En un abrir y cerrar de ojos, llegó el Año Nuevo.
Durante la víspera, Carmen preparó un festín y le pidió a Ana que invitara a María a celebrar con ellos.
—Ahora que no tiene familia, ¿con quién más pasaría el Año Nuevo si no es con nosotros? — dijo Carmen.
Ana, quien no pudo resistir la tentación, probó un bocado de la comida y le respondió: —¡Ya la llamé!
Carmen la miró con severidad y le dio un golpecito en la mano, diciendo: —¡Espera a que todos comamos! ¡Qué ansiosa!
Ana solo pudo sonreír.
Carmen estaba contenta de ver a Ana superar sus penas.
Justo cuando Carmen iba a hablar, alguien tocó la puerta.
¡Era María, que había llegado!
Traía consigo varias bolsas; además de algunos regalos para Juan y su esposa, le compró a Ana una lujosa bufanda de una marca famosa, con un diseño que a Ana le encantó. Sin embargo, Ana no pudo evitar decir: —¡Qué derroche!
María le colocó la bufanda y contestó: —¡Pero mira qué bonita te queda!
Ana también tenía un regalo para María, un bolso de ed