Emma abrió los ojitos, se había quedado dormida y por un momento se sintió perdida en la nueva habitación. Se sentó a la orilla de la cama, no tenía ni idea de la hora que era o si su madre había llamado. Le echaba de menos, pero confiaba con su vida en ella y sí le había prometido que estarían juntas, ella iba a esperar pacientemente por ese momento.
Emma respiró profundo antes de bajarse de la cama, se acercó a la ventana para ver el cielo oscuro. El estómago le gruñó, y recordó que no había comido desde el mediodía.
—¿Qué hago? ¿Llamo a papá? —se preguntó, pero negó.
Emma había visto a su padre cansado y no quería molestarlo. Lo dejaría descansar esta noche, todos lo necesitaban. Había sido un día bastante difícil.
Caminó hacia