¿Todo fue un sueño?
¿Todo fue un sueño?
Por: Isabel660
Capítulo 1: Un mal sueño

¿Han tenido alguna vez un mal sueño? De esos que cuando despiertas hacen que tu cuerpo se sienta pesado y que a la vez pareciese que hierves en fiebre, te arden los ojos y no sabes ni el día, ni la hora, pero allí estás, tratando de reaccionar.

- ¡Axel! – oí a mi madre gritar desde la cocina y bajé corriendo.

-cariño, ayúdame a empacar ¿sí? – me dijo con una gran sonrisa y asentí de mala gana, mañana nos mudaríamos al otro lado de la ciudad y enserio esto me pone de malas, no quiero irme, aquí tengo amigos y todos los que aprecio, me parece injusto que quieran cambiarme justo el último año escolar justo para ir a la Universidad, se supone este año tiene que se inolvidable y épico, pero en lugar de eso tendré que socializar con gente nueva, cuestión que no me agrada. - ¡anímate, cariño! Conocerás gente nueva y quien sabe y consigas una novia. –

-mamá detesto las formalidades. – arremetí y salí con unas cajas a dejarlas al carro.

- ¿de mal humor terroncito? – oí decir a mi hermana menor en tono de burla y tras de ella venía mi hermana mayor.

-déjalo en paz, Ana. – me defendió y es que nuestra relación como hermanos era un tanto confusa; Mérida es la mayor, tiene 23 años y es mucho más madura que Ana y yo, después de ella estoy yo y finalmente está Ana con 16 años y sí, es la etapa donde se pone más insoportable.

-vamos no seas quejambroso, terroncito. – seguía molestando mi hermana y yo decidí no contestar, no me sentía con buenos ánimos.

Las horas pasaban demasiado rápido para mi gusto, esa tarde mis amigos fueron a despedirse de mi y al anochecer llegó mi papá, no había vuelta atrás, la mudanza era un hecho.

QUE FASTIDIO

¿Cómo se controla el tiempo? Es decir, cuando lo quieres detener, se que parezco un idiota por creer que existe alguien con el poder de manejar el tiempo, pero enserio no me quería ir. Eran las 3 de la madrugada y no podía dormir, solo miraba el reloj en la pared de mi cuarto, y dado el silencio inminente que había podía escuchar las manecillas moverse.

- ¡DESPIERTAAAAAAA! - aquel grito me hizo caer de la cama.

-m****a… - mi hermana mayor tenía bromas pesadas conmigo y siempre me llevaba sorpresas con cada ocurrencia con la que salía. -no molestes… - estaba tirado en el suelo y con la almohada en mi cara.

-muévete terroncito, empaca lo que falta. Salimos en una hora. – al oírla reaccioné y volví a mi maldita realidad, obedecí puesto no eran muchas las opciones.

Terminamos de subir las cosas al carro de mudanzas y este se fue primero, luego nos subimos al auto de mi padre y empezó nuestro viaje ¿saben lo que es viajar con tus dos hermanas insoportables en los asientos de atrás?

Créanme, no se lo recomiendo a nadie.

El sol estaba bastante intenso, mis hermanas iban hablando sobre sus expectativas del lugar en el que íbamos a vivir ahora y yo, bueno yo solo escuchaba música mientras mi cara de malgenio me delataba; mamá de vez en cuando me observaba por el retrovisor para saber si mi gesto cambiaba, pero eso no iba a pasar.

-anímate, Axel. Conocerás amigos nuevos. – me dijo mi padre.

-es exactamente lo que no quiero. – alegué y él solo sonrío.

-se que te adaptarás muy bien. – me volvió a decir. -se que te agradará el lugar. –

Después de 5 horas de viaje y 4 paradas porque mis hermanas tenían la maldita necesidad de ir al baño, después de todo eso, por fin habíamos llegado.

- ¡bienvenidos a nuestro nuevo hogar! – agregó mi padre y mis hermanas corrieron a entrar a la casa, admito que el vecindario parecía lindo, pero de todas formas extrañaba mi antiguo hogar.

-entra… - me susurró mamá y luego de un largo suspiro obedecí. - ¿y…..? – decía ella en tono de incertidumbre, esperando mi respuesta sobre qué me parecía el lugar.

-es lindo. -respondí tratando de ser educado con ella.

- ¡por Dios, Axel! – me respondió sorprendida.

-solo dame tiempo ¿sí? – respondí un poco hostigado.

-esta bien. – me decía tratando de entenderme. -mañana es tu primer día en tu ultimo año de colegio, de seguro eso te ayudará a adaptarte mejor. –

- si – le respondí para que no se preocupara, pero en realidad, no me interesaba conocer más gente.

La noche no tardó en llegar y de mala gana me fui a dormir temprano, mañana era el primer día en el colegio y no quería llegar tarde, es decir, siempre llego tarde a todos lados, pero esta vez haré un muy, pero muy, pequeñísimo esfuerzo por mamá y porque Ana estudiará en el mismo lugar que yo, siempre hemos estado en escuelas diferentes, pero mi paz se terminó este año.

