ALFA TRISTAN;
Mis ojos se abrieron lentamente.
El dolor en mi cabeza me hizo gruñir mientras rodaba sobre mi espalda, encontrándome en una habitación oscura y mis ojos no pudieron ver nada allí.
Estaba demasiado oscuro-
O, más exactamente, estaba demasiado débil para ver algo a pesar de ser un alfa. No un alfa cualquiera, sino el alfa de la manada Piel Negra.
Sentí que había estado dormido durante años y que mi lobo no vivía dentro de mi conciencia. Sentí que Dolf finalmente me había dejado e incluso mi mente confusa comprendió lo que eso me haría.
—¿Dónde estoy? —gemí de dolor, flexionando los ojos para poder ver mejor, pero todo lo que vi fue oscuridad y mi cabeza amenazaba con estallar.
Tenía la boca muy seca y me picaba la garganta mientras intentaba llamar a alguien. Debería estar en mi habitación, ¿no? Debería haber alguien afuera de la puerta que no podía ver en ese momento y debería buscar ayuda.
—Mierda… —susurré, sujetándome la cabeza mientras pensarlo hacía que doliera aún