A la mañana siguiente Charlotte se dio el lujo de levantarse un poco tarde, porque no tendría que abrir el local por lo que paso.
- Ah… - ella ahogo un bostezo para prender la televisión para escuchar las noticias en lo que preparaba el desayuno.
- Buenos días mami – saludó Arturo acercándose a darle un beso.
- Buenos días, anda ve a lavarte en lo que sirvo.
- ¿Hoy no café?
- No, porque hoy vamos a arreglar el lugar y a pintarlo.
- ¿Pintar? – preguntó emocionado.
- Si – le dijo ella riendo al ver la gran emoción de su hijo.
De esta manera desayunaron y salieron de casa para ir a comprar lo que necesitarían para decorar la cafetería o ese era el plan, ya que al salir del local se encontraron con un chico pelinegro, quien les estaba esperándolos en la calle.
- Buenos días, am… ¿Charlotte? – les saludó al ver que salían del local.
- Si ¿Quién tu? – preguntó Arturo buscando aparentar ser fuerte para proteger a su mami.
- Hijo, tranquilo no lo recuerdas – mencionó Charlotte – er