Mátala

—Por supuesto, no puedo sentir tu dolor, tal vez porque no soy una princesa, pero tu reino me ha quitado todo. Mataron a mi mamá, ella era mi única familia. Le dieron una flecha en el pecho, ella respiró por última vez en mi brazo. Fui esclavizada y luego traída a ti como tu sirvienta personal. Suavemente arrancada de mi vida feliz y arrojada a tu cruel reino.

Aria hablo con una voz triste pero fría mientras se levantaba y caminaba hacia el otro paso y se apoyaba contra la pared, dejando atónica a Luna atrás.

Frunció el ceño cuando sintió que el barco se detenía. Ni un segundo después, la puerta se abrió de golpe y Kennett entró seguido de Sigurd y dos tipos más mientras sostenían cuerdas en sus manos.

Luna corrió hacia Aria cuando ambas chicas retrocedieron con miedo, sus ojos se posaron en ellas y buscó un escape, pero no había ninguno.

—Date la vuelta —se quejó Sirgud. Todavía estaba enojado por el corte que ella le dio con su daga.

Aria se dio la vuelta en silencio y Luna la mir
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