-buenos días, hijo. – me saludó papá, quien estaba desayunando con Ana y Mérida.

-buen día. – dije relajado y todos me observaban tratando de adivinar como me sentía, debo aceptar que todos saben que no me gustan este tipo de cambios. -calma, estoy bien no me voy a morir ni nada por estilo, solo es… - suspiré. -una nueva escuela. –

-genial, está bien. – agregó Ana tomándose un solo trago la bebida de su taza. -ahora apurémonos y vámonos, que yo si quiero hacer amigas nuevas. – solo volteé los ojos y la seguí.

Ese día por ser el primero nuestro padre nos llevaría, eso y bueno, el camión de mudanza que traía mi motocicleta aún no había llegado.

- ¡suerte! – nos dijo papá y ambos corrimos a la entrada, había demasiados estudiantes. Comiendo, hablando, bromeando, etc.

-este lugar es enorme… - dijo Ana en tono de felicidad. -nos vemos a la salida terroncito. - y se fue corriendo.

-y ahora… - empecé a mirar todo el campus. -a buscar mi aula. – empecé a caminar y mucho en realidad, el lugar era más grande de lo que parecía. Después de un rato encontré mi salón y todos ya estaban adentro, incluyendo el profesor.

¡Genial! Esto no puede empeorar.

Toqué la puerta suavemente y el profesor se acercó a mí, todos regresaron a verme y me sentí nervioso.

- ¿en qué le puedo ayudar joven? – me preguntó amablemente.

-mucho gusto, soy nuevo y creo que este es mi salón. – le dije entregando el papel que me había dado mi papá.

- ¡si! efectivamente es este su salón, pase. – me dijo muy amable y me senté en una banca que estaba hasta el final, de todas formas, no me agrada sentarme en los primeros lugares, esos eran para los lame medias de los docentes, sí, esos estudiantes que sacan sobresaliente y su disciplina era perfecta y yo, yo no era una de ellos, me caían mal con tan solo saber que existen.

-señores y señoritas… - agregaba el profesor. -tienen un compañero nuevo. – si de por sí ya había llamado bastante la atención, al sentarme en aquella banca todos volteaban a verme, en especial las chicas, no me creo la sensación, pero podía sentir sus miradas a kilómetros. - ¿te gustaría presentarte? – añadió mi profesor y era justo lo que no quería, pero me puse de pie y al hacerlo todos se quedaron en silencio y me observaban.

-eee. – tartamudeé mientras rondaba el lugar con mi vista. – soy Axel Parks y nos acabamos de mudar con mi familia, por lo que ahora estudio aquí. –

- ¿y cuantos años tienes? – preguntó una chica desde una banca que estaba como por el centro del salón, su cabello era rubio y ella era bonita, cuando hizo la pregunta se escucharon las risas de otras niñas, yo solo sonreí y respondí:

-tengo 18, un gusto. – pude observar como se miraban entre ellas y los hombres se reían de lo que ellas hacían, en realidad no me sorprendió, esto era un comportamiento clásico, pero si me incomodaba que todo el mundo tuviera su mirada sobre mí. Bueno eso pensé, hasta que me di cuenta de que una chica de cabello castaño oscuro y muy desordenado, estaba concentrada leyendo un libro en su pupitre, en realidad, estaba sentada de primera en la fila que estaba junto a la ventana.

-no se preocupen. – añadió el profesor. – ustedes son 30 estudiantes y 25 son nuevos, 5 fueron cambiados del otro paralelo, ya tendrán tiempo de conocerse y en mi opinión si desean conocer la escuela pueden pedirle ayuda a Scarlett. – entonces observé que aquella chica que estaba leyendo levanto la mirada. -me alegra que siga siendo parte de esta institución, Scarlett. – ella no parecía estar feliz de estar en este sitio, pero bueno, eso no era de mi incumbencia.

En ese momento sonó el timbre de cambio de hora y como era de esperarse se armó el desorden y en menos de 1 minuto 4 chicas se pararon frente a mi escritorio.

-eeee. -agregué algo asustado. -¿pasa algo? – pregunté curioso.

-me llamo Tamara. – dijo la chica rubia, era la que me había preguntado mi edad, sabía porque lo hacía, entonces decidí seguirle el rollo.

-un gusto Tamara. – agregué amable.

- ellas son mis mejores amigas, Samanta y Carla. –

-eh… un gusto. – respondí viendo como ellas sonreían y movían su mano en señal de saludo.

-bueno, quería decirte que si quieres que alguien te enseñe la escuela podemos ser nosotras. – añadió Tamar, debo admitir que se nota a kilómetros que es del grupo de los que se hacen llamar “populares”. -enserio no quieres que la rarita lo haga. – añadió con gesto de asco.

- ¿la rarita? – pregunté confundido y esas tres chicas miraron a Scarlett. -ohhh, hablan de Scarlett. –

-emmm, si la rarita. – agregó Samanta. -ella intentó cambiarse de colegio, pero no le aceptaron el pase. –

-su papá se opuso a cambiarla y la dejó aquí. – continuaba Carla.

