Hayden jadeó en mi boca mientras embestía lentamente. Estaba abrazada a su cuello, devorando su boca como una hambrienta. Lo habíamos hecho muchas veces en diferentes lugares de mi apartamento. Hayden salió de mí y me dio la vuelta. Levanté un poco el trasero para darle mejor acceso a mi intimidad. Él agarró mis caderas y embistió con agresividad. Los gruñidos y jadeos que salían de su boca me encantaban. Había estado con muchos hombres, pero jamás los escuché jadear como a él; era tan delicioso saber que le gustaba estar conmigo.
— ¿Te gusta? — me preguntó con la voz agitada.
Miré sobre mi hombro; su piel pálida estaba toda sonrojada, pequeñas gotas de sudor adornaban su piel, y sus ojos azules que ahora eran negros parecían poseídos. Él era la definición de sexualidad.
— Me encanta — le contesté.
Hayden sonrió y batió sus largas pestañas rubias. Yo escondí la cara entre las sábanas, aunque estaba haciendo esto con él, todavía mi cabeza le daba muchas vueltas a su edad.
— Eres tan pe