Capítulo 8

Knut abrazó a la mujer y se sumergió en un sueño profundo y tranquilo, sin tormentos, sin fantasmas. Solo paz y descanso.

La mañana trajo consigo una luz dorada que se coló por las cortinas y llenó la habitación de calidez. Knut despertó poco a poco y se estiró. Notó el ritmo suave de la respiración de Astrid en su pecho y la presión de su cuerpo contra el suyo.

Astrid se removió entre sus brazos.

Knut se sobresaltó al ver a Astrid dormida en su regazo. Se quedó paralizado y la observó. ¿Cómo había acabado unido a su rival?

Astrid alzó la cabeza un poco, sus pestañas temblaron, abrió los ojos y lo miró. Luego se acurrucó contra su hombro, restregándose con pereza y susurró con voz soñolienta:

—Déjame dormir un poco más…

¿Qué demonios? ¿Su peor enemiga estaba…haciendo pucheros, no solo frente a él, sino con él mismo?

Así comenzó Knut un nuevo día lleno de problemas sin fin.

Astrid respiró el aroma de Knut en su piel, el aroma varonil del perfume de su marido. Recordó que la noche anter
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