Antes tenía un temperamento muy gentil, ahora estaba llena de aspereza, como un erizo que hubiera enderezado todas sus púas.
Sus labios se curvaron ligeramente, de esta manera sí se parecía a la Silvia incisiva de hace unos años.
Sonó el teléfono, tomó el celular y vio que era Daniel.
—Hola, Daniel.
Del otro lado la interrogó:
—¿Dónde estás?
—Estoy en una cafetería —dijo con voz suave.
La voz de Daniel se volvió cada vez más cortante:
—¿Con quién?
Ella tomó la taza de café, bebió un sorbo y la puso fuerte sobre la mesa:
—Ahora estoy sola, si quieres preguntar con quién me reuní hace un momento, deberías saberlo.
—¿Silvia? —Daniel respiró hondo.
Milena se rio:
—Daniel, ¿de qué te preocupas? No le dije nada, solo le deseé éxito en la competencia.
—Te extralimitaste —el tono de Daniel era helado.
El rostro de Milena se oscureció, escuchando el tono de ocupado del teléfono, se levantó furiosa y se fue.
Del otro lado.
—¡¿10 millones?! —Roberta y Fátima miraron a Carlos con shock total, no p