Michelle, recostada junto a su esposo, susurró:
—Claro que sí. Él no lo dice, pero sé que desea reconocer a Dulcinea. Solo teme que no lo aceptemos.
—¿Por qué no lo aceptaríamos? —Gael sonrió levemente—. Si no fuera por ella, nuestro hijo no estaría aquí.
Michelle abrazó a su esposo con fuerza, sintiendo un profundo amor por él y por cada miembro de su familia, dispuesta a ayudar a su suegro en esta encrucijada.
...
Dos días después, Dulcinea estaba en su oficina privada revisando el inventario.
Le dijo a su asistente:
—Vender tan bien también es un problema. Por favor, contacta a los artistas de esta lista y pregúntales si tienen alguna obra disponible... Si no la tienen, que no se sientan presionados, ya que el proceso creativo lleva tiempo.
La asistente asintió y salió, pero pronto regresó con una expresión incómoda:
—Jefa, la señora Astorga ha vuelto. Ha firmado otro cheque por 40 millones.
Dulcinea sospechaba el motivo, pero sabía que los negocios no podían depender de su estado e