá lo fantástico que le había ido, la verdad no me sorprendía, o bueno, quizás si por lo odiosa que llega a ser.

- ¿y a ti? – me preguntó mi madre. - ¿cómo te fue? – entonces Ana empezó a reír a carcajadas.

-cállate. – renegué

-lo bañaron con nutri bebida – dijo mi hermana entre risas.

-¿cómo así? – preguntó mi madre confundida.

-pasa que en mi salón hay una mocosa que se cree Albert Einstein. – añadí molesto. -se sabía las respuestas a todas y cada una de las preguntas de los docentes. – entonces respiré profundo. – ES LA NIÑA MÁS DESAGRADABLE QUE HE CONOCIDO – luego miré molesto a Ana. -derramó esa bebida asquerosa encima de mí porque le dije sus cuantas verdades, realmente es patética. – mientras yo renegaba mi mamá me observaba sorprendida y Ana seguía riendo.

- ¿qué color eran sus ojos? – me preguntó mi madre y yo automáticamente respondí.

- verde intenso. – con un gesto de confusión en el rostro. -pero eso que tiene que ver, mamá me estas escuchando ¿verdad? ES PATÉTICA, para variar la maestra la puso en el mismo equipo de trabajo que a mí – 

-Axel, nunca te he visto tan molesto con una persona. – me respondió ella risueña. 

-mamá, es la niña más odiosa que he conocido. – mi madre tenía una mirada fija e intrigante sobre mí. -Mercedes, no estoy enamorado de ella. – me defendí diciendo el nombre de mi madre ya que sabía lo que esa mirada significaba, mi hermana seguía riendo a carcajadas. 

-pero si yo no he dicho nada. – se defendió entre risas.

-es que yo conozco tus miradas, madre. – añadí molesto. -mamá, ella es horrible ¿sí? – me seguía defendiendo, pero parecía no tener caso alguno. -es imposible que me llegue a gustar algún día esa niña, ES PATÉTICA. -

Me retiré de la cocina y volví a subir a mi cuarto, no soportaba la mirada acusadora de mi madre y la risa tonta de mi hermana.

Scarlett

Habíamos quedado con Sofía de reunirnos en mi casa a las 4pm, ella era la única amiga que tengo y nos conocimos en el segundo año de colegio. Ella es la hija de la profesora Gisela, por lo que mi papá aceptó la idea de que ella sea mi amiga.

Odio llegar a casa.

Mi padre detuvo el auto y me bajé, sabía que no me esperaba nada bueno; el inspector le había dicho que derramé una bebida sobre aquel chico, el pelinegro alto de ojos café claro. Solo quería que las horas pasaran rápido. 

Mi teléfono no dejaba de sonar, recibí un llamado de atención de mi padre por lo que tuve que ponerlo en silencio, el detestaba que la gente me escribiera.

-es solo el grupo con el que debo hacer el proyecto final. – dije, pero fue peor.

-no me interesa saber quien es. -me respondió en tono serio y cortante, lo que provocó que tragara saliva. -como te atreves a dirigirme la palabra. – continuaba molesto. -te lo repetí millón veces, te dije que cuides como te comportas, YO NO TE EDUQUÉ PARA SER UNA CUALQUIERA QUE HACE DESASTRES EN EL COLEGIO. –

-papá, yo -

-CÁLLATE. -volvió a gritar dándome una bofetada fuerte. -lárgate a tu cuarto y no salgas de allí hasta que venga Sofía, no quiero verte. –

Corrí a mi habitación llorando, cerré la puerta y me tumbé en el piso. Odiaba estar en casa, no tengo una buena relación con mis padres. De vez en cuando los detestaba, pero seguían siendo mis padres.

Las horas pasaron rápido para mi beneficio, le había escrito a Sofía que llegara un poco antes y así lo había hecho.

-pasa querida. -le decía mi padre. -Scarlett esta en su cuarto, puedes ir a verla. – lo escuché decirle, y lo odié. ¿Cómo era posible que se muestre tan respetuoso después de lo que me hizo? Pero no importaba, Sofi había llegado y era lo único que me importaba.

- ¡ey! – la escuché decir mientras entraba al cuarto. - ¿te volvió a golpear? – me preguntó, pero yo solo seguía acostada en mi cama, dándole la espalda, entonces ella se acostó a mi lado. -algún día todo esto terminará, lo prometo. – me dijo y me eché a llorar.

- ¿por qué empujaste a Tamara? – le pregunté recordando lo que había pasado en el colegio. 

-que porqué la empujé. – volvió a decir sarcástica. -es una tonta, se puso a llenar de ideas al otro pendejo ese, el nuevo. – entonces me volteé para verla. -aunque también resultó ser un imbécil. – ambas reímos.

-no debí tirarle esa cosa. – respondí. -pero tenía mucha rabia, todos habla a mis espaldas y yo puedo escucharlos. -entonces respiré profundo. -todos hablan de mí como si yo fuese invisible -

-no es feo - dijo Sofía mientras me observaba con una ceja levantada.

- ¿perdona? – pregunté risueña.

-el nuevo. -volvió a decir. -es un imbécil pero no está nada mal. – entre risas.

- ¡DIOS, SOFÍA! – añadí riendo. 

- ¿por qué todos los hombres guapos son imbéciles? – preguntó irónica mientras reíamos.

Axel

Otra vez estaba en este infierno llamado colegio, segundo día y ya odiaba este lugar.

- ¡listo para hoy, Axel! – escuché detrás de mí y al girarme vi a Fabian.

-supongo que sí. -respondí sin ganas. -no tengo opciones así que, supongo que sí. –

-vamos no seas amargado. – me dijo empujando mi cabeza hacia al frente.

