Mientras Dante esperaba noticias de Salvador, las cosas iban de mal en peor.
Hay dos realidades relacionadas con un evento desafortunado que son indiscutibles:
La primera es que cuando algo malo pasa una vez, algo más tiene que suceder.
Y la segunda, que las malas noticias nunca tardan en saberse.
Quien fuera que sea el ente encargado de joder la vida de los simples mortales, al parecer, odia pasar desapercibido y detesta los números impares y las cosas a medias, porque para Dante, llovían malas noticias aquella noche.
- Señor, tenemos otro problema – Carlos tenía la camisa por fuera del pantalón, la corbata colgando del cuello en una tira desprolija, el cabello revuelto y las manos temblorosas.
“No puedes tenerlo todo, Dante” le habían dicho y por engreído, se dispuso a salirse con la suya y ahora Lara y aquellos niños de los que ni siquiera sabía, pagaban las consecuencias de su avaricia.
Dante levantó la cabeza con una ligera sonrisa escalofriante ¿Qué más podía ocurrir?
- Está en