La quiero

Juntos y tomados de la mano, Alma y Edan caminaron directamente hacia aquella mujer, la que Alma había visto antes acercarse a Edan.

Angélica, la madre de Edan, al verlos llegar, se levantó de inmediato.

— ¡Edan! ¿Por qué tardaste tanto?. — Se acercó a ellos.

— Lo siento mamá, fui por mi novia… — Edan señaló a la joven a su lado, quien de inmediato, estiró la mano hacia la mujer. Angélica la miró de arriba hacia abajo, con la boca abierta.

— Mucho gusto, soy Alma. — Sonrió tímidamente, notando cómo la mujer detallaba sus fachas. — Lo lamento mucho, señora…

— Angélica. — Atónita, Angélica estiró su mano, sobre todo, por decencia.

— Angélica… — Repitió Alma, sonriente, mientras apretaba la mano de la madre de Edan. — Como le decía, señora Angélica. Lamento la demora, pero había mucho tráfico, a pesar de que Edan me sacó de mi casa con esta ropa y no me dejó cambiarme, porque estaba apurado, nos tomó algo de tiempo llegar aquí.

Edan volteó hacia Alma, sorprendido. No creyó que l
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