-por favor, porqué hablamos de esa ñoña, enserio, hay temas más interesantes. – interrumpió Tamara.

- ¿por qué se quería cambiar? – pregunté curioso.

- porque siete estúpidas insoportables le han hecho la vida de cuadritos desde el primer año de colegiatura. – añadió en tono arrogante una chica alta y de cabello oscuro, que pasó empujando a Tamara.

-por qué no te fijas por donde pasas, tonta. – se defendió Tamara.

-lo siento, es que no veo cosas insignificantes. – respondió la chica, mientras se sentaba a lado de Scarlett, quien le agarró la muñeca y movió su cabeza negativamente, en señal de que no siguiera discutiendo, entonces me di cuenta de lo imprudente que fue toda la conversación, ella había oído todo.

-entonces ustedes son las 5 estudiantes que cambiaron a este salón. – agregué.

-sí, cerraron nuestro colegio. Entonces 24 de los 25 estudiantes nuevos venimos de otra institución, y tú que eres el nuevo. – respondió un chico que estaba en la banca de enfrente.

-entiendo… -

-me llamo Fabian, un gusto. – el muchacho parecía amable. -supongo que en todos lados hay un grupito de insoportables. – decía mirando a Tamara y sus amigas quienes se estaban riendo con otro chico del salón.

-la verdad me da igual. – respondí despreocupado.

-así es el colegio. – agregó otro chico. -soy Leonardo y él es José. – señalando a otro muchacho que se acercaba a nosotros.

-es un lugar de supervivencia y bueno, para todos ella es la víctima. – añadió José mirando a Scarlett quien nos miró por encima de su hombro derecho.

-pero es linda. – añadió Fabián riendo.

- ¿Scarlett? – pregunté, aunque sí, ya había notado que su simpatía.

-Scarlett Roberts, tiene 17 es la menor del aula, hija única de los Roberts, es la mejor estudiante del salón y del colegio, ha ganado múltiples competencias intercolegiales y nacionales, lo que tiene de bonita le sobra de inteligente. – agregó Leonardo.

- y nunca ha tenido novio… - dijo José. -por lo que tampoco a dado su primer beso y sí, es carne fresca compañeros. –

-hablas como imbécil. -dije molestando y todos reímos.

-me alegran que estén todos felices. – dijo una voz bastante gruesa. -mucho gusto, jóvenes. Soy el Profesor Daniel Johanson y soy su inspector, en este cartón están los desayunos escolares de la campaña “eliminamos los TCA”. –

-llevamos comiendo esa cosa asquerosa 1 semana. – agregó una chica del salón.

-lo siento señorita, pero es obligatorio tomarla. – respondió Johanson. -y en caso no lo hagan ¡Scarlett! Deberá pasarme un reporte. –

-profesor, ¿puede designar a alguien más? – respondió ella, su voz era dulce pero firme.

-no, yo confío en usted. – entonces el profesor se retiró y Scarlett empezó a repartir lo que había en el cartón, que resultaban ser unas funditas pequeñas de alguna bebida supuestamente nutritiva. Me extendió la mano con la fundita y yo no la quise aceptar.

-lo siento, pero debes hacerlo. – me dijo en un tono seco y frío; estaba apunto de aceptar la bebida “nutritiva”, pero oí decir a Tamara.

-enserio tomarás eso… - en tono de burla. -pensé que eras más impresionante. -

-yo no tomo cosas de dudosa procedencia. – respondí mirando a los ojos a Scarlett, eran verdes, no cualquier verde, uno intenso y muy brillante.

-sí, claro. -añadió sarcástica. -no es mi problema. –

-no tomaré esa cosa. – insistí, no quería parecer estúpido en mi primer día de colegio.

-entonces te anotaré en el reporte. – añadió ella perdiendo un poco la paciencia y sonreí hipócritamente.

-ahora entiendo porqué nadie te soporta. – respondí con la finalidad de que me dejara en paz y siguiera con la entrega.

-¿disculpa? – preguntó fingiendo confusión.

-lo que oíste cerebrito, no tienes amigos porque eres insoportable y poco amable, eres patética. – agregué y fui muy grosero. -entonces sigue con tu estúpida repartición y luego vas con el chisme al inspector, porque eso es lo único que haces bien ¿no? –

-adivino, intentas impresionar a todos aquí. – añadió risueña. -hacer eso es patético. –

-¿Quién te crees? – pregunté molesto. -adivino ¿eres hijita de papi y mami? Tu forma de vestir me lo dice. – me burlé y en ese momento ella dibujó una sonrisa de triunfo y cogió en mano una funda y la reventó encima de mí, ya que yo estaba sentado. -QUE HACES TONTA – grité mientras intentaba quitarme ese liquido asqueroso de mi ropa. -QUE TORPE ERES –

-lo siento, pero mírale el lado bueno a esto. -añadía con sarcasmo. -ahora si llamaste la atención de todos. – terminó de decir eso y salió del salón.

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