Al llegar al salón vimos que no muchos habían llegado, estaba Scarlett. Al parecer también era exageradamente puntual.

- ¡ey! – decía Fabian mientras se acercaba a Scarlett, quien estaba leyendo y el libro tapaba su rostro. - ¿Qué tal, Scarlett? – le preguntó y ella sin bajar el libro le respondió.

-bien, gracias. – 

-vamos - protestaba Fabian de forma simpática. -queremos ser tus amigos. -añadió risueño.

-habla por ti. – dije en voz baja, o al menos eso pensé por que ella cerró el libro toscamente.

-gracias, Fabi. – le respondió a él de forma respetuosa, al levantar el rostro pudimos notar que tenia un enorme moretón en su mejilla derecha, mismo que trataba de ocultar con su cabello, que hoy lo traía suelto. Luego se levantó de su asiento y caminó hacia la salida.

- ¿viste lo que yo vi? – me preguntó Fabian.

-supongo que sí. -respondí confundido.

Las clases ya habían empezado, Scarlett no había vuelto desde que salió del aula en la mañana, la chica que había empujado a Tamara parecía desesperada, miraba el asiento de Scarlett a cada rato. Y es que no solo faltaba ella, también faltaba Tamara.

-Profesor - escuchamos todos y miramos hacia la puerta, era Tamara. -disculpe la tardanza. –

-pase, pero tiene falta la primera hora. – respondió el profesor. -Sofía ¿sabe algo de Roberts? – preguntó y la pelinegra que había empujado a Tamara respondió:

-no, su bolso está aquí, pero no se nada de ella. – Fabian regresó a verme y encogí os hombros en señal de que no tenia la menor idea de lo que pasaba.

El timbre de cambio de hora al fin sonó y Sofía se levantó automáticamente y salió corriendo del aula.

-yo iré al baño. – dije confundido.

- ¿habrá pasado algo malo? – me preguntó Fabián.

-créeme, no tengo la menor idea. – le respondí, salí del aula, pero no fui al baño. Seguí a Sofía desde lejos.

Ella parecía desesperada, en un instante la vi meterse por detrás de unas aulas que parecían abandonadas.

- ¡Scarlett! – la oí decir a una puerta de metal cerrada por un candado, era como una bodega. -Scarlett ¿estas adentro? – no entendía porqué preguntaba eso, la puerta estaba cerrada.

- ¿qué haces? – pregunté. 

-si tu vienes a impedir algo te romperé la cara. – me respondió molesta.

- ¡Sofi, estoy acá! - escuchamos, era la voz de Scarlett y venía de un pequeño granero de más al fondo, la puerta estaba trancada con una barra. 

-no puedo sacarla - dijo Sofía intentando sacar la barra. -está atorada.-

-te ayudo. – agregué en automático y haciendo un poco de esfuerzo la saqué, Sofía abrió la puerta y adentro estaba Scarlett, parecía haber estado llorando. Sofía quiso abrazarla, pero ella no la dejó.

-no, te ensuciarás la ropa. – dijo Scarlett, entonces me di cuenta de que tenía pintura por toda su ropa y en también en su larga cabellera.

-que diablos - exclamé y Scarlett se dio cuenta de mi presencia.

-nada, no pasó nada. – decía mientras se secaba las lágrimas del rostro.

- ¿fueron ellas? – preguntó Sofía y Scarlett bajó la mirada.

- Sofi, quiero que vayas al aula y traigas mi bolso, me iré a casa. – respondió ella.

-le puedo decir a Fabian que la traiga, si deseas claro - dije de forma amable, ella me miró y asintió con la cabeza. Entonces le escribí a Fabian quien no tardó en llegar.

-pero que carajos - exclamó al ver a Scarlett.

-no le digan nadie - nos dijo ella. -si al menos es posible que tan solo una vez no se burlen de mí, por favor no le digan a nadie. –

- no te preocupes. – dijo Fabián.

-gracias -

-si deseas puedo llevarte a tu casa. – le dije, pero ella negó con la cabeza. - ¿segura?

-no es necesario, dentro de poco mi padre vendrá a recogerme. – respondió ella.

En realidad, pasaron unos pocos minutos y alguien llegó a recoger a Scarlett, su padre estaba ocupado por lo que mandó a otra persona ¿Qué tipo de padre pone a su hijo en segundo plano en esta situación?

-chicos. – añadió Scarlett antes de subirse al carro. -en caso de que deseen reunirse para hablar del proyecto, pueden ir a mi casa, Sofi los puede llevar, solo si desean. – terminando de decir aquello ella se fue. 

-esta zorra me va a escuchar. – añadió Sofía y salió corriendo, intercambiamos miradas con Fabian y la seguimos. Ella se dirigía al aula, estaba muy molesta.

Al llegar se dirigió a Tamara.

-maldita zorra. – dijo Sofía mientras tomaba a Tamara por el cuello de la blusa y la colocaba contra la pared de forma brusca.

- ¿Qué te pasa estúpida? – dijo Tamara.

-podrás engañar a todos, pero a mi no.  – le respondió Sofía, mientras la presionaba contra la pared cada vez más fuerte. -sabes que a mi no me puedes hacer nada porque mi madre puede dejarte de año, pero yo no pienso dejar que le sigan haciendo la vida de cuadritos a Scarlett. –

-no se de que hablar. – se defendió riendo.

-no seas ilusa, podrás engañarlos a ellos que recién te conocen, pero el resto del colegio sabe perfectamente el tipo de persona que eres - Sofía estaba furiosa.

-Sofi, no vale la pena. – le dijo Fabian para calmarla y al parecer funcionó, porque la soltó.

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