En un abrir y cerrar de ojos, los tres días que separaban a la invitación con el evento, terminaron. Así que Ryan, eligiendo su mejor traje, se alistaba para emprender el camino a la mansión de su sobrino, donde estaba la mujer que había robado su corazón por completo, sin saber qué esperar cuando ella se enterara de quien era él en realidad.
— ¿A dónde vas tan elegante?— le dijo Ryan a Stuart, cuando lo vio en la sala, dando los toques finales a su traje.
— Al mismo sitio al que vas tú, ¿O no se aceptan sirvientes en esa celebración?— respondió suspicazmente Stuart, sabiendo que esto irritaría a su jefe.
— Por Dios, sabes cuanto detesto que te refieras a ti mismo de esa forma, yo no tengo sirvientes, y si ese fuese el caso, tú no serias uno de ellos.— masculló Ryan, evidentemente molesto.— creí que no querías que fuera a esta fiesta.
— Por supuesto que estoy en contra de que asistas a esa casa, pero tú eres el jefe y nada de lo que diga o haga te hará cambiar de opin