¿Ella? ¿Ella? ¿Las Dos? ¿O Ninguna?
¿Ella? ¿Ella? ¿Las Dos? ¿O Ninguna?
Por: Dani
Una Hermosa Chica

«Voy tarde... voy tarde... voy muy tarde... vamos piernitas, no me fallen ahora, por favor resistan un poco más, ya estamos cerca»

Suplicaba mientras pedaleaba lo más rápido que podía, había salido tarde de su otro trabajo porque su compañera se retrasó y no pudo salir hasta que ella llegara, su jefe no la dejaba irse por más que le suplicaba, pero el hombre estaba molesto porque había renunciado ¿Y cómo no hacerlo? Había conseguido un puesto fijo como sirvienta en un hotel de lujo en donde la paga y los beneficios eran mucho mejores que en esa tienda y aunque era más trabajo, seguía siendo mejor.

Iba por una calle poco concurrida y pasaba a toda la velocidad que sus piernas le permitían por una intersección cuando tuvo que desviar de golpe su bicicleta para evitar que un auto la atropellara, la acción fue tan repentina que perdió el control, la rueda delantera se incrustó contra el borde de una acera y debido a la velocidad que aún conservaba salió despedida por el aire cayendo casi a un metro de distancia de esta con un doloroso golpe sordo.

— ¿Estás bien? —escuchó que alguien preguntaba tras detenerse un auto y escuchar unos pasos que corrían hacia ella, ayudándola a levantarse, ese golpe le dejaría un buen moretón.

— Oh si de maravilla —respondió sarcástica empujando al hombre que la sostenía y sacudiéndose la ropa mientras analizaba los daños en su cuerpo —el casi fracturarme algo era lo que necesitaba para tener un día feliz.

— Pregunta estúpida, ya lo entendí —sonrió el tipo de lado —sube, te llevo al hospital.

— No necesito tu lastima, gracias, basta con que casi me mataras.

— Fue un accidente, un perro cruzo corrie...

— No necesito explicaciones —se cortó molesta, yendo a buscar su bicicleta — estoy bien, no me paso nada y no te demandare ahora déjame en paz–. Una vez se hubo cerciorado de que su medio de transporte estaba bien se subió nuevamente.

— Yo solo intentaba ser amable, pero por lo visto aparte de "humilde" mal educada —se quejó él en voz alta para que lo escuchara y se dirigió a su auto.

Estaba estresado, recién acababa de llegar a la ciudad después de haber estado fuera por casi dos años, viajando por varios países para supervisar el funcionamiento de la cadena de restaurantes de sus padres por el mundo y también para asegurarse  que la construcción de las dos nuevas sucursales fueran tal como él lo había pedido, pero el vuelo se había retrasado una hora, la aerolínea había perdido su equipaje por lo que casi se ganaron una buena queja y algo de mala fama por su mal servicio.

John, su «mano derecha» no había aparecido por ninguna parte, tuvo que esperar dos horas más para poder alquilar ese cacharro que estaba conduciendo y para colmo los albañiles que estaban remodelando su casa no la habían terminado y quizás no estaría lista en dos semanas o quizás un poco más, sus padres se habían ido de crucero por lo que la casa de ellos estaba prohibida para él en su ausencia.

Algo cruel pero se lo había ganado tras casi destruirla con una fiesta que se había salido de control dos años atrás y por lo que ahora tenía su casa propia, que estaba siendo remodelada por circunstancias parecidas.

Suspiró estresado presionándose el puente de la nariz con frustración, ese no era su día, el único golpe de suerte que había logrado tener fue poder reservar la última habitación del hotel más prestigioso de la ciudad justo a última hora durante la época festiva del mismo por su aniversario número 50, reservo la suite presidencial durante tres semanas, tiempo que estimó justo para que terminaran su casa, hicieran la limpieza y se fuera por completo el olor a pintura y el polvo, no quería tener que visitar el hospital tan pronto.

Tardo media hora más en llegar al hotel debido al tráfico y a una breve parada que realizó en una cafetería, necesitaba la cafeína en su torrente o cortaría la cabeza de alguien, el nombre de John le llego a la cabeza, tras ese pensamiento, suspiró fastidiado al notar que las puertas del edificio estaban abarrotadas de periodistas, los mismos que habían estado en el aeropuerto, él no era ningún tipo de artista, ni modelo, ni nada parecido pero aun así era famoso.

Era el heredero de una cadena de restaurantes de fama mundial, su familia estaba entre las diez más adineradas del país, justo por debajo de los Graham, pero sobre todo era muy reconocido por ser un «exceso» siempre iba a exceso de velocidad, con exceso de alcohol en la sangre y de drogas en algunas ocasiones, hacia fiestas en exceso que se salían de control excesivamente, despilfarraba su fortuna en exceso, era un mujeriego excesivo, todo era excesivo en su vida, inclusive el trabajo y eso era parte de su fama.

Se podía decir que era un lince en los negocios y aunque no se le conocía carrera universitaria, era uno de los jóvenes empresarios más destacados del momento, los saludo al bajar del auto deteniéndose a responder alguna pregunta y aprovechando para detallar si alguna de aquellas mujeres que se aglomeraban alrededor valían la pena para un revolcón de una noche. La mayoría eran muy guapas y le sonreían coquetas, le pedían con la mirada que escogiera a alguna de ellas, le decían que harían lo que quisiera.

El recuerdo de la chica de la bicicleta llegó de repente a su mente, su antipatía había resultado un poco refrescante aunque estaba seguro de que no se había dado cuenta de quién era él, pero esa sensación le agradó, decidió ignorar las miradas insinuantes de las mujeres a su alrededor para entrar al edificio, una vez dentro del hotel escaneo el amplio espacio haciendo el mismo escaneo realizado fuera, pero seguía sin ver nada interesante, no es que estuviera desesperado solo estaba muy estresado y una noche de sexo con una mujer hermosa no le caería mal, el problema era que la gran mayoría eran demasiado fáciles y complacientes, nada interesante, siempre aburridas.

Caminó hasta la recepción y tras pedir su llave subió en el ascensor hasta la habitación, por suerte el aparato estaba vacío por lo que pudo respirar más tranquilo en ese momento, como habían perdido su equipaje en el aeropuerto no tenía más que un simple bolso en su hombro, se recostó en la pared tras él, como no había encontrado a nadie con quien distraerse, ese día solo le tocaría dormir, no estaba de ánimos para salir de cacería.

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