—¡Christopher, qué sorpresa! —exclama Melissa emocionada, al verme. Mira a ambos lados buscando algo o a alguien—. ¿Ashlee no vino contigo?
—Hola, Mel. No, Ashlee no pudo venir conmigo. ¿Está Ellen en casa?
—Sí, claro, pasa —responde, recibiendo mi abrazo—. Está en la cocina.
—Gracias, pequeña.
Sigo a Melissa hasta allá y observo a Ellen muy concentrada, trabajando en un pastel. De seguro es algún pedido de su negocio.
—¡Mami, tenemos visita! —comenta Melissa cuando entramos a la cocina. Mi suegra levanta la cabeza y nos observa.
Se da cuenta de que soy yo y se apresura a limpiarse las manos para saludarme. Mientras se acerca, siento una leve congoja en mi pecho; no me gusta ser quien da las malas noticias, pero en esta ocasión debe ser así, si necesito información que pueda serle ú