Carmen se quedó en su lugar, pensativa, mirando por la ventana. Suspiró profundamente.
Por primera vez en su vida, se preguntó:
«¿Será que estoy viviendo demasiado tiempo?»
Octavio cerró los ojos, dio una patada y dejó de preocuparse por todo.
A diferencia de ella, que llegó hasta el final, y sus manos aún estaban manchadas de sangre.
***
Álvaro regresó a su habitación y encontró a Gabriela recostada en la silla mecedora del pequeño balcón, leyendo un libro.
Se acercó directamente a ella.
Gabriela no lo ignoró.
La miró brevemente antes de seguir con su lectura.
Álvaro se quedó en silencio un ratito.
—¿No quieres regresar a casa? —preguntó él.
No solían vivir mucho en Casa Rojo.
A él no le gustaba, y Gabriela siempre lo había tolerado.
Gabriela no respondió.
—Bueno, ya casi es Año Nuevo. Podemos quedarnos aquí hasta después de las festividades y luego regresar… O quizás ya no te guste esa casa, ¿verdad? Es fría y sin vida. Podemos buscar otro lugar y renovarlo a tu gusto, ¿te parece?
Ga