Esa noche no hubo tranquilidad en la casa de los Ferrero. Todo empezó cuando Leticia escuchó un rumor.
Rápidamente, dirigió la pantalla de su teléfono hacia las tres personas sentadas a la mesa.
—¡Mamá! ¡Carlos, Fátima, miren esto!
En la pantalla se veía a un hombre y una mujer bailando, abrazados, con la falda de ella ondeando al viento.
Aunque había muchas otras parejas bailando alrededor, Carlos reconoció inmediatamente a Silvia y Daniel.
Sus cubiertos temblaron ligeramente mientras tomaba un sorbo de sopa en silencio.
Fátima notó su expresión y comentó pensativa:
—No es nada extraordinario. Ellos siempre están juntos, ¿no?
Roberta, furiosa, arrojó sus cubiertos y resopló:
—Lo que yo digo es que Silvia se divorcia de ti y en tan poco tiempo ya anda cariñosa con Daniel Caballero. Tú sigues sin creer que te fue infiel durante el matrimonio, y encima le diste ocho millones de dólares, una casa y un auto. ¡Ve a recuperarlo todo!
Al oír que Roberta mencionaba el dinero, Leticia miró disi